Cuento | Por Hernán Vanoli

El poder de la literatura

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Hernán Vanoli (1980) es investigador, editor y guionista. Escribe sobre literatura, política y tendencias culturales en la revista Crisis. Publicó ensayo, novelas, traducciones y volúmenes de relatos, y entre otros libros, El amor por la literatura en tiempos de algoritmos (2019), Los dueños del futuro (en colaboración con Alejandro Galliano, 2017) y Pyongyang (2017).

Ilustración: Alejandra Karageorgiu

1.

Querida Lis:

Mañana cumplo ocho meses y medio de condena. Por primera vez me quedé dormido y me retiraron el desayuno sin que pudiera tocarlo. No sé si tomarlo como la expresión de que hallé cierta forma de paz o si es que empiezo a desmoronarme.

Me da fuerza que Jeremías esté mejor con las consignas del colegio y que haya dejado de hacerse pis. Con respecto a los padres de los compañeros, que vuelva a buscarlo Norma. Hace un rato le transferí cinco de los ocho mil créditos que recibí por el último partido del torneo de fútbol de presos con tortura. Tenemos el próximo mes cubierto.

No te preocupes por mis llagas. Hace tres días parecían volcanes apagados y hoy son apenas rastros de lluvia sobre el barro seco de mis pantorrillas.

Tomé una decisión: voy a ir con el cuento de Cortázar. Una inocente forma de defender nuestra inocencia. Jamás le mentimos a nadie. El verdadero estafador es el sistema. Además, vamos a recuperar esa plata. 

Lo de la lectura vegana de «El Matadero» quedará para cuando recupere la libertad. Tu idea fue genial, pero las musas no acompañan.

Tuyo, H

2.

Querida Lis:

Ayer soñé con Jeremías y con vos. Los tres íbamos al supermercado, y Jeremías me rogaba que le comprase una pinza pico de loro. Le preguntaba para qué la quería y me respondía que para defenderse cuando tuviera miedo. Después lo dejábamos suelto con su monopatín y debatíamos la compra de macetas. Volvíamos a cruzarlo en las góndolas refrigeradas, donde Jeremías aplicaba la pico de loro a unos pedazos de carne. Los pellizcaba hasta arrancarles un coágulo.

El analista del pabellón me ayudó a interpretar: existe un desplazamiento metonímico entre mis llagas y lo que Jeremías extirpa. Su existencia me cura, su ausencia me lastima. Y la tuya también.

Te felicito por las nuevas alumnas. Si saben quién sos y se anotaron igual, significa que sí, que, a veces, el tiempo todo lo cura.

Tuyo, H

3.

Querida Lis:

Pasado mañana es la entrega del cuento. Averigüé que no son muchos los que participan. La conmutación es de tres meses de pena, por lo que si gano me quedarían solo tres semanas de encierro. Aunque la gerencia de la cárcel lo promociona todos los días, los reclusos no muestran interés. Parece que el año pasado se presentaron ciento cinco, y el anterior había sido noventa y tres. El jurado es anónimo, gente de la Universidad. Hay un convenio con la empresa que administra la cárcel.

Ayer un chico amaneció muerto en su celda. Habíamos hablado una vez, mientras nos poníamos los instrumentos de tortura antes de jugar. Era arquero. Me había dicho que estaba juntando créditos para comprarle una guitarra a su hermano menor. Todavía le quedaban tres años de condena. Nadie conocía su crimen. En su espalda tenía un enorme tatuaje de Güemes. 

Gracias por tu poema. Lo estoy tratando de aprender de memoria.

Tuyo, H

4.

Querida Lis:

Esto fue lo que terminé mandando al concurso de cuentos de la cárcel:

Preámbulo a las instrucciones para hacer rendir un Bono del Estado Argentino

Piensa en esto: cuando te regalan un Bono del Estado Argentino te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un bono, que sigas su cotización muy feliz, y esperamos que rinda en breve porque los mercados están de buen humor, la tasa de la FED está subiendo o quizás bajando; no te regalan solamente esa entelequia pixelada que mirarás cuando abre el mercado y quizás quieras vender. Te regalan –y lo saben, lo terrible es que lo saben–, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es compatriota tuyo, pero no es tu país, que hay que atar a tu ánimo con la línea de su cotización como una cadena desesperada que se quiebra una y otra vez. Te regalan la oportunidad de especular con su futuro para que siga siendo un Bono; te regalan la obsesión de consultar el riesgo país y el estado del Merval, tu incertidumbre proyectada en el podcast de un trader, en el bróker de confianza. Te regalan el miedo a que lo defaulteen, de que lo arrastre una corrida, de que se caigan las reservas y se evapore. Te regalan su año de vencimiento, y la intriga de si es una fecha mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu bono con los demás bonos. No te regalan un bono, tú eres el regalado, a ti te sacrifican en el altar del sistema financiero.

Instrucciones para hacer rendir un Bono del Estado Argentino

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Abra su aplicación en el teléfono, realice la verificación biométrica, que haya buena luz. Ahora se abre otro plazo, los mercados despliegan su paranoia, los bancos centrales regulan tasas de interés, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan toros que saltan a través de aros de fuego en períodos bullish, osos que se embriagan con miel sanguínea en los períodos bearish, la sombra de una devaluación, el perfume de Blackrock. ¿Qué más quiere, qué más quiere? Véndalo pronto en su fintech, déjelo fluir en libertad, vuélvalo a comprar y liquide ganancias, imítelo anhelante. La duda herrumbra la renta, cada stock que pudo tradearse y fue olvidado va corroyendo las venas del capital, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no operamos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Transferí unos créditos del partido de hoy para los pañales de Jeremías. Estoy –relativamente– bien.

Tuyo, H

5.

Querida Lis:

Amanecí con una notificación en la pared de la celda. Había salido segundo en el concurso y mi cuento iba publicarse en los perfiles de la cárcel, ya que con el segundo premio calificaba como finalista nacional. El primer premio lo ganó la militante feminista que envenenó a ochenta personas en un Starbucks; creo que es sobre la dictadura. Pero hete aquí que Netflix, dueña de los derechos de la obra de Cortázar, pidió que mi texto sea descalificado porque no quieren que una persona de «triste notoriedad pública» que «manejó en forma fraudulenta las inversiones de una importante cantidad de personas» quede asociada al escritor.

Luego, por la tarde, un abogado de la empresa que administra la cárcel vino a verme y me dijo que la compañía había decidido salir en mi defensa en tanto artista. Están dispuestos a iniciar un procedimiento legal en contra de Netflix porque se litigaría en Comodoro Py. Me ofreció un contrato donde decía que yo me comprometo a participar en transmisiones «en vivo» de la empresa, desde una celda VIP, y a declarar de acuerdo a los guiones facilitados por ellos a cambio de mi libertad dentro de una semana. No se qué pensarás de esto, y temo lo que vayas a decir. Pero hice una contraoferta: acepto si me facilitan un capital pequeño, de diez mil dólares, para volver a operar y recuperar lo que nos sacaron con los bonos.

Sé que te había prometido no hacerlo más, pero es una oportunidad única. Por favor no te enojes conmigo.

Van a responderme mañana a la mañana. Todavía no firmé nada.

Tuyo, H

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