Luego de lucirse con su interpretación de Eva Perón y Édith Piaf, la actriz y cantante personifica en un nuevo musical a una artista poco convencional como Lotte Lenya, musa inspiradora del alemán Kurt Weill. Trayectoria internacional y sintonía popular.
15 de junio de 2016
Amor libre. En Lovemusik, Lenya es retratada como una cantante osada y talentosa.
Tras su consagración en los escenarios internacionales, Elena Roger ofreció conciertos, estrenó una obra «de texto» (Ay, Carmela) y, finalmente, regresó con Lovemusik al género que la convirtió en una figura estelar. En su nueva incursión musical le da cuerpo y voz a la singular cantante austríaca Lotte Lenya. Desde Mina… che cosa sei?!, la carrera de Roger no dejó de presentarle desafíos que recibieron el acompañamiento del público y de la crítica. Tras los batacazos de Evita (que pudo verse en Londres y Broadway pero no en Buenos Aires) y Piaf, ella sigue apostando al género que la consagró.
«Es difícil encontrar obras, primero porque no hay muchos roles que uno pueda interpretar. Y segundo, porque tampoco hay muchos musicales que se hagan en Argentina», sostiene. Con Lovemusik completó una trilogía –acaso involuntaria– de biografías de mujeres fuertes: Eva Perón, Édith Piaf, y ahora Lotte Lenya, cuya relación con el celebrado músico Kurt Weill le permitió al autor Alfred Uhry repasar un puñado de obras creadas junto con Bertolt Brecht. Lovemusik no es condescendiente con este último: lo retrata como un ser ególatra y materialista, de forma diametralmente opuesta a como se lo podría imaginar.
«Brecht era un ser humano y pudo tener, por qué no, esos defectos», reflexiona Roger. «Hay gente que idolatra mucho a determinados personajes y no puede ver la parte humana. Y yo creo que está bueno verla, porque no todo es color de rosa». Y agrega: «En su caso, es interesante saber que esto fue escrito por estadounidenses, que tienen una visión. Y que también fue escrito basado en las cartas entre Lotte y Kurt, en donde es posible que haya algo que dictamine que Brecht era de esa manera».
Lotte Lenya es retratada en la obra como una cantante talentosa, osada, que además instaura una mirada sobre la prédica y la práctica del «amor libre» en el contexto de la Berlín previa a la Segunda Guerra Mundial. «La época acompañaba, era de mucha libertad. No es que todas eran monjas y ella era distinta. Tanto Lenya como Kurt tenían amantes, y ambos lo sabían. Sobre ese tema, rememoré una lectura que hice sobre la vida de Discépolo. Su mujer, Tania, se acostaba con un montón de hombres. Y todos lo criticaban, lo trataban de estúpido. Pero yo creo que él había hecho una elección: ellos se iban a relacionar así. Tal vez ahora hay más apertura. O no; siempre están los que juzgan».
Para el espectador no muy familiarizado con la música, Lovemusik puede resultar una obra menos accesible, pues Lenya no goza de una fama tan extendida como la de Édith Piaf, por ejemplo. «El teatro no solo está para divertir, para pasar un buen rato. Está buenísimo que haya un espectáculo de categoría para gente que no conoce estos personajes y que permita conocerlos, a ellos y a su música. Y que no sea lo fácil de “esta canción la conozco, la canto todos los días”», dice la actriz, tal vez en alusión a esa (falsa) aseveración de que un musical deviene en clásico solamente cuando el espectador sale del teatro tarareando un tema que se aprendió de memoria. En esa voluntad de educar y entretener está buena parte de su marca distintiva, que integra la denominada «alta cultura» con una mirada del espectáculo mucho más popular, menos elitista.
En relación con su rol como artista, Roger piensa en su pasado y en el lugar que ocupa la actuación en su vida: «En el momento en el que elegí ser actriz, lo hice porque me daba alegría y la pasaba muy bien. Y no tenía mucha conciencia de lo que se podía hacer desde el lugar del arte. Luego fui creciendo y me di cuenta de que uno podía hablar de determinados temas, educar, y ser importante para la sociedad en la que vivimos».