Cultura | FORMATO DE TV REPETIDO

Hora de jugar

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Javier Firpo

Los cinco canales de televisión abierta apuestan a los programas de preguntas y respuestas. Productores, conductores y especialistas analizan la tendencia.

A los premios. ¿Quién sabe más de Argentina?, Los 8 escalones del millón, La hora exacta y La ruleta de tus sueños, entre los ciclos destacados.

PRENSA

Con la pandemia como espada de Damocles, la televisión argentina tuvo que pegar un volantazo, dejar de producir la escasa y onerosa ficción, género que ya estaba en franco declive; atenuar el excesivo panelismo que invadía a los estudios y volver a apostar por los programas de juegos, un formato que parece captar la atención de un número cada vez mayor de espectadores. 
«Un buen conductor, con personalidad y carisma, más participantes anónimos pero con alguna buena historia para contar, sumados a un puñado de preguntas de cultura general y un premio de unos cuantos miles de pesos es la fórmula ideal que garpa en estos tiempos», afirma Marcos Gorban, hacedor de éxitos como Talento Argentino, Gran Hermano y Operación Triunfo.
Para calibrar el fenómeno basta con repasar la grilla de las principales señales: mientras Telefe apuesta a Pasapalabra, con la impronta de Iván de Pineda, El Trece cuenta con tanques como Todos a bordo y Los 8 escalones del millón (conducido por Guido Kaczka), 100 argentinos dicen (Darío Barassi) y los más recientes Match Game (Soy Rada) y El juego de la oca (Pollo Álvarez y Dani La Chepi). 
Canal 9 no se queda atrás, con tres envíos lúdicos: Super, super (encabezado por José María Listorti), Está en tus manos (Edith Hermida) y La hora exacta (Teté Coustarot y Boy Olmi). Por su parte, América TV lanzó La ruleta de tus sueños, con Pamela David, y Mandá Play, con Diego Korol, mientras que la TV Pública redobla la apuesta con ¿Quién sabe más de Argentina?, con Roberto Funes Ugarte. Es la primera vez que los cinco canales de aire cuentan con envíos de juegos en una misma temporada.
«La transformación de la televisión es cíclica: estos cambios ocurren cada cinco, diez años, de acuerdo a cómo esté la industria. Hoy en casi todo el mundo la ficción y los documentales se están mudando a plataformas como Amazon, HBO o Netflix. ¿Qué sentido tiene que un canal abierto apueste a una serie o una tira? ¿Cuáles son las posibilidades de que le vaya bien? Muy pocas. Entonces, en esta ola que se viene dando desde hace un tiempo, los juegos son lo que más rinde y, de alguna manera, lo más barato de hacer», completa Gorban, que hoy produce La hora exacta.

Relleno peligroso
Para el periodista de espectáculos Roberto Quirno, «la televisión es dinámica y hoy funciona así, con esta amplia propuesta lúdica, pero nada es definitivo. En un momento el panelismo estaba en boga y terminó agotando el griterío, la confusión y la falta de criterio. Quizás en el segundo semestre estemos hablando de otra cosa. Pero este tipo de programas funciona porque le cambian el humor a la gente. La realidad impuesta por los noticieros a veces provoca una saturación en el televidente, que busca oxígeno en otro lado».
Quirno señala que el medio «acude a los juegos cada vez que se siente acorralado por el rating. Pero no es nada nuevo, esto arrancó en 1956, a poco de la llegada de la televisión, con Odol Pregunta, el primer programa de preguntas y respuestas, que tuvo varias etapas y pasó por distintos canales con conductores de la talla de Cacho Fontana y Pipo Mancera». «Es un formato inoxidable: pasan los años y los programas de entretenimiento permanecen», dice Claudio Brusca, productor del exitoso Los 8 escalones. «La clave para combatir el paso del tiempo y las nuevas tecnologías es tener la capacidad de adaptarse a las circunstancias y siempre pensar en la familia como destino del producto. También es importante ir aggiornándose con las preguntas, que no solo remitan al pasado sino también a temáticas de la actualidad», apunta.
«El nivel es de una superficialidad bastante pareja en todos los programas», observa Jorge Vaccaro, periodista especializado en televisión. «Lo de la superficialidad y la falta de ideas es como lo del huevo y la gallina. ¿El avance de la superficialidad generó la falta de ideas o fue al revés?», se pregunta. «Hay gente ingeniosa en todos los canales, pero ¿se pueden bancar sus ideas? Por otra parte, no creo que el televidente pida esos contenidos; el espectador, como mucho, elige. Y lo hace aunque la oferta sea muy parecida, como ocurre en los supermercados», agrega. Vaccaro remarca que «no todos los programas de preguntas y respuestas funcionan, pero si no se gana en rating tampoco se pierde mucho en inversión. Y si por mérito de algún conductor o conductora la respuesta del público es positiva, la ganancia justifica la inversión con creces». Los números de audiencia actuales, destaca, son significativamente más pobres que una década atrás. «En una época de crisis como la actual, la opción se torna obvia. Además, hoy tampoco parece tener sentido arriesgar con productos más elaborados como las ficciones, para los que ya han prosperado las plataformas de streaming», señala.
«Este tipo de ciclos siempre fueron el comodín que dio holgura a los presupuestos de los canales», continúa Vaccaro. «El problema es cuando la baraja se llena de comodines y, en un puñado de canales de aire, tenés una docena de programas que apelan al mismo formato, porque económicamente no da para otra cosa o porque es lo más fácil. Cuando el programa de juegos se transforma en relleno, televisivamente es más lo que se pierde que lo que se gana».

