Cultura | Libros

Gandolfo por partida doble

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Walter Lezcano

El escritor acaba de publicar una novela y un libro con su poesía completa, que ponen en evidencia sus múltiples maneras de abordar el lenguaje.

Desplazamientos. Obra de aura rioplatense.

Foto: gentileza diario Perfil

Ya en 1978, en el comienzo de La huella de los pájaros, Elvio E. Gandolfo (Mendoza, 1947) veía la relación y el vínculo que tenía con la poesía y la narrativa. Contemplaba un sistema de trabajo y de paso abría su taller mecánico. Decía en ese entonces: «He escrito poemas y narraciones, y encuentro algunas diferencias en la manera de presentarse de los dos grupos de textos. El poema lo hace por lo general escrito “dentro de la cabeza”. Es un orden preciso, rítmico, de palabras cuyo “significado” es ese orden, y no otro. El relato en cambio es una atmósfera, que debe ser asediada, penetrada, lentamente “pintada”. Es trabajo, trabajo, trabajo».
Así funciona la cabeza de un escritor. Conviene tener en cuenta estas palabras porque 40 años después aparece en la mesa de novedades su poesía completa, Tengo ganas de risa raquel (Eduner) y una novela que se acerca y se aleja del policial negro, Un error de Ludueña (Tusquets), que ponen en relevancia dos de las grandes facetas de un escritor que siempre despliega múltiples maneras de abordar la palabra y el lenguaje. 
Elvio E. Gandolfo es periodista, traductor, prologuista notable, narrador extraordinario (ahí están sus novelas y Vivir en la salina –sus cuentos completos– para demostrarlo), ensayista sagaz (El libro de los géneros es imprescindible) y divulgador de joyas literarias olvidadas o pasadas por alto. Su destino parece estar vinculado con la literatura desde el comienzo, porque es hijo del poeta e imprentero legendario Francisco Gandolfo (1921-2008), con quien tuvo la revista inolvidable (que también fue editorial) El lagrimal trifulca. Su perfil siempre es bajísimo y, sin embargo, el alcance de su literatura es extenso.
Se mueve entre Rosario, Montevideo y Buenos Aires. Estos desplazamientos le dieron a su obra un cierto aura rioplatense, como si sus historias estuvieran contaminadas por una zona indefinida pero reconocible en esta parte del mundo. Y en otro aspecto, logró integrar estas ciudades a sus textos como parte importante del devenir de sus personajes. 
Estas dos novedades muestran particularidades. Por un lado, la poesía de Gandolfo siempre fue un material que aparecía irregularmente y en publicaciones colectivas y recién en 2014 sale su primer poemario individual: El año de Stevenson, primer trimestre (Iván Rosado). La salida de Tengo ganas raquel muestra que Gandolfo no abandonó nunca la poesía y continuó con ese proyecto: Quisiera ser distinto en muchas cosas /pero yo soy yo, no otro. En el caso de Un error de Ludueña se trata de un cuento clásico de su repertorio (salió en Ferrocarriles Argentinos) que fue ampliado y ahora se convirtió en una novela que complejiza la existencia del personaje principal. Y es ahí donde puede verse un posible magma que une los dos libros: el interés de Gandolfo por un personaje principal e indagar de qué está hecha, en su esencia, una vida. Es decir: ¿qué rescatar de todo ese cúmulo de hechos y sucesos de los que se conforma una existencia? ¿Qué es lo que marca, después de todo, un camino? 
A su manera es una apuesta por la escritura como valor y construcción. Ludueña en la novela (un recorrido circular que une vida y muerte e investiga sobre la elección del delito como forma de ganarse la vida) y Stevenson en la poesía (los trimestres como seguimiento de una cronología, un recorrido, vicisitudes de estar vivo en el planeta Tierra) dan cuenta de esto: de retratar y ofrecer una imagen (condensar y cristalizar son estrategias literarias) que queda resonando en la mente hasta que alguien (ese lector imaginario y potencial: una utopía) le encuentra, con suerte, alguna explicación. Al final de Tengo ganas de risa raquel (que cuenta con ilustraciones preciosas del artista Max Cachimba), Gandolfo escribe su biografía atomizada («esta autobiografía ya se me descontroló dos veces») y al final explica un ars poética que guio estas dos nuevas publicaciones: «Vivía, y sigo viviendo. Más de un amigo o una amiga recomendaron en su momento no hablar de cosas privadas, de religión, de política. Y aquí he cumplido, rigurosamente».

Tengo ganas de risa raquel.
Editorial: Eduner
496 páginas

Un error de Ludueña.
Editorial: Tusquets
136 páginas