De cerca

Eclecticismo pop

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Luego de ser madre por segunda vez, la cantante estuvo alejada de los escenarios y solo colaboró en una película. Mientras prepara el material que la llevará de vuelta a los primeros planos, la estrella colombiana repasa sus comienzos y habla sobre su deseo de transformar el mundo.


(Blanco/Rex Shutterstock/Dachary)

 

Desde que cerró la ceremonia de clausura de la Copa del Mundo de 2014 en Brasil, intepretando en el Estadio Maracaná su tema «La La La», poco se ha sabido de Shakira Isabel Mebarak Ripoll, la colombiana que alguna vez fue la nuera de un presidente argentino, la primera mujer en cruzar la barrera de los 100 millones de seguidores en Facebook. No es ningún secreto que su ausencia de los escenarios se debe sencillamente a su maternidad. De hecho, su música nunca dejó de sonar en las radios de todo el mundo.
En enero de este año, Sasha, el menor de los dos hijos que Shakira tiene con el futbolista del Barcelona Gerard Piqué, cumplió un año. Aunque durante este retiro la cantante colaboró con los directores de la película Zootopia, para la que intepretó un par de temas y también le prestó la voz a un personaje secundario, su vida fue la de cualquier mamá. Decidida a hacerse tiempo entre pañales y mamaderas, a los 39 años Shakira volvió a componer una canción, «La bicicleta», en sociedad con su compatriota Carlos Vives.
–A la protagonista de Zootopia le dicen todo el tiempo que no sueñe con futuros imposibles. ¿Te lo dijeron a vos también?
–Por supuesto. Cada vez que estoy sobre un gran escenario frente a miles y miles de personas, me acuerdo de cuando estaba en Colombia y soñaba con ser una artista internacional. Las posibilidades de lograrlo eran bajísimas y, sin embargo, ocurrió. Ciertamente el apoyo de mi familia fue un factor determinante para mí. No me faltaron adversarios ni detractores. En el mismo instante en que decidí convertirme en cantante, algunas personas salieron a decir que era una mala idea, como mi profesor de música, por ejemplo. Es más, él decidió que no podía sumarme al coro de la escuela porque mi voz era muy discordante para él y tenía un vibrato muy pronunciado, que no era lo que él quería en el coro. Algunos de mis compañeros, que todavía siguen siendo buenos amigos, solían bromear diciendo que yo cantaba como una cabra por el vibrato. Recuerdo que volvía a mi casa muy desesperanzada y mi padre me decía que no abandonara el vibrato, porque algún día la gente me iba a escuchar en la radio e iba saber que era Shakira precisamente por ese vibrato que me distinguía. Mis padres me ayudaron a solidificar mi autoestima y me ayudaron a no tirar nunca la toalla.
–¿Cuán importante fueron para que te conviertas en quien sos hoy?
–Fueron fundamentales. Mi padre fue el primero que escuchó mi voz. Recuerdo el momento a la perfección. Él manejaba su Renault 4 naranja. Eran los 80 y estábamos en camino a la playa e íbamos todos cantando, como cualquier familia canta en la ruta. Yo también lo hacía y mi padre le dijo a mi madre que le prestara atención a mi voz, que era muy potente. Yo nunca había escuchado la palabra «potente». No sabía lo que quería decir, pero sonaba bien. Un día mi madre me dijo que había un concurso de canto para niños y me preguntó si quería participar. Yo le dije que necesitaba de un día para pensar. Tenía 10 años. Lo pensé y al día siguiente le dije que sí, que estaba lista. Yo ya sabía que todo iba a cambiar a partir de eso y así fue: esa decisión comenzó a darle forma a mi vida.
–¿Tenés que ser fuerte para poder triunfar en la industria de la música?
–Por supuesto. Mi camino hasta aquí no ha estado cubierto de pétalos de rosa. La industria de la música tiende a aplastar a los idealistas y tiene su propio mecanismo de selección natural de las especies, en la que solo los más fuertes y los más tenaces sobreviven. Creo que si sigo estando aquí es porque he sido más tenaz que fuerte, pero ciertamente creo que uno tiene que ser un poco agresivo para poder concretar sus objetivos. Hay que creer en uno mismo, pero también ser disciplinado, porque de lo contrario solo vas a permanecer unos pocos meses en la radio. Para poder durar en una carrera como la mía hay muchos otros aspectos que son importantes. He tenido que aprender a controlar mis propios miedos, porque a veces uno puede convertirse en su propio enemigo, si es que se deja llevar por sus inseguridades.
–¿En qué momento estás en este punto de tu vida?
–En un momento muy feliz, porque las cosas que me hacen estar bien van más allá de mí misma. Ya no estoy sola en el mundo, por lo que disfruto de ver a mis hijos crecer y desarrollarse. Estoy segura de que van a ser personas responsables, compasivas, generosas, que se dedicarán a hacer el bien. Esas son las cosas que me entusiasman del futuro. Además, en este momento estoy empezando a soñar con un nuevo álbum. En las 12 horas de vuelo desde España hasta Los Ángeles en las que estuve sin mis hijos, empezaron a surgir ideas como una avalancha. Y ahora no veo la hora de volver al estudio. Dos meses atrás no estaba tan desesperada por volver como ahora, porque estaba rodeada de mamaderas, chupetes y pañales, lo que no me permitía concentrarme en componer música. Tomarme un descanso para ser mamá fue una bendición sin que lo supiera, porque me dio la objetividad y la distancia que necesitaba para extrañar mi trabajo. La verdad es que extraño subirme al escenario, cantar y actuar delante de la gente, y escucharlos cantando conmigo. Puede resultar trivial o vano, pero es vital para mí. Si no canto o no escribo, empiezo a sentir que una parte de mí se asfixia. Deseo volver ahora más que nunca y tal vez tenga que ver con Gerard, porque recientemente tuvimos una conversación en la que él me dijo que me dedicara a lo mío, que él se iba a ocupar de los niños. Eso me alivió mucho y ayudó a que quisiera volver a hacer música. A partir de ahora, me voy a concentrar en eso.
–¿En qué medida ha cambiado tu vida desde que te casaste con Gerard Piqué?
–No estoy casada con él. No me ha puesto el anillo todavía…


