Cultura

Psicoanálisis para todos

Tiempo de lectura: ...

El éxito de sus libros y sus experiencias en radio y televisión lo ubican como un referente famoso de la escuela freudiana. Una carrera inesperada hacia la masividad.

Best seller. A partir de sus libros, llegó a la TV con una serie basada en hechos reales. (Prensa Gabriel Rolón)

Si acaso todavía le faltara un nuevo mecanismo para llegar a un número mayor de público, 2013 está brindándole a Gabriel Rolón dos espacios adicionales. El psicoanalista más famoso de la actualidad aparece en televisión como columnista del programa Animales sueltos, conducido por Alejandro Fantino en América. Y también es el autor del ciclo Historias de diván, compuesto por 26 unitarios dirigidos por Juan José Jusid, con Jorge Marrale como protagonista, que va los sábados cerca de la medianoche por Telefé.
Pero Rolón no sólo es psicólogo egresado de la UBA, profesión que continúa ejerciendo, sino que también es músico. Asimismo, ha participado en diversos ciclos radiales, como La venganza será terrible, de Alejandro Dolina, o Tarde negra, de Elizabeth Vernaci; de encuentros de reflexión; y de veladas narrativas y musicales, la más reciente en la librería y café Clásica y Moderna. Por si fuera poco, como escritor ha alcanzado la categoría de best seller, con sus libros de relatos basados en historias reales de sus pacientes. Hasta en las góndolas de los supermercados se encuentran desde Historias de diván (2007) hasta Palabras cruzadas (2009), pasando por Los padecientes (2010) y Encuentros (2012).
Sobre este peculiar cruce de actividades y éxitos, el entrevistado reflexiona: «El hecho de que un hombre que aspiraba a ser músico, vivir de la composición e interpretación de sus obras, dirigir una orquesta y escribir una misa de réquiem, termine siendo medianamente popular por su práctica psicológica, no deja de ser un fenómeno raro, que me ha sucedido de un modo disperso, casi desprolijo, llevado de la mano de mis pasiones. La escritura fue siempre una de ellas. Junto con el psicoanálisis es, después de la música, mi cielo preferido».
Podría surgir una falsa imagen: la de que, para Rolón, todos sus logros fueron simplemente allanados por su presencia mediática. Sin embargo, él mismo se encarga de desmentirla. «Intento que mis diversos roles no dejen de ser una fuente de placer. Obviamente, esos placeres se sostienen a fuerza de sacrificio, de horas leyendo, escribiendo, estudiando, armando charlas, proyectos, tratando de dar a un programa de radio una estructura artística», describe. «Las cosas no son tan fáciles como la gente cree. Muchos sospechan que sólo basta con la suerte. Yo aprendí de la mano de mi amigo Alejandro Dolina, que siempre, casualmente, tienen mejor suerte los que más estudian, los que más se esfuerzan. Todo lo que hago se vincula en un punto: es el producto del mismo hombre, que mira la vida de una manera determinada y que pelea por lo que cree. No sé si mis valores serán los adecuados, espero que sí, pero no miento si digo que he renunciado a muchas cosas por no traicionarlos».
El boom Rolón coincide con la llamativa presencia del psicoanálisis en la pantalla chica, a partir de series protagonizadas por un terapeuta, como En terapia y Tiempos compulsivos, entre otras. Rolón enfatiza la peculiaridad de Historias de diván: «Tiene en común con muchas series el hacer del ámbito psicológico su punto principal. Pero, a la vez, se diferencia mucho de ellas. En primer lugar, está inspirada en casos reales: sus personajes no son fruto del capricho de un guionista, sino que los he visto desangrarse en mi consultorio semana tras semana. En segundo lugar, es la primera vez, al menos que yo sepa, que el protagonista no es un terapeuta sino un psicoanalista. Los analistas no miramos el mundo desde el mismo lugar que los cognitivos, sistémicos o gestálticos. En Historias… se ve esta diferencia con mucha nitidez, espero. Además, en nuestra serie, cada caso, excepto tres que son capítulos dobles, empiezan y terminan en cada emisión. Está también el hecho, no menor, de la dirección de Juan José Jusid, que la realizó con la técnica del cine y no de la televisión. Además, tomé la responsabilidad de supervisar todo lo que ocurre dentro del consultorio desde la perspectiva y conocimiento que tiene un analista. Así, resulta un programa íntimo, que apunta a la profundidad de las emociones, como el psicoanálisis mismo».
El peligro de buscar la conquista de la masividad sería caer en la simplificación o tergiversación del legado de Sigmund Freud. Algo que Rolón evita en cada una de sus acciones y declaraciones. «Mi conocimiento académico sustenta cada cosa que digo en televisión. Sólo que debo traducirlo al idioma de la gente, que no está por debajo, sino por el contrario, por encima de los tecnicismos. Mi desafío es ser un buen traductor de las ideas del psicoanálisis. Intento, no la divulgación, ya que eso remite a lo vulgar, sino la difusión del psicoanálisis. No doy tips, no hago autoayuda. Apenas sí vuelco la mirada de un analista sobre las cosas», afirma el autor.
A partir de la repercusión obtenida, no hay dudas de que su trabajo impacta a escala masiva. «Nunca imaginé ser un best seller, aunque siempre trabajé para llegar a la gente lo más posible, sin renunciar jamás a mi pasión por el psicoanálisis, a su ética y su profundidad», fundamenta. «No sé si logro hacerlo bien o mal, pero lo intento. Creo que los libros llegaron tanto a la gente porque hablo de cosas que el lector sabe que son verdad: el dolor de estar solo, el temor a volver a empezar, la perplejidad de estar frente a un adolescente sin tener las respuestas exactas, la angustia ante la muerte, la emoción del amor, la pasión culpógena de cierto erotismo. Y de eso hablo yo, porque de eso se ocupa el psicoanálisis. La teoría inventada por Freud es insuperable y remite al ser humano con una potencia tal, que allí se origina el interés de muchos lectores. Porque, nos guste o no, eso es la vida».

Analía Melgar

Estás leyendo:

Cultura

Psicoanálisis para todos