Cuento | Por Analía Giordanino

Ranita

Tiempo de lectura: ...

Analía Giordanino (Santa Fe, 1974) es profesora en Letras por la Universidad Nacional del Litoral. Publicó los libros de poesía Nocturna (2009), Terrícola (2015), Canciones faunas (2018), Estampitas (2020) y Adentro suena nuestra nave (2021), los volúmenes de cuentos Fantasmas (Premio Alcides Greca, 2008, 2020) y Los impuros (2017) y la nouvelle La Ripley (2018). Vive en Santa Fe.

Hoy la vi, iba por la calle, caminando con otro maestro, para la escuela. Está igual o un poco diferente, el peinado. Yo pasaba con la bicicleta, me iba al hospital, pasé rápido y me saludó. Iba con no sé quién es, uno nuevo parecía. Me acordé cuando me fue a ver con el Luis y el Eduardo. No paré por el otro maestro.

Después me acordé que una vez la había hecho llorar, pero yo también lloré porque le vi los ojos llenos de lágrimas, hablaba finito, no podía hablar. Después otra vez que la vi le pedí un peso, ah, no, antes la había visto un día que andaba por el centro con el Leo, no teníamos plata para volver porque habíamos comprado unas facturas, y no daba para robar, todavía éramos unos boludos, no nos animábamos a robar. Pedimos, así, en la calle, pero no nos daban, hasta que salió de un lugar, una casa vieja, una biblioteca me dijo que era, me vio y me preguntó qué andaba haciendo, yo le dije que andaba desde ayer y que nos habíamos venido ayer y dormimos en la terminal un rato, hasta que nos sacaron, después andábamos por ahí, hasta que tuvimos hambre, nos compramos unas facturas y después ya no juntamos más para el bondi. Entonces ahí la vimos y nos dio plata, un peso, más de un peso creo que era porque éramos dos, y ahí zafamos para volver. Me decía que si me iba a gastar la plata en cigarrillos, no, le dije yo, si ya era cualquiera, hacía dos días que andábamos, yo estaba cansado, el Leo también. Ahí nos fuimos.

Después la vi esa vez de la fiesta de la primavera, el año pasado, el rata, el puto ese no nos dejó entrar porque no éramos de la escuela, decía. Yo ya había ido al principio del año a anotarme a la escuela pero no quiso, entonces salimos y ahí le dijimos que le íbamos a romper todo.

Usted me vio y me vino a saludar, hablábamos con la reja entre medio, la reja de la escuela, la del portón, parecía la cana. Entonces le pedí un peso, no me lo quiso dar, se puso la gorra, no me dio nada. Después nos volvieron a echar y nosotros no estábamos haciendo nada, queríamos mirar nomás, si el portón estaba cerrado con llave. Ahí como yo se la tenía jurada al director volvimos a la tarde, yo aluciné porque andaba con la bolsita que le rompíamos toda la escuela, y le rompimos la puerta con una viga. Que se joda por puto, por botón. Él me hizo echar porque habían dicho que yo le había robado a la maestra de inglés, yo no le voy a robar a una maestra, dijeron que eran cien pesos que tenía en la billetera, no sé quién fue el pasadato, pero yo no le robé a la maestra, el Espíndola fue. Por qué no lo echaron a él, estuvo no sé cuánto tiempo más en la escuela.

Una vez nomás me dejaron volver, pero antes de todo lo de la reja, igual en esa época me tuve que ir yo porque lo habían matado a mi hermano, y ahí me descontrolé de nuevo, y eso que en la iglesia yo me había rescatado, en la iglesia evangélica esa me habían hecho conocer a Dios y yo me portaba bien porque le había encontrado un sentido a la vida, trabajaba, tenía la bici y le hacía mandados a los del barrio, entonces mi vieja y los de la iglesia me aconsejaron que vaya de nuevo a la escuela, y ahí yo andaba bien, los maestros se sorprendían porque yo a mí me salía todo bien en las materias, no rendía ninguna, me puse de novio con una piba de otro barrio, la otra piba que había andado conmigo en la escuela no iba más porque estaba preñada, pero después lo mataron a mi hermano y yo me enloquecí, agarré de nuevo a salir con los pibes del barrio pero antes que lo encontráramos al que lo mató mi vieja me mandó con mi abuela a Monte Vera.

Igual después volví. Ahí las cosas son más tranquilas pero también tenés las juntas, igual yo traté de rescatarme y me puse a pensar que no sé, que hay que trabajar y tener una familia y por eso me puse a escribir esto porque ahora voy a tener un hijo y quiero que sepa lo que yo pasé para que no haga lo mismo, mi mujer sabe todo lo que yo hice si no no hubiéramos andado juntos, a mí no me gusta mentir, yo siempre fui medio loco y me tiene que aceptar así como soy yo.

Ella ahora está por tener el pibe y yo no sé qué voy a hacer. Estoy acá en el hospital. Ayer cuando usted me vio yo no había dormido nada porque todo fue rápido, ni pensé, recién ahora me pongo a pensar y por eso le escribo, bueno, no sé, escribo nomás, usted nunca va a leer esto. Yo quisiera nomás verla a mi mujer con el pibe, se va a llamar José como mi hermano. Acá la cana va a llegar rápido y entra nomás aunque sea un hospital.

Estás leyendo:

Cuento Por Analía Giordanino

Ranita