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La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual abrió un nuevo panorama para la producción de contenidos en facultades de todo el país, articuladas a través de una red. Inflación, tarifazo y otros desafíos que enfrentan las señales para sostener la actividad.


Vivo. UNQtv, de la Universidad de Quilmes.

Algunas instituciones son centenarias y tienen un multimedios: radios, portales web, canales de televisión. Otras son nuevísimas y apenas tienen un canal o una productora. Pero todas son parte de la Red Nacional Audiovisual Universitaria (RENAU), integrantes del Consejo Interuniversitario Nacional, que nuclea a 58 instituciones. Entre el caso de la de Córdoba –la más antigua del país– y las señales de Villa María o de Río Cuarto media un universo compartido de problemas, proyectos y objetivos. Y también hay casos particularmente exitosos en la generación de contenidos, valorados por las comunidades en las que se insertan y por la crítica, alcanzando incluso premios internacionales, como sucede con UN3TV, de Tres de Febrero.
En los últimos años la cooperación entre universidades afloró, sobre todo después de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la posterior inclusión de una partida dentro del presupuesto nacional de 2014 para la contratación de personal en esos canales y la compra de equipamiento. El proceso de federalización de las pantallas y la inclusión de estas señales en la Televisión Digital Abierta permitieron el desarrollo de su producción. Desde entonces, RENAU firmó una considerable cantidad de convenios con instituciones de todo tipo: Enacom, Arsat, su par brasileña ABTU, RTA y otras. Además, el conjunto de estos canales comenzó la producción conjunta de dos series: Mundo U y Museos.
En total se trata de una docena de señales, entre las que se distribuyen unos 50 millones de pesos al año. Un monto exiguo para la industria televisiva, pero que permitió la compra de infraestructura y la planificación a mediano plazo, como la realización de una red de fibra óptica. «La RENAU tiene más de diez años y hay experiencias de lo más diversas», plantea Jorge Luis Núñez, responsable del área en la Universidad de Quilmes. Según explica, el colectivo incluye instituciones académicas de larga tradición audiovisual, como Córdoba o Tucumán y otras novísimas, surgidas al calor de la ley de medios y del vínculo de la RENAU con los Ministerios de Planificación y de Educación durante el kirchnerismo.

Cambios en el aire
«Hubo cuatro líneas de trabajo fuertes: capacitación, generación de contenidos, investigación y tecnología», detalla Núñez. Por otra parte, Gonzalo Arias, su par de UN3TV, destaca que «durante 2015 recibimos un gran incentivo por parte del C0nsejo Interuniversitario Nacional, que nos permitió acceder a infraestructura para realizar contenidos propios». Todo ese apoyo, advierte Núñez, se «desmotorizó» con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia. Las partidas de dinero, reconoce, se están ejecutando, pero la inflación y el tarifazo golpearon duramente su presupuesto. «Cada caso es distinto, muchas universidades tienen que reestructurar ingresos y gastos y, en algunas, esa plata para producir contenidos se destina a reponer algo que falta en un aula», lamenta Núñez

Serie. Mundo U, producida por la RENAU.

En otros espacios el sacudón por el cambio de autoridades generó todavía más incertidumbre. Es el caso de la de Córdoba, cuyas autoridades designaron al frente del Servicio de Radio y Televisión de la universidad al empresario Manuel San Pedro. Productores del canal aseguraron trabajar en medio de «una incertidumbre constante» y que San Pedro hizo una evaluación del sector solo desde lo económico. En un plano más general, las noticias sobre la marcha de las señales no son alentadoras: el gobierno nacional hace la vista gorda, mientras el Grupo Clarín avanza con la eliminación de sus señales de la grilla de Cablevisión y el propio grupo universitario cancela programas de cierto éxito.
«El gran desafío de los medios universitarios es adaptarse a la nueva política nacional con respecto a los incentivos estatales a la producción audiovisual», considera Arias. «Habría que buscar aportes de otras instituciones públicas, privadas y del tercer sector para seguir produciendo», sugiere. «Nosotros monetizamos nuestros contenidos en YouTube, producimos para otros canales privados y todo eso lo invertimos en más producción propia», cuenta. En definitiva, la mayoría de los canales se aglutinan y buscan estrategias conjuntas para afrontar la crisis.
 

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