8 de enero de 2022
Caetano Veloso
Sony Music
El cantautor brasileño estrena nuevas canciones que sintetizan su mirada artística.
Al borde de los 80, luego de casi una década de no sacar un disco de canciones nuevas, Caetano Veloso abre su cabeza. Meu coco es, precisamente, una alusión coloquial a las elucubraciones mentales que, en su caso, también son artísticas. Sonoramente, el álbum conserva como una rémora algo de la electrónica de la etapa de Cê y también algunos arreglos de Jaques Morelenbaum («Cobre», «Ciclâmen do Líbano»). Más que ecléctico, es un disco sintético. Se puede asociar cada canción con algún período de su trayectoria. La amplitud de registros se advierte en el salto que va del hipnótico «Enzo Gabriel» al bellísimo fado «Você, Você» que canta junto con la portuguesa Carminha o el zumbón «Não vou deixar», que trafica ácidas apelaciones al Brasil de Bolsonaro. Desde el tema «Meu coco» que abre el disco y su mención a una multitud de nombres propios (entre ellos, otra vez, el de su gurú João Gilberto), pasando por la adhesiva «GilGal», el disco se desliza por un torrente afectivo repartido entre hijos y nietos. De hecho, «Autocalanto» es una canción inspirada en su nieto de un año y medio. «A mi hijo Tom le debo Lucas Nunes, el productor del disco. Ambos están en la banda Donica. A mi hijo Zeca le debo la atención a nuevas perspectivas críticas. A mi hijo Moreno le debo la intensa belleza de “GilGal”», escribió. Todo queda en familia. Desde ese marco, resetea su mirada sobre la vida cotidiana, sobre el influjo de la tecnología y las redes («Anjos Tronchos») y sobre su propia obra, como ocurrió con el rescate de «Noite de cristal», un viejo tema compuesto para Maria Bethania. Mientras ultima detalles para tirar la casa por la ventana por sus 80, Caetano –como McCartney, Dylan y no muchos más– exhibe una lozanía creativa que subraya su categoría de faro de la cultura popular.