Cultura | CASTING DE GRAN HERMANO

Sexópatas, policías e influencers

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Mariano Kairuz

Los aspirantes grabaron videos en los que resumen las razones por las que deberían formar parte del reality. Las redes sociales y la exhibición de la vida.

Primera persona. Exagerados, cancheros, patéticos y vulnerables, los candidatos se exhibieron sin pruritos para entrar a La Casa. 

«Tengo 225.000 seguidores en Instagram, 500.000 en TikTok. Me dedico desde hace un año a esto. Fui influencer del verano, por así decir, salí en varios programas de televisión», larga uno tratando de sostener su postura canchera, rígida, la musculatura trabajada a la vista. Y prosigue entre imprecisiones: «Considero que soy avasallante, tengo una personalidad muy fuerte, no me dejo pasar por arriba y quiero entrar al programa para demostrar, realmente, cómo se juega a Gran Hermano. Considero que voy a ser misterioso, voy a saber cuándo hablar, cuándo no y obviamente va a haber que manipular a la gente para ganar. Soy querido, soy odiado, no tengo punto medio. Soy un pibe muy conocido en la Argentina. Espero entrar a programa para causar un revuelo».
No debe haber nada menos misterioso que una persona que dice tan cándida, desembozadamente lo misteriosa que se considera a sí misma, ni un famoso tan dudosamente célebre como alguien que siente la necesidad de aclarar que es «muy conocido». Y sin embargo (o tal vez precisamente por su atropellado estilo) Tomás Holder, rosarino de 21 años, fue uno de los candidatos a la nueva edición que más ruido hizo en esta suerte de casting abierto, «filtrado» y viralizado, con el que el reality nacido dos décadas atrás promociona su inminente regreso bajo la conducción de Santiago del Moro y a través de las pantallas de Telefé y PlutoTV, una plataforma gratuita de streaming, sistema idóneo para su demencial propuesta de seguimiento 24/7.
Muchos otros y otras grabaron su breve discurso con la esperanza de entrar a La Casa: está la chica que se autodefine como «sexópata», un pibe que dice ser «altamente cheto» (convencido de que ese es un argumento a su favor porque «la gente odia a los chetos»), la veinteañera de La Matanza que se jacta de no trabajar ni estudiar y «vivir de joda» y, un favorito ineludible, el policía que se pregunta si él, qué peligro, no será bipolar. Son solo algunos de los integrantes del nuevo catálogo de personajes con vocación de freaks públicos que se presentaron a la preselección del undécimo GH, el primero en seis años.
La convocatoria en la web de Telefe indicaba que «los únicos requisitos son ser mayor de edad y ser uno mismo», pero, de verdad, ¿quién se anima a competir siendo nada más que uno mismo entre tantos anónimos que aceleran las noches de la televisión abierta con sus talentos vocales o culinarios? Más allá de las 30 cámaras y los dispositivos infrarrojos destinados a registrar hasta lo que pasa en la oscuridad en un entorno de vigilancia permanente, la verdadera novedad es que el casting hoy está a la vista de todos, que el medio para postularse esta vez es la producción de un video de un minuto y que, claro, ya hubo miles. El desafío ahora que cualquiera puede hacer ese clip para venderse a sí mismo es cómo competir con el nivel de bizarrada que circula permanentemente en redes sociales.

