Cultura | PATRICIA MALANCA

Política cancionera

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Mariano del Mazo

La compositora y cantante se despide en el CCC de los temas que integran Traerán ríos de tango las páginas de un libro. Literatura, feminismo y poder.

Lecturas. Los temas de Malanca están inspirados en libros de Selva Almada, María Gainza, Mariana Enríquez, María Moreno y Leila Guerriero.

Foto: Juan Quiles/3 Estudio

Ella lo toma como una despedida. Después de casi dos años, Patricia Malanca deja de cantar los temas de Traerán ríos de tango las páginas de un libro. No es un adiós más: se trata de un trabajo de largo aliento, singular, en alguna medida histórico, que queda como testimonio de una época marcada por la irrupción de la marea verde. Malanca escribió trece tangos, valses y canciones inspirados en trece novelas de autoras como Selva Almada, María Gainza, Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara, María Moreno, Leila Guerriero, Ariana Harwicz, Camila Sosa Villada y Claudia Piñeiro, entre otras. Son piezas absolutamente contemporáneas que conversan con la literatura.
La pasión por la lectura, la lucha por las reivindicaciones de género y, siempre, el tango, confluyeron en la ingeniería del disco. «Me despido y lego estas canciones», dice la compositora y cantante. «Hay muchas chicas que las tienen incluídas en sus repertorios, muchas orquestas que las tocan. Está bueno que circulen, que vayan por donde tienen que ir. Vivimos un contexto muy triste para la política de género, en el que desde los ejes del poder se interpela el feminismo. El disco planta bandera. Espero que la respuesta a esos ataques del poder tenga todavía más vigor y volumen que la marea verde que cubrió a la Argentina y a gran parte de la región. Creo que el disco ya cumplió su cometido. Lo tocaremos el miércoles 13 de marzo, en el Centro Cultural de la Cooperación, con un montón de invitados e invitadas, artistas jóvenes en su mayoría, que seguramente tomarán la posta».
Con una banda base integrada por Alejandro Montaldo en bandoneón, Marcela Pedretti en piano, Miguel Barci en guitarra, Pablo Clavijo en violín,  Lola Palacio en coros y Jimena Angeletti en narraciones, destacan como invitados especiales desde la periodista Irina Hauser hasta la actriz María Fiorentino, más agitadores de la escena tanguera como Alfredo Piro, Claudia Levy y Walter Romero. Un abigarrado lote de artistas que toman el arte como plataforma para plantear ideologías, pensamientos, debates.

Intuiciones musicales
Nacida y criada en Avellaneda, hija de un mecánico que reparaba carburadores en el taller con la Spica a todo tango, psicóloga, Malanca se define como «un ser político». «Y yo creo que la política no se compra hecha. Se hace todos los días. El paisaje del país cambió drásticamente y es hora de meter la mano en el barro. La gente necesita historizarse. Hace unas semanas prendieron una bengala en un boliche, ¡como si nadie se acordara de Cromañón! Hay que volver a contar todo a las nuevas generaciones».
Sus inquietudes la llevaron a conducir durante cuatro años Gotán Tropic, un ejemplar programa de televisión en la Villa 31 emitido por Urbana TeVe. «Fue una experiencia alucinante. Una especie de magazine, con la actualidad de la música popular de origen tropical, la cumbia y su relación con el tango actual, más entrevistas con artistas y música en vivo en articulación con vecinos y artistas emergentes del barrio», cuenta. También hace El asunto, un musical humorístico de tangos y boleros junto a Agustín López Núñez y Paula de Ovando. Y Una noche griega con Walter Romero, Daniela Horovitz, Juan Bonaudi y Hernán Reinaudo, sobre el folclore griego.
Después de su debut con La Malanca, en 2014 lanzó su segundo trabajo, un homenaje a Silvio Rodríguez que parte de la admiración. El disco tiene un título inmejorable: Aunque nadie te vea nunca conmigo. Se trata del abordaje tanguero de once obras del cubano, con producción de Martín Elizalde, que contó con la anuencia del propio Rodríguez. A diez años del lanzamiento, la cantante va por más. «Mi objetivo para el segundo semestre de este año es volver a Silvio, profundizarlo. Voy a seguir la senda abierta por Aunque nadie te vea nunca contigo. Otra vez: Silvio me parece bueno para contarle historias a las nuevas generaciones. ¡El también se deconstruyó a partir de los feminismos! Silvio une edades y pensamientos ideológicos. He ido a conciertos de él con gente de derecha… ¡funciona! No sé, tengo la intuición de que este momento político es propicio volver a él, a su obra. Además, estoy componiendo mucho. Y me salen cosas muy directas, poco elípticas. Lo que viene en ese sentido tiene que ver algo así como un tango de protesta».

Respecto de la idea de la canción testimonial que quiera abordar, Malanca opina que el tango y el rock, en algún sentido, se parecen. «Yo tengo una raíz rockera. En fin, soy de Avellaneda. Creo que tengo el barrio en mi voz. No tengo voz de soprano, tengo una voz de asfalto, de fábricas, de los trenes que pasan por Crucecita, los rieles, los carburadores de mi papá, de los gritos de la vecina de abajo que criaba seis chicos sola. Mi barrio era conflictivo, de manifestaciones, de lucha obrera, de Herminio Iglesias. Bueno, todo eso lo quiero trasladar a la nueva etapa del tango de protesta. En el fondo, creo que tanto el tango como el rock son conservadores y machistas. Son ‘lo que se debe’. El tango tiene esa tradicion de las luces malas del Centro, que te van a obnubilar y sacarte del destino ‘correcto’ que está en el barrio, ¡con la chica que cose y trabaja en la fábrica! Si raspás la olla, el rock también tiene eso. Claramente, algunas cosas cambiaron.  Esos pensamientos no son politicamente correctos en épocas de feminismo, pero falta un montón. Las chicas lo dicen: hay mucha cosa contenida en los hombres. En muchos aspectos, si pudieran, muchos nos mandarían a todas a lavar los platos».
Más allá de las temáticas de género, es consciente de que el cambio de paisaje, como dice ella, se desliza por múltiples territorios. El tema de Lali Espósito y de los ataques a la cultura en general son un aspecto de la brutalidad de las políticas del gobierno, y en muchos razonamientos de Malanca se advierte su formación de licenciada en Psicología. Sobre el final de la entrevista, dice que cree firmemente en el diálogo, en los convenios, en el debate de ideas, en las refutaciones honestas. Y en una suerte de monólogo con algo de catarsis, como parada frente al espejo, dice: «Me pregunto cómo se pergeñó todo esto. ¿Se sentaron Sturzenegger, Caputo y Milei en una habitación a hablar de que el Fondo Nacional de las Artes no sirve? Creo que hay algo del orden de la frustración, de la envidia. No lo sé. Eligieron la cultura como enemigo, y está bien. A los que trabajamos en la cultura no nos engaña cualquier chapucero. Olemos la chanta del barrio, la sobreactuación. Fijate lo que pasó con Lali. Al gobierno lo defiende una militancia de jóvenes blancos, machistas, muy autosuficientes pero que viven con los padres. Y atacan a Lali, una mina de 32 años, realmente autosuficiente, que se ha ganado multitudes a través del trabajo. ¡No tiene que demostrar nada a nadie! Estos individuos tienen enfrente una mujer fuerte, y liberan entonces toda la pulsión de muerte, de la destrucción. Lo que les molesta es que Lali sea mujer, y no una mujer cualquiera: una mujer con poder real. La lucha recién empieza».

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