6 de mayo de 2021
Muchas de las ficciones episódicas que estrenan Netflix, Amazon o HBO toman como punto de partida el éxito previo de novelas, relatos o biografías. Entre la segmentación diseñada a medida por el algoritmo y la búsqueda de la masividad.
Calidad y rating. Propuestas como Anne with an E, Gente normal y Poco ortodoxa lograron aunar buenas críticas y respaldo del público. (Anika Molnar/Netflix)
Quiso el azar que la pandemia transcurriera durante la «era de oro de las series». Tal vez por eso, muchos espectadores imposibilitados de ir al cine arribaron al vasto universo de las series presentes en diversas plataformas de streaming (Netflix, Amazon Prime Video, Starzplay, HBO, entre otras). Dentro de estas, aparece una importante cantidad de títulos cuyo origen remite a un libro o a una saga literaria.
Según Martín Fernández Cruz, periodista de La Nación especializado en la materia, el aumento de series basadas en libros no da cuenta de un nuevo tipo de consumidor. «Cada vez la gente lee menos libros. Con la popularidad de las películas de Marvel o de las series que adaptan historietas, uno podría creer que el espectador saldría a buscar el material de lectura. Y eso no sucede. Puede haber excepciones, como en el caso de Margaret Atwood, autora de El cuento de la criada, pero no creo que haya un tipo de espectador entusiasmado con una serie que se interese en el libro en el cual se basó», sostiene. Y menciona como sus preferidas en este rubro a Alta fidelidad, que se atreve a cambiar el género del personaje protagónico; y Veneno, sobre una importante figura trans española.
Cambio de formato
Más allá del perfil del espectador, lo cierto es que los productores parecen estar a la caza de libros para convertirlos en series. En el mundo del espectáculo es sabido que no hay éxitos asegurados, pero ya hay varios casos que aunaron buenas críticas y respaldo del público (en mayor o en menor grado), como ocurrió con Orange Is the New Black, Sharp Objets, Anne with an E, The Leftlovers, Poco ortodoxa, Gente normal, Pretty Little Liars y The Undoing, entre otras. Hacia fines del año pasado, la aparición en Netflix de Gambito de dama originó una inmensa cantidad de fans, que se acercaron al universo del ajedrez motivados por la historia.
Frente a un fenómeno asociado directamente con la factoría estadounidense, la variable llegó a nuestro país. La experimentada guionista Erika Halvorsen trabaja en dos productos. Uno de ellos es Cacería, basado en el texto homónimo de Gonzalo Demaría, sobre un histórico escándalo político y sexual. «Me atrapaba esa historia y el proyecto se fue gestando antes de que el libro saliera a la venta. Ahora estamos desarrollando la serie con MGM, Javier Van de Couter es el showrunner y la escribirá junto con el propio Demaría. Y yo soy productora ejecutiva», comenta Halvorsen a Acción. El otro proyecto es El fin del amor, de Tamara Tenenbaum. «El libro es un best seller, pero al momento de soñarlo como serie no fui a ver cuántas copias había vendido. Confié en eso que el libro me provocó al leerlo y fuimos a por ello», dice la guionista.
Ignacio Apolo es profesor de Dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y en talleres particulares. En sus clases suele reflexionar sobre la construcción dramática de las series, productos con los que encuentra un marco de referencia para trabajar con sus alumnos. Apolo considera que el formato «necesita relatos de cierta calidad y que compitan permanentemente dentro de una inmensa y diversa oferta. Además, tienen un poder de segmentación altísimo; donde décadas atrás había un televisor compartido por una familia, ahora llegan a haber uno o más dispositivos por cada miembro del grupo, y cada cual puede ver algo diferente en distintos momentos. El algoritmo toma esa data y demanda más producción y más segmentación. No hay tantas historias para tanta particularidad tan rápidamente desarrollada, pero allí están los libros».