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Después de todo

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Mariano del Mazo

Teresa Parodi
Sony Music

La compositora y cantante presenta un disco poblado de personajes y paisajes.

Teresa Parodi tiene todo lo que tiene que tener un artista popular: compone, canta, sus apuntes sociales jamás degeneran en panfleto, va de la raíz a la modernidad sin afectación y sin perder la esencia. Luego de Todo lo que tengo, un disco extraordinario en el que musicalizó poetas, ahora lanza uno de temas propios. Después de todo fue escrito en pleno encierro debido a la pandemia, yendo de la cama al living de su departamento y es, paradójicamente o no, un disco «de exteriores» que la transporta a su origen surcado de ríos y esteros. Muchas canciones conjugan paisajes y personajes, uno de los sellos de la pluma certera de Parodi. Si ayer fueron Pedro o José, hoy son Palmira o algún otro canoero o cualquier «pinandí» (pies descalzos). Lo hace con un nivel altísimo, eligiendo las palabras con cuidado de orfebre. Destaca la producción artística compartida entre Matías Cella y el tucumano Manu Sija. Parodi siempre supo rodearse bien y busca mutar sonoramente con cada disco: he ahí parte de su modernidad. Desde la estructura circular de «Distinto», desanda diez canciones apoyadas en ritmos definidos (milonga, chamamé, rasguido doble) pero que sobresalen por el vuelo de instrumentaciones de un ancho abanico tímbrico (mandolinas, laúd árabe, por supuesto el acordeón, todos los estupendos chirimbolos de Facundo Guevara). Desfilan homenajes y participaciones que trazan algo así como un ADN de la correntina. «Milonguita compañera» está dedicado a uno de sus maestros y mentores, Alfredo Zitarrosa, y a su compinche Raúl Carnota. Y en el hermosísimo «Botella al mar» tocan dos de sus nietos, Emilia y Ezequiel, hijos de Camilo Parodi, responsable de los bajos del disco. Esa familiaridad se presiente en la calidez de las canciones. Sobre el final, el disco se desliza hacia una oración esperanzada, cantada junto con Cecilia Todd: «El amor volverá» parece indicar que después de tanta tragedia, tanta soledad y muerte la reconstrucción no solo es posible: es necesaria.

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