26 de octubre de 2024
El Centro Cultural Haroldo Conti sigue acéfalo y su continuidad corre el riesgo. Falta de financiamiento y despidos sin causa. El esfuerzo de los trabajadores por mantenerlo en funciones.
ExEsma. El Conti forma parte del predio que fue consagrado Patrimonio Mundial de la Humanidad. Es visitado durante todo el año por personas de todas las edades. Hoy corre peligro.
Foto: Diego Martínez
¿Borrar una palabra alcanzaría para llevar al olvido lo que esa palabra significa? Hay quienes creen que sí. Y que la tachadura borraría también el significado y las acciones consecuentes. Algo así ocurrió en el mes de julio cuando el Ministerio de Justicia de la Nación, por decreto, estipuló que el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti cambiase su nombre por el Centro Conti sin sustantivo ni nombre propio. (El Centro forma parte de un conglomerado de organismos reunidos en el Espacio Derechos Humanos y Memoria –exEsma– del que forman parte más de 18 instituciones). Ni el Centro ni el público en general se quieren dar por enterados y han hecho caso omiso al decreto, pero es claro que la supresión de la palabra lleva dentro de sí una serie de políticas que apuntan a bombardear la memoria.
El Centro, ubicado en la avenida Libertador en una parte del predio que perteneció a la exEsma, centro de tortura durante la última dictadura militar, fue consagrado el año pasado como uno de los pocos lugares en el mundo considerados Patrimonio de la Humanidad.
A pesar de semejante honor, apenas asumió la gestión actual –el centro depende del Gobierno de la Nación–, lo dejó acéfalo. No hay director o directora que se haga cargo de sus contenidos. Son los propios trabajadores quienes se organizaron de manera autogestiva para continuar con su programación que se presenta más nutrida que nunca, a pesar de que hay despidos por goteo cada semana (durante la última semana en la que Acción tuvo contacto con los trabajadores se despidieron, sin causa, a siete de ellos con 10 años de antigüedad) y el Centro se encuentra en estado de asamblea permanente junto con los restantes organismos que funcionan en el predio.
Se esperan 1.300 despidos de aquí a fin de año. Son los propios trabajadores del Centro los que aportan la información pidiendo que no se den sus nombres porque tienen miedo a represalias o a perder su trabajo, como mínimo. «Somos un cuerpo de cerca de 10 coordinaciones, desde danza, artes visuales, comunicación, institucionales, administración, diversidad de género, literatura. Hemos conformado un cuerpo de coordinación que es lo que venía funcionando y así nos vamos organizando semanalmente la programación».
A la gorra
Las entradas eran gratuitas, pero a raíz del desfinanciamiento, los trabajadores decidieron implementar, con cierta vergüenza, el pago a la gorra, que va directamente a los artistas, quienes hacen su trabajo solidaria y gratuitamente.
«Tardamos unos meses en poder decir que era a la gorra, porque al principio teníamos ciertas dudas y siempre la condición es que la plata no la toca la gente del Conti, sino que es un QR direccionado directamente al artista o a la persona o a la banda. En el caso de los talleres también se pasa una gorra voluntaria, no es requisito para anotarse en ninguno de ellos. Recibimos bastante buena respuesta de la gente y las personas que se acercan al Conti en general lo hacen para apoyar la programación y la identidad del Centro Cultural».
En el mes de septiembre, cuando se celebró el Día de la Memoria, realizaron actividades específicas e intensas para llevar bien en alto el significado de la palabra tachada. Lo mismo el 22 de octubre, cuando se celebra el Día del Derecho a la Identidad, fecha conmemorativa creada en honor a la labor de las Abuelas de Plaza de Mayo, cuando se honra la búsqueda de la verdad, justicia y reparación para las víctimas del terrorismo de Estado y especialmente a los niños y niñas nacidos en cautiverio.
La exEsma fue un triste centro clandestino donde los bebés paridos por las detenidas eran vendidos o regalados a militares o allegados. Las Abuelas ya encontraron más de 70, pero la tarea larga y extenuante aún no llegó a su fin. Para ese día la actividad principal del Centro de la Memoria Haroldo Conti será intensificar sus visitas guiadas contando la historia del predio, haciendo hincapié en la maternidad clandestina que se organizó mientras se alojaba a mujeres parturientas por entonces desaparecidas, muchas de las cuales tuvieron como destino final los vuelos de la muerte.
Continúan las muestras visuales entre las que destaca En la tierra son actos, que desde los juicios de 1985 hasta la aparición de H.I.J.O.S y sus escraches recorre algunas de las herramientas que se han usado en nuestro país para construir comunicación sobre los juicios de lesa humanidad y rescatar la memoria.
El Centro organiza también otras actividades que incluyen seminarios, cine, danza, música y acciones concretas por la diversidad de género. Todo a la gorra. Todo con la solidaridad de artistas, académicos y comunicadores que se niegan a la tachadura.
Espacio cultural. Se organizan a diario todo tipo de actividades relacionadas con literatura, cine, danza, música y acciones por la diversidad de género.
Foto: Diego Martínez
Parque de la Memoria
Diferente es la situación del Parque de la Memoria, dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aunque la crisis económica lo afecta como a cualquier ciudadano o entidad cultural de la Ciudad. Allí la continuidad de la programación no corre peligro, no se controlan los contenidos y no se tocó a ningún trabajador de la planta.
Su directora, Florencia Battiti, explica: «En realidad no es la misma situación que los espacios de memoria de Nación. El Parque en ese sentido por ahora mantiene un cuidado mayor, creo que tiene que ver con el Consejo de Gestión y también porque dependemos de la Subsecretaría de Cultura Ciudadana y Derechos Humanos, cuya subsecretaria es la misma persona que estuvo a cargo del Parque durante toda la gestión anterior, Pamela Malewicz –comenta Battiti–. Es una de las pocas funcionarias de Larreta que quedó dentro del Gobierno de Jorge Macri. Por el momento no tenemos ningún condicionamiento de contenidos, no lo tuvimos nunca y es verdad que por ahora tampoco lo tenemos. Supongo que no les interesamos tanto como para intervenirnos en los contenidos».
Sin embargo, señala la directora, los salarios del equipo de trabajo «son paupérrimos, sobre todo en este último año, pero no porque los bajaron, sino que responde a la inflación que sufrimos todos. Esto hace que la situación sea un tanto delicada –dice Battiti–, sobre todo para los ingresos de los equipos y el presupuesto de funcionamiento y para las muestras. Ahora estamos en pausa y volvemos con la programación en noviembre con una gran muestra de la pintora Diana Dowek cuyo eje central de trabajo es la migración y los desplazados».
«Donde hay memoria, hay futuro» es el lema que enlaza a estos dos espacios artísticos y monumentales y desde ellos no piensan borrar la palabra inquietante en la que se funda el relato de nuestra historia, de cualquier historia.