Cultura | EL TRABAJO EN EL TEATRO

Escenas de la vida laboral

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Ezequiel Obregón

El desempleo, los conflictos obreros, la vida oficinesca y la realidad de distintos oficios aparecen reflejados en la cartelera porteña actual.

Historia cercana. En Imprenteros, la dramaturga y actriz Lorena Vega revisita la imprenta del Conurbano que perteneció a su familia.

CÉSAR CARPASSO

Históricamente, el teatro local llevó a escena diversas zonas de conflicto que los personajes atravesaban en relación con el trabajo, incluyendo varios clásicos. Tal es el caso, por ejemplo, de El pan de la locura, la obra escrita por Carlos Gorostiza en 1958 que utiliza como epicentro una panadería y reflexiona sobre las responsabilidades individuales ante un acto criminal. O La nona, de Roberto Cossa, pieza fechada en 1977 que muestra cómo los integrantes de una familia no pueden sostener ninguna actividad productiva capaz de saciar el hambre de la abuela que, metafóricamente, se los termina devorando.
En la actualidad son varias las obras que ponen en escena la compleja trama de relaciones que se teje en el universo laboral: Petróleo, espectáculo en el que las integrantes del grupo Piel de lava interpretan a trabajadores petroleros; Las encadenadas, que transcurre en el cementerio municipal de Carhué; Sucursal, sobre una conflictiva competencia entre compañeros de oficina para lograr un ascenso; Carniceros de la lírica, que aborda la caída de los locales barriales ante la apertura de grandes mercados; y Lo no dicho, que profundiza en la situación de un padre de familia que pierde su empleo.
Pablo Mascareño, periodista especializado en teatro del diario La Nación, señala la variedad de temáticas que actualmente aparecen desplegadas en la cartelera de la Ciudad de Buenos Aires. «Encontramos una obra como Babel cocina, que hace foco en una lucha obrera en torno a las cuestiones de la organización laboral y los derechos. La pieza, escrita por Patricia Suárez y Rita Terranova, transita un acontecimiento histórico, pero problematiza desde la escena algunas cuestiones en torno a las relaciones laborales actuales», señala. Y rescata dos espectáculos recientes: «Línea de tres, escrita por Marcelo Marán, ponía el foco en tres historias simultáneas de mujeres agobiadas por un sistema en el que el trabajo mecanizado tiñe magramente los vínculos personales. Por otra parte, el ámbito oficinesco aparece en Tercer cuerpo, de Claudio Tolcachir. La necesidad de amar y la soledad se canalizan en un ambiente sórdido, frío, burocrático».

Materia testimonial
Con varias temporadas exitosas en su haber, aún puede verse Terrenal, escrita y dirigida por Mauricio Kartun, que recupera dos figuras míticas y reflexiona sobre el origen del trabajo. Para su creador, la pieza expone «el enfrentamiento ancestral de las dos maneras tribales de pararse frente al mundo: el del nómade, que por su propia condición no acumula, y el del sedentario, el que sí lo hace, y termina inevitablemente preso de su condición, encerrado en la propiedad y gastando su energía en proteger lo ganado. Es la base definitiva del mito de Caín y Abel. Hasta tal punto que Abel en hebreo antiguo significa “nada”, y Caín, “posesión”. Al indagar en la leyenda, brotan naturalmente los mitos del trabajo como condena, como castigo que hay que asumir con la cabeza gacha, como bueyes en el yugo. Y en la contraparte la mirada ácrata, la que se choca con esos valores bíblicos y los desafía», sintetiza.

Terrenal. Escrita y dirigida por Kartun.

PRENSA/PATRICIO VEGEZZI

Mascareño considera que la cuestión del universo laboral «es un tópico al que se regresa en busca de espejar desigualdades, atropellos latentes, vigentes. La escena planteó desde las más diversas poéticas una cuestión esencial para el desenvolvimiento de las individualidades y las conformaciones sociales plurales. De atropellos y falta de derechos se construyó el sistema del trabajo y el teatro estuvo allí para denunciarlo». Por su parte, Kartun, quien durante muchos años ejerció una actividad alejada por completo del ámbito artístico, traza una línea de continuidad entre su propia vida y el teatro. «Mi padre nos enseñó a mi hermano y a mí el oficio de la compraventa. Nada más alejado, parecería, de mi oficio de autor y director. Y sin embargo, con el paso de los años, descubrí que la única manera de que mis espectáculos se sostuvieran en el tiempo era transformarme en gestor de los mismos, administrarlos y venderlos de manera lucrativa para los equipos que los representan. Y me convertí además en productor ejecutivo, poniendo en práctica aquellos viejos saberes», reflexiona.
No todas las apuestas que abordan el mundo laboral son «dramas», en el sentido de que se sostengan sobre una estructura ficcional. La contraparte es la del denominado teatro documental, tema de la tesis doctoral de la investigadora Pamela Brownell (UBA). «Tanto las distintas experiencias ligadas con el biodrama, como en la mayor parte del teatro documental contemporáneo, hay un gran interés por explorar cuestiones vinculadas con lo social, lo político y lo económico, tomando como punto de apoyo la biografía, la experiencia personal», sostiene Brownell. «El mundo del trabajo aparece como un lugar privilegiado para mostrar la vida personal de quienes son invitados a subir a escena. Esto fue explorado en detalle en la obra que estuvo en la base de todo el Proyecto Biodrama de Vivi Tellas, El precio de un brazo derecho. Fue el inicio de su investigación documental y se subtitulaba “Una investigación sobre el mundo del trabajo”. Indagó en la legislación laboral, las noticias y las biografías de los tres actores que estuvieron en la obra. Otro espectáculo de Tellas muy representativo fue Las personas, que hizo con trabajadores del Teatro San Martín. También rescato Por el dinero, de Alejo Moguillansky y Luciana Acuña, donde se exploraban cuestiones de la economía doméstica y las características de la labor artística», completa.
En la actual cartelera, una de las producciones más sólidas es Imprenteros, de la dramaturga, actriz y directora Lorena Vega, en la que también participa su hermano. Vega revisita la imprenta del Conurbano que perteneció a su familia. «Pienso que la relación entre el mundo del trabajo y todo lo que involucra el teatro documental, el biodrama o el teatro posdramático, está dada por su aspecto más performático, más abierto a la investigación de los lenguajes escénicos. Es un área donde se permite, justamente, la intervención de distintos materiales para articular un nuevo lenguaje más testimonial», afirma. «El mundo del trabajo nos atraviesa a todos. Con Imprenteros pude entender, luego de haber hecho la obra, que le dimos voz a un tipo de conformación social que son los oficios llevados adelante por las familias. Una estructura económica que abunda en nuestro país y forma parte de la gran masa trabajadora».

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