Cultura

Detrás de escena

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La dramaturga y actriz presenta una obra en la que indaga en
los detalles del proceso creativo a partir del trabajo en equipo.
Sus participaciones en cine y sus experiencias literarias.

 

Campos magnéticos. Paula habla de la conexión que existe entre sus distintas facetas. (Jorge Aloy)

No es más como que uno tiene que hacer y si después encima la pegás, mejor todavía? ¿O pegarla es algo que uno se tiene que proponer?». Son preguntas que formula la protagonista de ¿Vos me querés a mí?, la primera novela de Romina Paula quien, además de destacarse en el campo de la narrativa (luego publicó Agosto y se encuentra preparando su tercera ficción), es una de las dramaturgas/directoras más lúcidas de la actual escena porteña. Todo parece indicar que en su caso no se propuso «pegarla», sino que escribe y dirige porque «igual no podría dejar de hacer lo que hace», como también sugiere aquel personaje.
A pesar de lo anterior, se podría decir que su trabajo logró trascender. Claro que todo depende desde qué perspectiva se hable, ya que, como ella misma sostiene, «el mundo del teatro alternativo es muy pequeño, y si a una obra le va mejor o peor que a otra, no significa ganar o perder una millonada». Sin embargo, este mundo es su lugar de pertenencia y algo que ella se toma muy en serio: allí viene desplegando su creatividad desde hace más de 10 años, para ganarse el reconocimiento del público y de la crítica.
La compañía de Paula se llama El Silencio, y ya llevan estrenadas tres obras escritas y dirigidas por ella: Algo de ruido hace, El tiempo todo entero y Fauna. La segunda, una personalísima y extraordinaria versión de El zoo de cristal de Tennessee Williams, estuvo en cartel durante 4 años a sala llena y giró por múltiples ciudades europeas, principalmente de Francia, donde fueron calurosamente recibidos. En un circuito con tanta competencia como el independiente, en el que los espectáculos pueden durar sólo unos meses en cartel, puede decir hoy que El tiempo… es parte de un ciclo concluido: «La gastamos, por eso no siento melancolía por dejar de hacerla. Hoy Fauna me representa más».
Después de largos meses de ensayo, esperaba ansiosa la hora del estreno. Originalmente programada en el Teatro Argentino de La Plata para octubre de 2012, recién fue presentada en junio de este año en el Centro Cultural San Martín. «Se atrasó tanto que ya no estaba tan nerviosa, sino con muchas ganas de salir al ruedo: queríamos mostrarla. Recién ahora empiezo a entender de qué se trata la obra; necesitaba calibrarla con la respuesta del público», explica. Esta fue su primera incursión en la escena oficial; luego de permanecer unas semanas en el centro cultural, Fauna pasó al circuito independiente. Por estos días se la puede ver en el Espacio Callejón, una sala que prácticamente es su casa.
El título corresponde al nombre de un personaje femenino evocado en la obra, que surgió a partir de sus lecturas de Concepción Arenal y Katherine Anne Porter, entre otras. También fue inspirado en una mujer de Sierra de la Ventana, hija de inmigrantes alemanes, que a los 90 años seguía andando a caballo. Coincidentemente, falleció a pocos días del estreno. En la pieza, una actriz (Pilar Gamboa) y un director de cine (Rafael Ferro) se instalan en el pueblo del litoral en el cual vivió esta suerte de amazona. Una mujer culta y salvaje que, como Concepción Arenal, se disfrazaba de hombre para acceder a los círculos intelectuales masculinos. Allí intentan reconstruir su vida para obtener la materia prima de una futura película. Sus principales fuentes son los hijos de Fauna (Susana Pampín y Esteban Bigliardi), personajes extraños e inasibles.
Esta es la base de la trama, pero a partir de allí se despliegan múltiples capas de sentido y una constelación de citas –en especial de Calderón de la Barca, Shakespeare y Roberto Arlt– que conducen a reflexionar sobre la actuación, la ficción y la verdad. «Fauna tiene mucha información. Los que salen de verla, me dicen que la verían otra vez», cuenta Paula. «Quería reflejar algo de nuestros largos procesos de trabajo, hablar de nuestro grupo. Quería convertir eso en material teatral, ya que lo que más hacemos es ensayar. En esos momentos uno reinventa el mundo: tratás de entender cómo es tu definición de las cosas. Ubicarlo en el marco de la preparación de una película me dio cierta distancia».
De todos modos, el cine no le es ajeno a la escritora. Ha trabajado como actriz en casi todas las películas de Matías Piñeiro; por Viola fue premiada en el último BAFICI. También estrenó recientemente El día trajo la oscuridad, de Martín Desalvo, «una de vampiros». Antes había protagonizado El estudiante, el aplaudido film de Santiago Mitre. «El cine me encanta», dice ella. «Lo único que puedo hacer en ese ámbito es actuar, por ahora. Pero me gustan mucho los rodajes: me hacen pensar en los ensayos teatrales, esa convivencia de un grupo de personas a las cuales lo único que las convoca es ese hacer. El mismo proceso que se cuenta en Fauna».
Aunque la obra ya tiene programadas distintas presentaciones en Europa, en especial tres semanas en el Théâtre de la Bastille en París, Paula afirma: «Nuestro espectador ideal es el argentino». Su más reciente producción teatral también tiende puentes con la producción que desarrolla en el ámbito de la narrativa. «Fauna es medio literaria, pero de una manera distinta a mi manera de escribir novelas. En teatro hay un disciplinamiento y tiempos que tengo que respetar; escribo concretamente para los actores de la compañía, con una cierta idea de cada uno de ellos. En cambio, la literatura es tierra de nadie, sucede en soledad y no tengo apuro: ahí estoy librada a mi suerte».

Victoria Eandi

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