Diversión y aprendizaje 
En su segundo año al frente de La hora exacta, Teté Coustarot se muestra muy entusiasmada. «Es un programa que está conectado con nuestro país, con nuestra historia y que pone valor en el saber. Tenemos muy buena devolución de los participantes y también del público. Es un formato sencillo, con muchas imágenes y una escenografía distinguida», hace saber la conductora, que subraya que lo que más disfruta del ciclo es «que es ágil, entretenido, aporta conocimiento e invita a que hagamos un ejercicio de memoria desde nuestras casas».
El reverdecer de esta clase de envíos se explica, según Coustarot, «en lo difícil que fue atravesar la pandemia, que hizo que la gente exacerbara la búsqueda de algo que la distraiga, la entretenga y, a la vez, le permita participar y también ser protagonista. Han sido meses muy complicados, en los que muchas familias han perdido algún familiar o atravesaron momentos de angustia. Y este tipo de formato logró sacarlos por un rato de la realidad más dura para zambullirlos en un espacio de ocio, juego y, por qué no, sonrisas. Hoy el juego se impuso en la tele por encima de noticieros, ficciones y panelismos». 
Darío Barassi es uno de los conductores nóveles más frescos y divertidos de la televisión. Logró redondear 10 puntos de rating con 100 argentinos dicen en El Trece, ciclo que durante enero y febrero no perdió eficacia pese a que tuvo varios reemplazantes mientras el titular se encontraba de vacaciones. «Fue una experiencia única y espectacular, que me permitió saber que también puedo llevar a cabo esta otra faceta, porque hasta ahora solo conocía el estar en vivo y siento que pude crecer y aprender», afirma Nazarena Di Serio, encargada de las noticias del clima en TN que tuvo la difícil misión de suplantar a Barassi. 
Roberto Funes Ugarte asegura que esta «chocho» con su rol de conductor de ¿Quién sabe más de Argentina?, en la TV Pública. «Reconozco que al principio me costó bastante encontrarle la vuelta, pero gracias al productor Diego Guebel logré fluir y volcar mi sello. Pude plasmar mis años como movilero y mis cientos de extravagantes coberturas para enriquecer mi performance en este formato. Como siempre digo en la apertura, aquí van a encontrar diversión y aprendizaje».
Ya embarcado en la segunda temporada, Funes Ugarte admite que «hay un brote de programas de preguntas y respuestas, pero muchos no están bien hechos ni tampoco conducidos adecuadamente. No es fácil poner al aire un ciclo de estas características. Sin embargo, hay canales que tienen tres o cuatro que, se nota, están hechos a las disparadas, sin nivel. Por eso tengo la sensación de que en unos meses quedarán varios en el camino y solo permanecerán los de mejor factura», arriesga.

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