6 de enero de 2023
El auge de los libros que indagan en el amor y el deseo con un enfoque actual. La influencia del psicoanálisis, los estudios de género y hasta la autoayuda.
En «Leonilda», un relato póstumo de Hebe Uhart, una mujer llegada a la capital desde Chaco comenta sus problemas sentimentales con un psicólogo para el que trabaja como empleada doméstica. «Como si le hablara a nadie», el psicólogo interrumpe el relato con una afirmación que parece enigmática: el amor, dice, es siempre una cosa extraña. El auge actual de libros que tratan sobre las relaciones afectivas, el deseo y la sexualidad podría ser visto como una respuesta a ese diagnóstico y, en consecuencia, a la necesidad de contar con respuestas, consejos y reflexiones para reducir la inquietud.
«Estos libros son cajas de herramientas. Hoy todos estamos un poco perdidos con respecto al amor», afirma Cecilia Fanti, escritora y librera. La bibliografía disponible comprende desde la autoayuda hasta el psicoanálisis, y éxitos de venta con perfiles tan distintos como los que exponen Tamara Tenembaum en El fin del amor. Querer y coger, sostenido en el cruce de la experiencia personal y los estudios de género, o la licenciada Cecilia Ce en una trilogía de libros que cierra el reciente Vinculear, prácticas para el buen sexo y difunde a través de una cuenta de Instagram que pasó el millón de seguidores.
Para Fanti, «hubo una vuelta de tuerca al concepto de autoayuda» como efecto de las redes sociales «y del universo de intimidad compartida que Tamara Kamenszain llama extimidad: la compulsión de sacar para afuera cuestiones de la vida privada». La autora de La chica del milagro recuerda que a los 24 años «tenía el corazón roto» y compró Por qué duele el amor, de la socióloga franco-israelí Eva Illouz con la ilusión de encontrar una respuesta. «Pero estos libros son una invitación a hacerte preguntas de un modo muy distinto al de la narrativa de autoayuda más tradicional y más que intentar respuestas son producciones alrededor de discursos que están dando vueltas sobre el consentimiento, el abuso, la cancelación, el poliamor, la monogamia, los pactos, la infidelidad», señala.
Si los nuevos discursos cuestionan estereotipos, «lo que también viene pasando es que se instala un nuevo sentido común», advierte la psicoanalista Alexandra Kohan. El título del libro de Illouz, por ejemplo, cristalizó en una consigna y en un criterio de marketing para ofrecer libros al mercado: en Si es amor, no duele, Iván Larrañaga y Pamela Palenciano analizan la idea del amor romántico a partir de la experiencia de la coautora; en Si duele, no es amor, la psicóloga española Silvia Congost propone a los lectores claves para «reconocer y deshacerte de las relaciones que te hacen sufrir». No es precisamente la perspectiva de Kohan, autora de Y sin embargo el amor. Elogio de lo incierto: «Hoy en día hay discursos muy asertivos sobre el deseo y el amor que a mí me dejan atónita. ¿Cómo alguien puede saber tanto, y en particular saber sobre el deseo de los otros?», se pregunta.
Diálogo abierto
Si algo no es novedoso es hablar en público sobre el amor. El psicoanalista Luciano Lutereau dice que la discusión puede remontarse hasta El banquete de Platón, pero irrumpe como un problema en la actualidad: «Ninguna sociedad habló tanto sobre el amor como la nuestra y sin embargo somos profundamente incapaces de amar. Hablamos mucho de amor, pero somos una sociedad muy preocupada por el miedo al abandono, por no vivir como traición lo que el otro hace sin nosotros, por querer saber todo sobre el otro al punto de que a veces consideramos infidelidad cualquier cosa que el otro haga sin nosotros». El feminismo cuestionó estereotipos, problematizó el encuentro amoroso e introdujo nuevos conceptos sobre los vínculos. En Sexteame, amor y sexo en la era de las mujeres deseantes, su último libro, Luciana Peker plantea en ese sentido que «hablar de amor es político» más aún cuando se asiste a «un regreso de los muertos vivos», por los neofascismos que defienden la familia tradicional como parte de lo que llaman «batalla cultural». (Mal)educadas, de la politóloga María Florencia Freijo, revisa los roles y mandatos asignados por tradición a las mujeres, se propone desarticular el aprendizaje cultural de los géneros y advierte los modos en que esas ideas se rearman y retornan a través de la virtualidad. Para Lutereau, el feminismo y el psicoanálisis son perspectivas distintas y complementarias. «Los feminismos permitieron ver con una lupa problemas que los psicoanalistas escuchábamos en nuestra consulta y al mismo tiempo pusieron sobre la mesa las condiciones sociales de algunos de esos problemas», afirma el autor de Adiós al matrimonio, parejas en busca de nuevos compromisos. La coincidencia resalta la especificidad de la disciplina: «En el psicoanálisis tenemos mucha confianza en los conflictos, en las preguntas antes que en las respuestas; nuestra cultura suele avanzar en la vía de la solución rápida, inmediata, pero como psicoanalista puedo decir que esas soluciones corren el riesgo de ser transitorias, de ser torpes y a veces de generar más dolor». Alexandra Kohan, por su parte, se manifiesta contenta por la recepción de su libro. «Tuvo múltiples lecturas y en un momento en que la discusión parecía muy tensionada propuso una especie de alivio para seguir pensando», apunta. Y observa que el debate se amplió, antes y después de la pandemia, «por ejemplo para pensar que los nuevos modos de prescripción son también disciplinamientos». En Y sin embargo el amor, Kohan cuestiona la trivialización de términos como «deconstrucción», «empoderamiento» y «empatía» y, contra la obligación de pasarla bien y «los nuevos manuales sobre cómo proceder en una relación para no salir dañados», reivindica la fragilidad y la incerteza. Quizás también porque del amor, como advierte el personaje de Hebe Uhart, solo puede experimentarse lo que tiene de desconocido.