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Éxito de terror

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Mariano Kairuz

Con un número de seguidores que no para de crecer desde su estreno, Cuando acecha la maldad se convirtió en un fenómeno local de proyección internacional.

Contagio. Ambientada en un paisaje rural, la historia de Cuando acecha la maldad gira en torno a un misterioso «encarnado».

Con más de 260.000 espectadores y contando al cierre de esta nota, Cuando acecha la maldad se convirtió poco después de su estreno en la película argentina de terror más exitosa de la que se tenga registro. Un logro que puede sonar irrelevante, pero que con un poco de suerte alcance alguna proyección en el futuro inmediato: si el cine de terror de cualquier procedencia a menudo enfrenta el menosprecio de la crítica y el prejuicio de parte de la industria, como si se tratara de un entretenimiento marginal, de consumo fugaz o indiferenciado, el argentino es prácticamente inexistente para el gran público. Sus seguidores fatigan desde hace más de 20 años eventos «de nicho» pero en crecimiento como el festival Buenos Aires Rojo Sangre y se enteran un poco aleatoriamente cuando hay algún estreno local, por lo general restringido a una sala y unas pocas funciones en el complejo Gaumont del INCAA.
En medio de este panorama, la repercusión alcanzada por Cuando acecha la maldad, la quinta película de Demián Rugna –nombre destacado en el género, codirector de la notable Malditos sean! con Fabián Forte, de la aventura de humor negro y salvaje No sabés con quién estás hablando y del film de culto Aterrados, todas disponible en la plataforma Cine.ar Play– podría convertirse en la prueba de que sí es viable llamar la atención de los fans e incluso ganar dinero con una historia que hunda sus raíces en el miedo y, de paso, cortar un poco con la maldición.
«Yo ya había notado cierto cambio con Aterrados», dice Rugna en diálogo con Acción. Aquella producción convocó un boca en boca muy positivo pero recién cuando se la pudo ver en Netflix: antes, a pesar de las favorables reseñas, tuvo un casi imperceptible paso por los cines. «Con esa película me llegaron propuestas de productores que quieren empezar a meterse a hacer género, que me decían que les encantaba, pero que nunca lo habían hecho. Cuando acecha la maldad es entonces un antecedente que dice: “Che, se puede hacer, le puede ir bien, les puede gustar a los críticos, puede que la gente vaya masivamente, así que hay que apostar”. Pero la hicimos con una matriz bastante independiente e inconsciente: yo nunca laburé con una productora grande, no sé cómo filman ellos. Lo bueno es haber conquistado el público, y haberle cambiado el chip a una parte de la gente que cree que una película argentina de terror va a ser muy mala. Paramos ante el mundo una de género, tenemos este estandarte en los festivales, donde me dicen “El cine de terror argentino está cada vez mejor”. Y eso es impresionante».

Aceptación global
Cuando dice «ante el mundo» el director no exagera, porque Cuando acecha la maldad viene de ganar el Kong, el galardón a la mejor película en competencia oficial del festival de Sitges, la muestra más importante de cine fantástico, el pasado 14 de octubre. Una semana antes había tenido estreno comercial en cines del Reino Unido y de Estados Unidos, donde fue distribuida por la plataforma especializada Shudder: arrancó en una cantidad limitada de salas y debido a la buena respuesta de público alcanzó las 670 (cerca del triple de las que tuvo a su disposición la nominada al Oscar Argentina, 1985). Durante el mes de enero llegará a las de España, y aunque su estreno en streaming la volvió pirateable, ya llegó a destinos como Filipinas, Australia, Islandia y Rusia.
«Hubo varios factores», dice Rugna. «Veo muchos pibes jóvenes en las salas, un promedio de 20 años, que cuando empecé mi carrera no estaban. Cuando estrenamos Aterrados arrancamos en 70 salas casi vacías. Pero con Cuando acecha ya habíamos explotado afuera, con el estreno comercial en Estados Unidos hubo un 90 por ciento de aprobación en Rotten Tomatoes, el agregador de críticas de medios estadounidenses. Todos los podcasts de cine de terror empezaron a hablar maravillas de la película. Los pibes empezaron a decir “Hey, están hablando de una peli argentina y nosotros acá todavía no la vimos”. Y empezaron a encajar fichas, es la nueva del que hizo Aterrados. Había mucho runrún y la empezaron a militar en Instagram y otras redes: en TikTok fue una cosa enorme. Un revuelo que acá, donde abrimos con cien salas con muy poca publicidad, hizo que le fuera muy bien la primera semana. La película se instaló prácticamente sin dinero».
La proyección internacional de Rugna viene de cinco años atrás, cuando el festival mexicano Mórbido pasó Aterrados y se garantizó distribución a través de la cadena Cinépolis. Guillermo del Toro tomó la película para producir su remake con Searchlight, división del gigante Fox en Hollywood. La pandemia frustró el proyecto –que ahora está en manos de otro estudio– pero la experiencia dio vuelta la carrera del director.
Esencialmente una historia de posesión y contagio, Cuando acecha la maldad nos mete de cabeza en la acción desde el minuto uno, con los hermanos Pedro y Jimi (Ezequiel Rodríguez y Demián Salomón), dos trabajadores rurales que salen armados a la ruta en busca de un «encarnado», un hombre con su enorme humanidad tomada enteramente por una enfermedad que, todos los lugareños coinciden sin dudar, proviene del mundo de los espíritus. Instigados por el enajenado Ruiz (Luis Ziembrowski), un terrateniente local, proceden a deshacerse del cuerpo, primer paso en una serie de violaciones de las reglas no escritas para combatir el Mal. Y así se desata la maldición en el pueblo.
«El concepto del encarnado o “embichado” –dice Rugna, siempre reacio a sobreexplicar sus argumentos– viene de esas noticias sobre familias enteras que están enfermas por los pesticidas, pero no es una película de denuncia. No es que vemos a Ruiz tirando glifosato sobre los campos, aunque de ahí viene mi inspiración», señala. También, agrega, hay algo «del avance del fascismo» que viene registrando en los medios desde hace años. «En la parte final de la película se ve esa idea de las próximas generaciones pidiendo un loco mesiánico, que no sabés a qué nos puede llevar. La escribí en 2018, principios del 19, cuando no existía Milei. Yo lo conectaba más con los medios de comunicación y cómo durante muchos años cambiaron la forma de pensar al punto de hacerte atentar contra vos mismo».
Hablando de mesianismo y lo que sea que viene para el cine de terror, y acaso para las producciones argentinas en general, que dependen de las políticas de fomento cultural, dice: «Veo con mucha angustia todo lo que está pasando. Sin el INCAA no hubiera podido hacer cine de terror. A veces los resultados de tener un instituto de cine fuerte no los ves en una película, sino en la apuesta cultural, en algo que se puede seguir expandiendo y desarrollando. Y más allá de que los que hacemos cine de género nos sentimos a veces marginados, el terror empezó a entrar por su propia fuerza y a generar que el INCAA empiece a apoyar estas películas. Yo tengo trabajo afuera, pero vivo acá y tengo muchos compañeros y compañeras que viven de esta industria y están a punto de pasar un mal momento».

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