Cultura | JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Pensamiento transformador

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Susana Cella

El libro Aventura y revolución mundial compila cartas y artículos del escritor peruano, figura clave de la cultura y la política de Latinoamérica.

Sobresaliente. Las cualidades de Mariátegui pueden apreciarse a través de los textos publicados entre 1912 y 1930, seleccionados por Bergel.

Foto: Archivo José Carlos Mariátegui

Considerado uno de los intelectuales latinoamericanos más relevantes, el peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930) pudo, en sus escasos 35 años de vida, llevar a cabo una ininterrumpida actividad que abarcó la acción política (fue fundador en 1928 del Partido Socialista Peruano que pasó a llamarse Partido Comunista y de la Confederación General de Trabajadores); la difusión en la prensa escrita (comienza a trabajar como periodista en 1912, colabora en diversos medios y funda una de las revistas principales de América Latina, Amauta, en 1926); y la publicación de ensayos fundamentales para el estudio de las peculiares características de los pueblos americanos, como el hoy canónico 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), donde visualiza la radical importancia de integrar a la amplia población aborigen a la nación peruana como sujeto fundamental de una nueva estructura social.
Asimismo, uno de los capítulos del libro está dedicado a la literatura de ese país, signo del valor que atribuía a la cultura como factor influyente para el cambio social. Lo vio desde sus primeros años como periodista cuando se pronunciaba contra la chatura, el conformismo, «el aburrimiento» palpables en Lima. Por eso se acercó a figuras innovadoras como el escritor Abraham Valdelomar, en cuya revista Colónida colaboró. Las críticas al gobierno desde sus artículos firmados como Juan Croniqueur motivaron que el presidente Augusto Leguía prohibiera sus publicaciones y, más astutamente, lo sacara del ámbito nacional al otorgarle un cargo en el Consulado de Perú en Roma.

Nuevo orden social
Fue así que en 1919 Mariátegui, como tantos intelectuales latinoamericanos, inicia su viaje internacional, pero no sigue el típico trayecto hacia París, sino que antes de arribar a las ciudades europeas pasa por Nueva York, siempre atento a los movimientos de reivindicaciones sociales. Si bien ya poseía un nutrido bagaje cultural, los tres años de residencia en Europa fueron, así lo reconoció, centrales en su formación como pensador y militante. Profundizó sus estudios marxistas, defendió la Revolución Rusa, vindicó a Lenin, aprovechó las teorías de Georges Sorel y observó agudamente la renovación artística que proponían los movimientos de vanguardia que concebía relacionados con el más amplio proyecto de transformación social. Mantuvo la lúcida conciencia de que los aportes europeos no eran modelos a imitar sino herramientas útiles para generar un nuevo orden social en América, comenzando por su propia patria.

Foto: Archivo José Carlos Mariátegui

Tanto en los años europeos como en los posteriores denunció a tradicionalistas, nacionalistas conservadores y socialdemócratas. Acusado de un «complot comunista» reprimido, Mariátegui concibió el proyecto de salir de la asfixia que padecía en Perú para instalarse en Buenos Aires, donde se proponía continuar con la revista Amauta («sabio» en quechua), que para entonces ya resonaba en el subcontinente. Pero los problemas de salud que lo afectaron desde que sufriera un accidente en la infancia, que padeció toda la vida y se agravaron al punto de que fue necesario amputarle una pierna, se lo impidieron. Ya a punto de partir sufrió una crisis que no pudo remontar. Murió el 16 de abril de 1930.
Póstumamente se publicaron en varios tomos sus obras completas y su vigente legado lo ha convertido en un clásico del pensamiento de Nuestra América. En una reciente publicación, Aventura y revolución mundial, cuyo prólogo y selección de textos realizó Martín Bergel, las sobresalientes cualidades de Mariátegui pueden apreciarse a través de los artículos y cartas publicadas entre 1912 y 1930, con especial énfasis en la decisiva influencia que tuvo el viaje al extranjero. En orden cronológico, los cuatro apartados («Deseos de fuga», «Pasaje al mundo», «Proyecciones cosmopolitas» y «Apología del aventurero») despliegan las opiniones, hipótesis, aseveraciones y polémicas vertidas en los textos donde la diversidad asuntos –internacionalismo, oriente y occidente, artes, movimientos sociales– atienden simultáneamente a lo peculiar de cada uno, así como contribuyen a una visión de conjunto («universal») que se proyecta más allá de la época que refieren. 

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