(Levy/Rex Shutterstock/Dachary)

 

–¿Pero cómo es la vida junto a una estrella del fútbol?
–Es como estar casada con un soldado que no muere en la batalla. Pero él está atado al Barcelona y no puede viajar. No tiene la libertad que tengo yo, porque tiene que estar allí para su equipo todos los días. Solo tienen un mes de vacaciones al año, pero el resto del tiempo están allí entrenándose y jugando partidos. El mundo del deporte es completamente diferente al de la música, pero es muy interesante para mí observarlo de cerca, porque yo siempre he jugado sola, y estar cerca de una persona con mentalidad de equipo me impresiona mucho. Él siempre está pensando en sus compañeros, lo cual me ha enseñado mucho. Yo sigo sin entender demasiado esto de que él nunca pueda viajar a ningún sitio, pero tiene que pensar en su equipo y guiarse por ciertos códigos y principios, lo cual es maravilloso. Por eso quiero que mis hijos aprendan a ser deportistas, aunque no lo hagan profesionalmente, porque forja sus personalidades de una manera fantástica.
–¿De qué manera se expresa en tu vida tu herencia libanesa?
–En mi música hay una presencia muy clara de mi herencia cultural tan mezclada, porque tengo sangre libanesa por parte de padre, pero también española y un poquito de italiana por parte de madre. Además nací y me crié en Colombia, como la mayor parte de mi familia. Creo que todas esas influencias le han dado forma no solo a mi alma y a quien soy como persona, sino también a mi música. Supongo que eso también tiene mucha influencia a la hora de grabar, porque todo el tiempo estoy experimentando con nuevos sonidos. Es una de las cosas que me distingue como compositora: siempre tengo curiosidad por combinar elementos que vienen de diferentes regiones del mundo.
–¿Qué papel juega el amor en tu vida?
–El amor tiene el papel principal en la película de mi vida: es el absoluto protagonista. Es el motor de cada paso que doy en la vida, y es algo que me alimenta y me estimula. En mi lista de prioridades, el amor es el número uno. Yo sé que a mis admiradores no les va a gustar lo que voy a decir, pero a mi me importa más el amor que la música. Y no solo me refiero al amor de una pareja, sino también al amor de mis hijos, de la familia y de mis amigos. Tiene que haber amor en mi vida porque de lo contrario me ahogaría.
–¿Cómo lográs hacer tantas cosas al mismo tiempo en tu vida?
–Lo que me lleva a seguir adelante es el deseo de seguir aprendiendo y seguir creciendo, por lo que no puedo hacer las cosas de otra manera que como siempre las he hecho. Supongo que es porque soy una persona muy curiosa y siempre estoy buscando descubrir cuáles son mis límites. He sido así desde muy pequeña.
–¿Dirías que la ambición es parte de ese deseo?
–No lo llamaría ambición. No me gusta esa palabra. Siempre creí en mis propios sueños y he sido lo suficientemente afortunada de tener gente a mi alrededor que ha creído también en esos sueños, gente que ha estado tan loca como yo para creer en ellos. Mis padres, por ejemplo. Cuando tenía 10 años les dije que iba a ser una cantante profesional y ellos nunca cuestionaron la autenticidad de esa decisión, ni las posiblidades que tenía de poder concretar ese sueño.
–¿Qué fue lo que te permitió concentrarte en tu carrera y no dejarte llevar por las tentaciones?
–Probablemente la educación que recibí, porque eso también tiene que ver con los principios que me formaron como persona. A mí me sigue gustando estar rodeada de mi familia y de los amigos que estan conmigo no por lo que represento, sino por quién soy. Creo que es muy importante con quién te juntas, y en ese sentido soy muy selectiva. Yo creo que he elegido a un buen hombre: él es mi base, es una persona asombrosa en la que puedo respaldarme cada segundo del día. Es que he sido muy afortunada, empezando por estos padres que creyeron en mí y me dieron una gran educación, con buenos valores.

