Cultura | MANUEL SANTOS IÑURRIETA

Memoria en tiempo presente

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Javier Firpo

En Construcción poética de un recuerdo. A Silvia Filler, el dramaturgo plantea un diálogo imaginario que ilumina un pasaje oscuro de la historia argentina.

Escena actual. García y el propio Santos Iñurrieta interpelan al espectador con una pieza que plantea temas que no perdieron vigencia.

Silvia Ana Filler era una estudiante de arquitectura de 18 años, que el 6 de diciembre de 1971 fue asesinada durante una asamblea estudiantil en un aula de la Universidad de Mar del Plata. Se trató de un crimen político cometido por el grupo parapolicial Concentración Nacional Universitaria (CNU) durante la dictadura de Agustín Lanusse. Desde entonces, su nombre se convirtió en un símbolo del activismo universitario.
«Desde hace muchos años que la presencia de Silvia me acompaña, está presente en mi vida», dice el dramaturgo, actor y director Manuel Santos Iñurrieta. «Yo también soy marplatense y estudié en la escuela Mariano Moreno, la misma a la que fue ella. Hace un tiempo, leyendo El libro de Manuel, de Julio Cortázar, encontré una referencia periodística sobre Silva que me sacudió y que me impulsó a intentar escribir sobre esta valiosa mujer. Finalmente, a cincuenta años de su asesinato, pude concluir una obra de teatro», completa.
Construcción poética de un recuerdo. A Silvia Filler es el título de la obra que coprotagoniza Santos Iñurrieta junto a Marina García. Después de su estreno en Mar del Plata, llega a la Sala Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación. «La pieza es un encuentro imaginario entre dos personas que habitaron el mismo espacio pero en distinto tiempo. Ella murió asesinada en el mismo lugar en el que se levantaría un teatro dos décadas más tarde. Entonces me propuse juntar a una joven que a sus 18 años tenía ideales y los proyectaba en sus dibujos como futura arquitecta, con un actor algo perdido, que busca al resto del elenco para ensayar, pero como no lo encuentra ella lo ayuda. A pesar de que es una ficción, tiene un fuerte anclaje en lo real», define el autor y director, un estudioso del teatro épico, histórico y político, que empezó a escribir el texto en 2016 y lo pudo terminar durante la pandemia.

Teatro y política
«Sin pecar de falsa modestia, creo que con esta obra terminada y estrenada hoy puedo decir que soy, probablemente, un mejor artista. ¿Por qué? Porque entiendo que la práctica teatral es una relación y una praxis dialéctica con un destino transformador, no filantrópico», razona Santos Iñurrieta. «Aquí se discute la posibilidad del arte como una eficaz herramienta transformadora, que coloca su fundamento en la necesidad de ejercer la memoria histórica y de buscar la verdad como única posibilidad para construir una sociedad nueva, justa y libre», hace saber el dramaturgo, también conocido por las obras Buenos Aires épica, Siberia y Crónicas de un comediante», agrega. La primera sube a escena los domingos en el Teatro El Crisol.
Para sentar las bases de Construcción poética de un recuerdo, su hacedor tuvo varios encuentros con la familia de Silvia Filler. «Me contacté con su hermana Lila, que tenía 14 años cuando ocurrieron los hechos. Le conté sobre mi proyecto, mi idea sobre la puesta en escena y no solo estuvo de acuerdo, sino que pude plasmar en el escenario muchos pasajes de nuestros diálogos a partir de datos significativos que me fue aportando. ¿Por ejemplo? La noche anterior a que la asesinaran, Silvia fue al teatro a ver El avión negro, de Tito Cossa, dirigida por Gregorio Nachman, quien desaparecería años después durante la dictadura. También me comentó Lila que el asesinato tuvo mucha repercusión mediática, provocó grandes movilizaciones estudiantiles y que una multitud asistió al funeral», describe.
Después de investigar el contexto con la ayuda de la historiadora marplatense Mónica Bartolucci, Santos Iñurrieta concluye que «a partir de la muerte de Silvia, Mar del Plata dejó de ser una ciudad idílica, balnearia, La Feliz, para erigirse en un centro socialmente conflictivo. Sin duda, ese hecho convulsionante se transformó en el parteaguas de la ciudad». De acuerdo con la documentación consultada, «luego del de Silvia siguieron otros asesinatos por parte de la CNU, que continuaron escalando a partir de marzo de 1976. No obstante los hechos biográficos e históricos, la pieza pone el acento en la construcción poética para que podamos soñar con esa ciudad ideal de una arquitecta que no fue». Consustanciado con el caso, Santos Iñurrieta siguió el derrotero de los responsables del crimen, «que fueron condenados primero e indultados después debido a una amnistía general».
La biografía de Silvia, sumada a los hechos históricos y a la atmósfera de la época son parte de la obra. «Podemos hablar de los 70, pero también nos podemos ir más atrás o más adelante en el tiempo. Hablar de Silvia Filler hoy pone de relieve la violencia política que vemos todos los días en televisión y marca el resurgir del odio a nivel nacional e internacional», apunta el autor y director, que integra la compañía Los Internacionales Teatro. «No tengo dudas de que es un espectáculo apto para todo público, que tiene vigencia, actualidad, que cuenta con memoria social, que habla de política, de teatro y también de arquitectura. No se detiene en el hecho puntual, sino que construye un diálogo en el presente para evitar caer en una tertulia nostálgica».
Santos Iñurrieta actúa en la obra con una nariz de payaso. ¿Cómo encaja su caracterización con la temática abordada? «Ese rostro rompe cierta solemnidad, por un lado. Y a mí me da un grado de impunidad que me permite instalar temas sin culpa», afirma. «Ser un payaso amplía la paleta de mis posibilidades para entrar y salir de cuestiones densas, improvisar y romper la cuarta pared».