Escalera a la fama
Primero, hace más de dos décadas, fue el programa pionero de Mariano Cohn y Gastón Duprat, Televisión abierta, un espacio de exposición a los extras del mundo «real», primer delivery de cámaras a domicilio, en el que «cualquiera puede hacer y decir lo que quiera, gratis y con total libertad». El ciclo abrió las puertas a una cantidad impresionante de chiflados que estaban ahí nomás, alojados entre los vecinos, esperando una oportunidad para mostrarse. Luego fue YouTube. Las redes relevaron a la hoy llamada «vieja televisión» de algunas de sus funciones tradicionales, pero ahí está aún, la TV abierta resiste: cientos de miles aún quieren participar de Gran Hermano. Y ahí están los castings para quien quiera conocer a algunos de los que quedaron afuera.
Ludmila, de Córdoba, dice saber hacer los mejores cafés y promete algo de calentura. «Todo tema que hablemos lo voy a relacionar con el sexo. Perdón, pero soy así», dice en su presentación. «Voy dispuesta a todo. Tengo una mente muy abierta en todos los sentidos. Me gusta mucho dominar y a veces ser la sumisa de la situación. También me gusta cantar, pero me tenés que prestar tu micrófono», completa. Oriana es la muchacha de La Matanza que vive «de joda». «Me encanta ir de fiesta en fiesta con mis amigos. Soy bastante malcriada y consigo todo lo que quiero», explica. Ella es, dice, «una show-woman: estar conmigo es cagarse de risa todo el día y tener diversión garantizada». También cree que nació para ser famosa, «como sea».
Otro musculoso, Sebastián «Baby Face» Cola dice lo que no debería ser necesario decir: que da «bien en cámara» y cuenta como un plus que trajo un bebé al mundo «en el 2000 y pico» y que «ahora la pendeja debe tener como veintipico y nunca supe nada de ella». Hay un actor porno y están también el muy joven novio de Guido Suller y una exnovia de Alex Caniggia, que juegan con la expectativa de dar información sobre sus allegados célebres. Circularon además algunos videos como el de Fabián Sandunguera, el «virgen de 28 años», que tenían una intención paródica que, perdidos en esta sopa freak, nadie identificó originalmente.
Pero ninguno le gana a Alejandro, el mendocino que dice en su video: «¿Qué puedo aportar? Tengo personalidad y carácter fuerte. A veces creo que podría ser bipolar. Mi estrategia es como la de Marianela Mirra (ganadora en 2007): traicionar hasta a mi mejor amigo. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para ganar? De todo». Su minuto de autopromoción se viralizó y pronto se supo que es un policía activo, tras lo cual el Ministerio de Seguridad lo derivó a Sanidad Policial y lo puso en observación, no tanto por sus ganas de hacerse famoso como por lo poco saludable que sería tener un agente de la ley armado y con un trastorno clínico suelto en las calles.
Muchos contarán con poder extender su rato de fama o hasta conseguir trabajo, como lo lograron algunos de los reclusos anteriores: Silvina Luna, Jimena Capristo, Marianela Mirra, Cristian U, Tamara Paganini, Gastón Trezeguet y no muchos otros. Pero en el actual contexto socioeconómico argentino parecen cobrar relevancia otras variantes. La periodista Viviana Canosa reprodujo en su programa el casting de «Sole de José C. Paz», que se presenta en nombre del Barrio Sarmiento: «Acá la mejor. Cucucu, acá los tatuajes, la más piola, papá. Tomá Nadia La Cachorra, ¿fumás cigarro? Yo fumo porro mamá. Ni cabida a la gilada. Si no te gusta, eh, a la mierda, tocate sola».
Canosa dice buscar los castings «más grotescos» porque «ahí está la Argentina real», «la de la pobreza, de la ignorancia, de la falopa, del Conurbano que está a punto de estallar». La conductora reconoce que lo más probable es que los personajes que resulten elegidos para La Casa serán otros, más «hegemónicos» (no usa esa palabra), pero más allá de que usa este video para editorializar desde su conocida postura política, acierta en un punto clave: esta vez puede que el verdadero show de la gente «común» esté acá, en la previa, en este caos de propuestas provenientes en serio de orígenes diversos, genuinamente anónimos, entre quienes (lejos del casting de potenciales estrellas y jóvenes bellos de sus últimas ediciones) todavía hay espacio para la sorpresa, el descubrimiento e incluso el estupor. Es decir, el lugar vivo donde la gente común puede volver a ser interesante.

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