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El pozo brillante

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Mariano del Mazo

El compositor y cantante hace dialogar al pop más efervescente con la oscuridad. (Nora Lozano)

Vicentico
Sony Music

Demoradísimo, después de siete años salió el séptimo disco solista de Vicentico. El pozo brillante es una confirmación de su destreza compositiva y del lugar que eligió hace tiempo: un sitio ubicado en la médula de la canción popular. En ese sentido se mueve con libertad atemporal por la balada melódica, por bases adhesivas tecno o por el sonido acústico. El juego de Vicentico consiste en lanzar cortes de difusión eficaces –como «Freak» y su inquietante frase «Yo soy feo, por eso me tienen miedo», o como las dos versiones de «Ahora»– y dejar algo ocultas grandes canciones, que solo advierten aquellos que insisten en tomar estas ediciones como álbumes. En el debut, por ejemplo, estaba «Todo está inundado»; en Los Rayos, «El barco»; y así. Aquí sobresale «¿Quién sabe?» y su sonoridad india de sitar, con versos como «En las cenizas del fuego hay un diamante viejo/ Brilla como un espejo/ Y esa es mi fe». También destaca la guitarrera y profética «Cuando salga», escrita antes de la pandemia: «Caminar bajo el sol es lo único que quiero/ Y salir de prisión, escaparme de este encierro». Hay temas que recuerdan a los últimos discos de los Fabulosos Cadillacs, como «Solo para mí». La canción es hermosa y tiene una liviandad poética que Vicentico maneja maravillosamente: «Van abriéndose las flores del sueño, flores que en lo oscuro empiezan a vivir/ Son colores que iluminan la noche, prenden el rocío solo para mí». Habría que agregar los disfrutables péndulos que van del cover en español del himno de Nina Simone «Ain’t Got No, I Got Life» («No tengo») al aire de fanfarria de «Chau estrella». Con la producción del propio Vicentico junto con Héctor Castillo, y la participación de Mariano Otero, Chris Bruce, Glenn Patscha, Jeff Hill, Flor de Toloache y Sebas Fucci, entre otros, el disco define ya desde su título los contrastes que habitan la larga carrera de Gabriel Fernández Capello. Él tal vez no se toma demasiado en serio, pero finalmente su arte pasa por hacer dialogar lo más oscuro y desolado con el pop más efervescente.

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