Cultura

Cuadritos y pantallas

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Una reciente camada de historietistas y humoristas gráficos publica sus trabajos sin necesidad de pasar por el papel y encuentra en las redes sociales su propio medio de difusión. Coincidencias y contrastes. El libro como horizonte posible.

Corriente. Las obras de Juan Vegetal, María Luque y Jazmín Varela, representantes de la historieta actual.

La nueva corriente de ilustradores es una cautivante contradicción: producen para Internet, pero mantienen el libro en papel como horizonte. Son lo nuevo, pero suele recorrerlos una estética nostálgica. Están rompiendo los formatos tradicionales de historieta y humor gráfico pero, a diferencia de los movimientos de otros tiempos, no lo hacen deconstruyendo esos lenguajes, sino pasándolos por alto. Se conocen todos y son la generación que sigue a la de la autoedición y los colectivos editoriales. Es una camada difícil de asir, pero que no se puede pasar por alto.
Algunos tienen veintipocos, como Juan Vegetal, que con 25 ya es todo un suceso. Otros ya pasaron bien los 30 y son referentes ineludibles de la corriente, como María Luque. Cuando se los consulta, no ven influencias o referentes comunes. En todo caso, señalan a sus propios colegas como influencias inmediatas. Sin embargo, Marcelo Acevedo, periodista de la revista NAN y coordinador de la sección dedicada a la difusión de estos jóvenes, afirma que la clave de sus estéticas hay que encontrarla en el cómic independiente y underground estadounidense, con exponentes como Charles Burns, Simon Hanselmann o Daniel Clowes.
Para los mismos autores, sin embargo, esos puntos en común son más difusos. La rosarina Jazmín Varela, por ejemplo, sostiene que los une más «un espíritu, una sensibilidad o una forma de contar sin pretensiones». Para Luque, en esa corriente «nos contagiamos entre todos, porque estamos cerca», aunque esa proximidad sea pantalla de por medio.
Ahí hay otra clave para entender a estos creadores. Su primera exposición y llegada a los lectores está mediada por las redes sociales. Algunos llegaron a conocer al extinto Fotolog, otros estallaron con Facebook, pero ahora el punto de encuentro es Instagram. Cada mudanza a una nueva plataforma impone también cambios al formato que proponen a sus lectores. Por ejemplo, Pedro Mancini (que sí viene de la historieta) se mueve mejor publicando tiras en Facebook. Quienes vienen de la ilustración o de Bellas Artes, en cambio, prueban con el humor gráfico de cualquier tipo y encuentran mayor afinidad con Instagram.
Además de lo anterior, la pantalla cambia el uso de los materiales. «A veces me encuentro eligiendo un formato para dibujar que entre en el escáner, pensando en que no se me complique para después subirlo, así que las redes acotaron el tamaño en el que dibujo», dice Varela. Para su colega Luque, la pantalla favorece los colores brillantes, aunque añora el papel. «Sigue siendo hermoso ver los originales de los dibujantes que admiro en papel», destaca.
Vegetal sí ve coincidencias estéticas y menciona a otros amigos y referentes del circuito, como Jo Murúa o Paula Sosa Holt. «Fue ver nuestros dibujos, sin conocernos, y asociarnos por temática», recuerda. Vegetal también encuentra recurrente el uso de ciertos materiales, como fibras o crayones, «productos que podés comprar en un kiosco y que no son muy profesionales. En los lectores esto tiene un efecto de nostalgia, porque a veces se mezclan cosas de los 90», comenta.
Los seguidores pueden ver cómo evoluciona el artista en tiempo real: avances, experimentos, retrocesos y consolidaciones quedan registradas en álbumes online. El horizonte, de cualquier modo, sigue siendo el libro. Acevedo lo define con firmeza: «Los medios con los que cuentan son las redes sociales, plataformas para mostrarse de manera más rápida y fácil y, desde ahí, catapultarse para integrar un colectivo o publicar un libro».

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