Cultura | MARIELA ASENSIO

Roles múltiples

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Analía Melgar

Dramaturga, directora, actriz y docente, por estos días deja su huella en cuatro obras de la cartelera porteña. Creatividad y perspectiva de género. 

Firma. Trabaja en Cosa de minas, Perdida mente, Mujeres en el baño y La casa oscura.

HORACIO PAONE

Tener simultáneamente cuatro obras en cartel es una proeza. Y Mariela Asensio la hace posible. En la cartelera porteña, cuatro espectáculos, en diversos formatos y circuitos, llevan su firma. En el Maipo, dirige a Dalia Gutmann en su unipersonal Cosa de minas 2. En el Multiteatro, se puede ver la pieza que escribió junto con José María Muscari, Perdida mente, interpretada por Leonor Benedetto, Karina K, Julieta Ortega, Ana María Picchio y Patricia Sosa. Quince años después de su estreno, repone Mujeres en el baño en el Picadero, con un elenco integrado por Esther Goris, entre otras figuras. Y, en El Galpón de Guevara, ella y Maruja Bustamante les ponen el cuerpo a sus historias de vida en La casa oscura.
Actriz, dramaturga, directora y docente, además de gestora cultural (integra la Fundación Somi, que administra el Teatro del Pueblo), Mariela Asensio vive en una constante y entusiasta actividad creativa. De hecho, ya está escribiendo un texto nuevo, para un proyecto independiente que ella misma dirigirá en 2022, sobre «la hipercomunicación en tiempos de virtualidad». 
«Mujeres en el baño es una puesta grande», afirma. «Es una versión cien por ciento renovada, pero fiel al espíritu original, con música y coreografías. Cuando la escribí, lo hice casi intuitivamente: cuestionaba lugares asignados cultural e históricamente a las mujeres. Yo era muy péndex, ahora estoy más grande, viví más. En la versión original, la presencia del hombre tenía mucho protagonismo, aunque sea críticamente, y en esta ya no: dejó de ser el centro de atención».

Vocación escénica
El rol de Asensio en la pieza de Gutmann tiene sus particularidades. «No es la típica dirección. Dalia es una artista que está sola en escena y que tiene muy claro qué quiere hacer con la obra que escribió. Ella viene de otro palo, del stand up; quería aportarle al show más teatralidad, entonces ahí es cuando yo intervengo», dice. La experiencia de Perdida mente le permitió renovar una vieja sociedad. «Con Muscari nos conocemos desde hace 25 años, somos como hermanos: menos ser novios, ya hemos hecho juntos todo. Yo actué en obras que él dirigió, él actuó en obras que dirigí yo, yo lo produje, él me produjo, yo lo asistí. Ahora escribimos juntos esta comedia profunda, en la que indagamos en conceptos de las neurociencias».
En el caso de La casa oscura, comenta, «fue duro el proceso de construirla, pero el momento de la función con Maruja es una fiesta. Yo me formé como actriz, pero después me di cuenta de que mi libido está en la escritura, la dirección. Me meto a actuar si algo me divierte, me hace sentir cómoda. Acá hablo desde mi experiencia, cuando pude descubrir que mi trastorno tenía un nombre. Las situaciones relacionadas con la salud mental se suelen tratar como tabú y se asocian a la locura. El tema está estigmatizado y hay mucha desinformación».
Paralelamente, Asensio es profesora en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. «Tengo vocación docente. Di mi primera clase a los 18 años. Si yo fuese millonaria, seguiría dando clases. Me interesa la transmisión de conocimiento, proveer herramientas para que la otra persona pueda construir una idea, un concepto, un camino. Me importa mucho la educación pública, inclusiva y con perspectiva de género».
Parte de su vocación proviene de su experiencia como alumna. «Hice danza desde muy chiquita, pero un día me aburrí. Mi mamá me ofreció que fuera a las clases de Laura Bove. Ella me enseñó la profesión, el oficio, la disciplina y la prepotencia de trabajo. Sin lugar a dudas, ella es mi maestra. Después entré al Conservatorio de Arte Dramático y ahí me empecé a profesionalizar», cuenta. Hiperactiva en sus múltiples roles y planes, se define sin pretensiones: «Soy lo que puedo ser. Ni más ni menos. Como dice Mauricio Kartun, “uno es el poeta que puede”». 

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