Cultura | COMICIDAD EN EL CCC

Risas en el Centro

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Ezequiel Obregón

Las vetas del clown, el varieté y el humor político atraviesan la cartelera actual del espacio. Obras que pueden resultar graciosas sin renunciar al pensamiento.

Diversidad. En la programación del CCC se lucen Los Macocos (Maten a Hamlet),Torres (Dos bacalaos noruegos) y Salatino (Los Minimax). (Fotos: irishsuarez.com/Prensa, Gabriel Reig/Prensa, Prensa)

Con gran aceptación de la crítica y el público, las obras cómicas que integran la cartelera del Centro Cultural de la Cooperación «Floreal Gorini» son una muestra de las variopintas búsquedas estéticas de quienes programan la agenda de espectáculos. Trabajos como Habitación Macbeth, que ostenta función tras función el codiciado cartel de «localidades agotadas», no eluden las vertientes humorísticas (ya sean en la dramaturgia, la dirección o la actuación) aunque hagan pie en la tragedia.
Una de las marcas del espacio es la presencia del varieté, consolidado orgánicamente a partir de un departamento específico. El teatrista Christian Forteza es uno de sus coordinadores, y señala la importancia de la diversidad en el momento de programar. «Es un rasgo que podemos apreciar en el registro del clown con Dos bacalaos noruegos –dice–, el Shakespeare de Los Macocos, que tiene una veta más ligada a la comicidad pura. La máquina de la alegría, con Eduardo Calvo, apela a un humor más ligado al varieté; Los Minimax y el cazador de talentos presenta una estética de humor político. Y, por supuesto, La vis cómica, gran obra de Mauricio Kartun, cuyo título ya lo dice todo. Si tuviera que dar una definición global de la cartelera del CCC, me gusta citar siempre al escritor Augusto Monterroso. Él decía que el humor nos ayuda a pensar y, a veces, hasta nos hacer reír», concluye.
En esa misma línea opina su par Lucía Salatino, actriz de Los Minimax, quien señala las aspiraciones estéticas e ideológicas en el momento de seleccionar espectáculos: «Desde el área, defendemos y militamos la idea de que hacer humor es un arte complejo. Y queremos que eso se vea reflejado en los espectáculos que seleccionamos. Creemos que muchas veces hacer reír es bastante más difícil que hacer llorar o emocionar: el artista que hace humor es integral. Debe tener la capacidad de enfrentarse a ese vacío en el caso de que el público no se ría, debe tener la capacidad de salir de ese bache», sostiene.

Jugar con compromiso
Aquellas aspiraciones adquieren sentido una vez que los espectáculos dan sala y el público completa el círculo cuando ríe. Y las carcajadas se contagian. Así ha ocurrido desde el comienzo, cuando por ejemplo Los Macocos presentaron Continente viril, una de las obras más recordadas de la historia del CCC. Actualmente, la agrupación presenta Maten a Hamlet, pieza que enaltece la figura del cómico. Consultado por Acción, Gabriel Wolf, uno de sus integrantes, reflexiona sobre la identidad del grupo. «Básicamente, nuestro estilo, que ya está consolidado hace tiempo, se basa en el juego teatral. Se trata de una de las primeras herramientas que uno se encuentra cuando comienza a estudiar teatro, en los primeros talleres, en las primeras clases. Fue el juego el que nos llevó a ir por ese lado. Jugamos a hacer teatro, pero con un grado de compromiso muy alto», afirma.
Por su parte, su compañero Daniel Casablanca también se refiere al imaginario que fue nutriendo el quehacer del grupo. «Lo que me divierte como espectador es lo que deseo hacer como cómico. Y, seguramente, uno copia un poco eso que le hace gracia. A mí siempre me hizo gracia el humor de Biondi y, ya de grande, me encanta Jim Carey, me hace reír mucho», dice. Casablanca también presentó a comienzo de año Discepolín, fanático arlequín, unipersonal centrado en la figura del emblemático artista nacional. «Discepolín muestra el mundo del grotesco, tiene que ver con el humor rioplatense. Hace gracia, pero te hace pensar en quién sos, los problemas que tenés, las dificultades con las que te encontrás y las miserias propias y de tus seres cercanos. Esa es la comicidad rioplatense, la posibilidad de conmoverte porque descubrís que te estás riendo de tus dolores y los dolores de tu semejante», considera.
Finalmente, los espectáculos de varieté no pueden faltar en el CCC. Y allí se destaca actualmente Dos bacalaos noruegos, con las actuaciones de Octavio Bustos y Leticia Torres. Se trata de una obra en la que la poética del clown tiene una incidencia definitoria. La otra técnica que sobresale en su construcción es la de la improvisación, que también cuenta con una tradición arraigada en el Centro. Para Torres, «entrenarse en la capacidad de improvisar y, sobre todo, en la de hacer reír, nos da una herramienta como actores y actrices que no te lo da, creo, ninguna técnica». Y completa: «Es ahí en donde tenés que apelar a todos tus recursos, porque aparecen al sentirte en esa exposición tus rasgos más vulnerables, más reales, más humanos. Todo actor y toda actriz debería animarse en algún momento de su trabajo a hacerlo, para estar vivo y viva en escena».

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