Cultura

Polifonía de escenas

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El libro del reconocido crítico, investigador y docente revisa a fondo la producción de obras nacionales desde 1910 hasta el presente. Puntos fuertes y débiles de Buenos Aires como referente mundial.

Especialista. Dubatti capitaliza su trayectoria con un análisis del devenir teatral. (Jorge Aloy)

Si se piensa en lo frondoso e infinito del paisaje teatral argentino, sólo describir algunos años de su actividad podría llevar muchísimas páginas. Sin embargo, el crítico, investigador y profesor universitario Jorge Dubatti ha logrado resumir en 300 lo que ha ocurrido en materia de teatro nacional desde 1910 hasta nuestros días, en su libro Cien años de teatro argentino. Él mismo explica lo difícil que resulta poder llegar a esta síntesis: «Primero, por la riqueza de su producción, hay que resumir varias líneas internas con miles de estrenos, autores, actores, acontecimientos, publicaciones, visitas internacionales, etcétera. Segundo, porque todavía hay mucho por investigar. Tercero, porque el teatro argentino es, en realidad, un conjunto, una polifonía de teatros».
Sin embargo, para el autor era necesaria «la posibilidad de leer en pocas páginas qué pasó en diez décadas. Una historia que respondiera qué pasó con el teatro comercial, el oficial o el independiente. Tomar conciencia de esos procesos permite disfrutar más plenamente del presente». Porque según Dubatti, haciendo foco ya en Buenos Aires, la ciudad teatral de la actualidad es justamente resultado de dichos procesos en el pasado. «Hoy Buenos Aires parece Broadway, con muchísimas propuestas comerciales de alta calidad, encabezadas por  figuras como las de Julio Chávez, Alfredo Alcón o Antonio Gasalla», afirma. El auge actual del teatro comercial de arte, en su opinión, no es un fenómeno nuevo: tiene su comienzo en los años 20 y 30, con las compañías de Luis Arata, Armando Discépolo o Tita Merello.
Además de ser profesor adjunto en Historia del Teatro Universal de la Carrera de Artes (UBA), Jorge Dubatti es titular de la Cátedra Internacional de Historia del Teatro Argentino en la Universidad Nacional de San Martín, e integra la Cátedra Itinerante de Teatro
Latinoamericano, dependiente de la Escuela Internacional de Teatro de América Latina y el Caribe. Ha publicado más de 100 volúmenes (libros de ensayos, antologías, ediciones, compilaciones de estudios) sobre teatro argentino y universal. Por otra parte, fundó y dirige desde 2001 la singular Escuela de Espectadores de Buenos Aires, a la que asisten cientos de alumnos por año para reflexionar sobre las obras locales e internacionales.
Dubatti capitaliza hoy su vasta trayectoria presentando Cien años de teatro argentino, una contribución fundamental para la rica historia de las artes escénicas. El libro está dividido en siete capítulos, que se corresponden con determinados períodos: el desarrollo de la producción «industrial» y la superación de la llamada «época de oro»; el surgimiento y los primeros recorridos del «teatro independiente»; la politización de la actividad escénica que abarca el peronismo y la Revolución Cubana; las relaciones entre modernización y radicalización política, bajo el signo del «posperonismo» y de la izquierda internacional; la represión en la dictadura militar; la «posdictadura», como período de salida de los años de plomo y de trauma y continuidad de la subjetividad de la dictadura en la democracia restituida. El volumen cierra con una reflexión sobre algunas nuevas coordenadas del presente y del pasado más reciente.
El estudio también se detiene en las relaciones del teatro local con el extranjero; qué se ha tomado de grandes figuras que nos han visitado, como Pina Bausch, Darío Fo o Peter Brook; y qué han aportado al teatro mundial subgéneros como el sainete y el grotesco criollos, el teatro independiente o el «teatro de estados» de Ricardo Bartís.
No obstante, Dubatti efectúa una crítica profunda a la escena porteña: afirma que, a pesar de ser una gran capital, le falta mucho para serlo plenamente. «Hay serios problemas. Falta más dinero para mejorar las condiciones de producción y la calidad de vida de sus artistas. Falta una política fuerte de conexiones con el mundo y con las provincias. Falta un organismo que promocione en igualdad de condiciones las producciones porteñas en el mundo. Falta atacar enormes baches en la formación de sus artistas, especialmente en los más jóvenes. Falta una crítica con mayor autocrítica, así como un centro de documentación y un museo que se hagan cargo de registrar y conservar la actividad en todos los circuitos, comercial, oficial, independiente: Buenos Aires no guarda la memoria de su teatro. Falta una gran librería teatral, una gran biblioteca, y redefinir la política edilicia para las salas independientes».
Registrar y reflexionar sobre la historia del teatro argentino, y en especial de Buenos Aires, tiene que ver, según Dubatti, con una parte insoslayable de nuestra cultura: «Vivir en Buenos Aires o visitarla y no ir al teatro, es como vivir o pasar por Nueva York y no conocer el MOMA, o como vivir o pasar por Barcelona y no haber visitado la Sagrada Familia de Antonio Gaudí. El teatro es un patrimonio intangible identitario de la cultura porteña. En Buenos Aires hay “clima teatral”».

Victoria Eandi

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