28 de abril de 2016
La historia de íconos como Frida Kahlo, Violeta Parra o Juana Azurduy es la clave del éxito de una serie de libros ilustrados que cautivan al público infantil. Vida y obra de figuras que rompieron estereotipos y construyeron miradas alternativas del mundo.
Detrás de todo personaje icónico hay una historia que contar. Y en ese mundo tan dispar en el que habitan desde pinturas hasta batallas, pasando por canciones o decisiones políticas, el patrón siempre es el mismo: la pasión. Los caminos que tomaron Frida Kahlo, Violeta Parra o Juana Azurduy fueron investigados y narrados desde diversos ángulos, pero siempre orientados hacia el público adulto. ¿Qué pasaría entonces si ese abordaje tuviese como fin el maravilloso universo infantil?
La periodista Nadia Fink encontró la respuesta y decidió armar, junto con el dibujante Pitu Saa, la colección Antiprincesas, a través de la editorial Chirimbote. Se trata de una serie de libros que da a conocer la vida de un conjunto de mujeres reales que irrumpieron en su época y que hoy siguen siendo modernas. «Contamos una historia con otro contenido, dejando en claro que lo autogestivo no tiene por qué ser berreta. Apunta a madres y padres progres y a docentes, pero también nos dirigimos más allá de los convencidos, porque está bueno entrar en la disputa de sentidos», asegura Fink, quien alguna vez fue maestra jardinera.
La primera antiprincesa elegida para dar a conocer la propuesta fue Frida Kahlo, «porque es un ícono», sintetiza la autora. «Todos la conocen, su biografía tiene mucho contenido. Es una mujer que no pierde el valor de su legado ante su historia de vida. Muchas feministas la toman como bandera», agrega.
La colección, que siguió con Violeta Parra y Juana Azurduy, acaba de sumar a Clarice Lispector, considerada una de las escritoras brasileñas más destacadas del siglo pasado. Y en un futuro cercano incorporará a Alejandra Pizarnik, un personaje difícil de encarar por su tormentosa vida. «Hay mucho por revolver, pero no hay que tenerle miedo a lo trágico», dice Fink. «A veces el final feliz hace olvidar aquello que pasó en el medio. Pero todos atravesamos diferentes momentos en nuestra infancia. Incluso criamos a nuestros hijos con la vida de la Cenicienta, que era explotada por su madrastra y que tenía un padre que no intervenía; o Blancanieves, cuya madrastra pidió que la maten porque era más linda que ella».
Uno de los objetivos principales de la colección es abrir una puerta imaginaria alternativa, para que los chicos cuenten con una opción diferente a la que brindan la factoría Disney y los cuentos tradicionales. «Mi generación, igual que otras tantas, se crió con los libros de princesas. Y no somos unos monstruos. Incluso, hay ciertas miradas que sostienen que esas historias ayudan. Pero yo no seguí esa línea porque fui criada en lugares chicos de provincia», afirma la escritora, que hace unas semanas fue sorprendida por una madre que le comentó que su hija se había disfrazado de Frida para un cumpleaños. «En tiempos en los que las chicas se visten de monjas, no es poca cosa», observa.
En esa búsqueda surgieron modelos femeninos como Eva Perón, otra de las figuras que Fink abordará más adelante. «Tenemos ganas de embarrarnos, ya que Evita tiene muchas caras. Porta con varias características que le endilgaron, como la defensora de los pobres, la puta, la traidora o la madre de la patria. Tuvo participaciones políticas muy importantes, como el voto femenino o la llegada de la mujer a la política».
Tal fue el éxito de las Antiprincesas, que Fink y Saa pusieron en marcha los Antihéroes, una colección que funciona en oposición a los superhéroes de las historietas y los dibujos animados. La historia del escritor Julio Cortázar es la que abre esta serie. Concluye Fink: «Pudimos romper las reglas básicas del mercado y eso ya nos alegra. Ojalá que desde otros sectores se vayan generando cosas para abordar temáticas que también puedan llegar a los chicos, como la diversidad sexual, el amor libre o romper con el esquema de familia tradicional».
—Bruno Lazzaro