 


Amor.
Piqué y Shakira, pareja y padres. (Lago/AFP/Dachary)

 

–¿Cuáles son los sueños que todavía no pudiste concretar?
–Tengo dos niños pequeños, uno de 3 años y el otro de 1, y sueño que cuando crezcan sean muy unidos. Quiero una familia unida, ese es mi gran sueño personal. Y como decía antes, he vuelto a soñar con hacer música, porque siempre ha sido un milagro para mí y soy sencillamente la receptora. Tengo que esperar a que la musa me visite, y debo tropezarme con las ideas correctas y luego conocer a la gente apropiada para que me acompañe en ese viaje. Hay una dosis de milagro que es necesaria para componer buena música y, simplemente, espero que la fuerza me acompañe.
–¿Y tus sueños para el mundo?
–Son muchos. Yo espero que todos los niños del mundo, más allá de su condición, raza o género, tengan acceso a la mejor educación, desde que son muy pequeños. La educación es lo que nos vuelve iguales, y creo que muchos de los problemas sociales que enfrenta el mundo actual vienen de la falta de oportunidades, de la disparidad entre los ricos y los pobres, algo que es particulamente notable en el mundo en desarrollo. Sueño con que esa disparidad se vuelva cada vez más pequeña y que cada vez haya más niños disfrutando de una buena educación.
–¿Por qué le dedicás tanto esfuerzo a tu programa Pies Descalzos?
–Porque la mitad de la población del mundo vive con menos de un dólar por día, y hay 60 millones de niños que no tienen acceso a ningún programa educativo. Es por eso que me he tomado muy seriamente mi compromiso con la educación, particularmente en los países en vías de desarrollo como Colombia, donde mi fundación Pies Descalzos ha trabajado construyendo escuelas, pero además proveyéndoles nutrición a esos niños. El almuerzo en la escuela es muy importante como incentivo para que los padres envíen a sus hijos a clase.
–¿Las celebridades tienen que aprovechar el poder que tienen para tratar de transformar la sociedad?
–Claro. Vivimos en una sociedad interdependiente y cada cosa que hacemos tiene un impacto en el mundo. No importa si somos celebridades, doctores, maestros o estudiantes. Todos podemos aprender a dar, para lograr un cambio en la sociedad. Yo creo en el poder de mi generación, el que la generación de mis padres no tuvo. Creo que en el mundo globalizado en el que vivimos y con los avances tecnológicos como Internet y las demás cosas que están a nuestro servicio, podemos utilizar esos recursos y comunicarnos mejor entre nosotros, para poder unirnos y convertirnos en los arquitectos del cambio y de la transformación.

 

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