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Los trapitos al sol de Tini

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Fernando Sánchez

En la misma línea que Shakira y Taylor Swift, la cantante señala a los destinatarios de las letras incluidas en su nuevo disco. Vida privada, redes sociales y canciones.

Carta abierta. En «Un mechón de pelo» hay un tema dedicado a Tinelli y otro a la ex de su ex De Paul.

Foto: Getty Images

La certeza es más cómoda que la duda. Es más tranquilizador tener respuestas que hacerse preguntas. Las redes sociales, los buscadores online lo saben, por eso insisten en ofrecer aquello que sus algoritmos detectan que podría resultar de interés para cada usuario. Algunos artistas también parecen saberlo. Por eso prefieren no ceder espacio a especulaciones acerca del sentido de su obra e inclusive antes de darla a conocer, revelan todo: a quién se dirige, en quién está inspirada, cuándo y por qué fue elaborada, a qué hecho específico de su vida hace referencia.
Tal vez no sea así, pero es una explicación posible para la decisión de cada vez más cantantes pop de brindar a sus fans la información detallada acerca del origen y destino de sus nuevas composiciones. El nuevo álbum de Tini es un ejemplo de esto: muchas de las canciones incluidas en Un mechón de pelo –si no todas– tienen su detrás de escena no tan detrás de escena. Hay un tema dedicado a su padre («Pa»), otro a la ex de su ex, Rodrigo De Paul («Ni de ti»), otro a Marcelo Tinelli, ex socio de su papá («Ángel»), otro a sus amigas, su madre y su abuela («Ellas»). Y, por supuesto, cada una de las 10 canciones del álbum remite de manera más o menos explícita a la angustia y la depresión derivadas de su condición de megaestrella del pop latino, y al proceso de sanación que atravesó para superarlas.
El disco –una saludable exploración de Martina Stoessel y sus productores, que va bastante más allá del género urbano que tan bien saben explotar– fue precedido de un estratégico uso de las redes sociales, donde las especulaciones, rumores y presunciones alimentaron la expectativa: ¿hablará de esto, dirá algo de aquello, se meterá con fulana? La salida de Un mechón de pelo dio respuestas a todo y ya no hubo lugar a dudas. Las especulaciones, ahora, tienen que ver con el futuro inmediato de Tini: ¿encarará una nueva gira? ¿Se irá a otro país para hacer televisión? ¿Volverá a dejarse el pelo largo? ¿Habrá reconciliación con alguna de sus ex parejas famosas? La maquinaria no se detiene.

Realidad o ficción
Algo parecido ocurre con Shakira: sus fans saben exactamente a quién está dedicada cada canción, desde Antonio De la Rúa hasta Gerard Piqué y más. Nadie que se precie de swiftie se permitiría no distinguir qué tema de Taylor Swift está dedicado a Harry Styles, cuál a Joe Jonas y cuál a John Mayer. Y si bien son artistas consagradas antes del estallido digital, son otros dos ejemplos claros de cómo la vida privada alimenta la vida pública, y al revés también. Los medios, el clickbait, las viralizaciones replican hasta el infinito las «noticias» que se suceden como episodios de telenovela o un reality show con sus protagonistas, sus actores secundarios y sus comentaristas especializados.
Las canciones y sus videos reavivan las polémicas con más o menos inspiración. Y así se arma un circuito fácil de describir pero arduo al momento de poner en marcha y, mucho más, de sostenerlo en el tiempo. Imposible distinguir ficción de realidad. Todo parece ser parte de un mecanismo fríamente calculado en el que, cuanto menos sitio haya para la libre interpretación, mejor. La búsqueda artística combinada con la política de reducción de daños. Cero riesgo, en la medida de lo posible. ¿No es milagroso que en tales condiciones surjan buenas canciones y buenos discos? Acaso las maneras de consumir música en la actualidad también influyan: con todo al alcance de un dedo que se desliza sobre una pantalla, no hay tiempo para despertar inquietudes sembrando interrogantes.
Por otra parte, es igual de cierto que ningún misterio garantiza una buena obra. O sea, digamos: nadie sabe a ciencia cierta de qué hablan las canciones de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y acaso por eso siguen despertando historias improbables. Pero a su vez nadie desconoce quiénes han sido las musas de algunas de las mejores canciones de Fito Páez –mucho menos, después de la serie estrenada el año pasado–, y quizás por eso conmueven una y otra vez. Dos casos contrapuestos e igualmente geniales. Las recetas, en el arte, todavía sirven para ser desechadas.

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