Cultura

El hombre que amaba los libros

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(Facundo Nívolo)

El 11 de setiembre habría cumplido 79 años, pero a Mario José Gravibker la muerte le llegó pocos días antes, el 27 de agosto. Nació en 1936 y fue la mayor parte de su vida activo militante del Partido Comunista argentino. Su participación en las luchas estudiantiles hizo que de muy joven conociera la cárcel. Había estudiado en el Colegio Nacional Bartolomé Mitre y luego ingresó a la Facultad de Derecho. Por el año 1973 era el responsable a nivel nacional del sector universitario de la FJC (Federación Juvenil Comunista), e integraba el grupo de esa facultad que por entonces, bajo el decanato de Mario Kestelboim, se proponía no solo cambiar la universidad sino también el país.
Quizá en un indicio de lo que sería luego su labor principal, fundó la revista universitaria Línea, recordada como una excelente publicación. Las tareas partidarias lo llevaron muchas veces a recorrer zonas del interior del país y del exterior, como por ejemplo sus viajes al bloque socialista. Estaban también los traslados a Chile, junto con su esposa y compañera de siempre, Regina Novakovsky, para visitar a las hijas y nietas. Sufrió hace 5 años el dolor de perderla, pero ella, entre muchas otras cosas, le dejó su novela La muchacha de Atamisqui y La mujer no es un cuento, publicaciones que contaron con la experiencia de Gravibker vinculado con la Cooperativa El Farol.
Cuando a finales de la década del 80 apareció el diario Sur, trabajó como editor de los libros que acompañaban al periódico. Bien puede considerarse esa actividad el preludio del proyecto editorial que dirigió a partir de los 90, hasta pocos años atrás, cuando se jubiló. La colección, bautizada Desde la Gente, comenzó a ser editada por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. Desplegó entonces una enorme actividad, que comenzaba con la convocatoria a escritores, la selección de propuestas, el cuidado en la edición en sus puntuales 128 páginas, hasta que surgía el nuevo libro con las singulares tapas del dibujante Carlos Nine. No solo fue significativa la cantidad de títulos publicados, más de 200, sino también el número de las tiradas, que alcanzaba la cifra hoy increíble de 10.000 ejemplares. Entre ellos estuvo, por ejemplo, una antología de Juan Gelman, al cual, por otra parte, reunió con Eduardo Galeano en un memorable acto en el Teatro San Martín. Gravibker se enorgullecía cuando comentaba la difusión lograda a nivel nacional e internacional, pero además participó desde los inicios en la concreción del emprendimiento de Floreal Gorini: el Centro Cultural de la Cooperación. Desde las primeras reuniones, todavía en la calle Maipú, Mario José, como le decían, coordinó lo que iba a ser después el Departamento de Literatura. Ya en el edificio de Corrientes, que tanto elogiaba, continuó su tarea editorial. En las reuniones se lo escuchaba hablar de la marcha de los libros y de los nuevos planes de publicación. Esa imagen lo retrata y persiste: un hombre que amaba los libros y confiaba en que aportaran a la concreción de un mundo mejor.

Susana Cella

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