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Mientras los avances tecnológicos empujan a los viejos equipos a convertirse en piezas de museo, hay un número creciente de grupos e individuos que prefiere ir a contramano. Cámaras y técnicas de culto.

 

Baja velocidad. La fotografía estenopeica se caracteriza por un tiempo de exposición largo, que en este caso fue de seis meses. (Jorge Mónaco)

A principios de los 80 nacía la Lomo Kompakt Automat. Esta modificación mejorada de una pequeña cámara japonesa habría de distribuirse por todo el universo soviético y sería testigo de la última década de la Guerra Fría y del propio sistema político. Imágenes precisas, alta sensibilidad y colores saturados eran sus características. Vueltas del destino, un grupo de estudiantes vieneses la redescubrió casi por casualidad a comienzos de los 90; al poco tiempo se disparaba el fenómeno que incluyó la creación de la Sociedad Lomográfica Internacional y hasta de un manifiesto. A la Argentina llegó ya en el siglo XXI de la mano de Eduardo Constantini (h.), que convirtió el Malba en el primer museo de Latinoamérica en vender las cámaras (aunque basta con ingresar a un sitio web de compras para observar la diversidad de modelos y precios).
«En Argentina siempre surgieron nuevos fanáticos e interesados en la fotografía con este tipo de cámaras, desde diseñadores, artistas visuales, estudiantes de arquitectura, músicos o profesionales de otras disciplinas para quienes es una obsesión tomar fotos con cámaras Lomo», dice Eugenia Quiroga. La fotógrafa es una de las principales referentes locales de un movimiento que se entiende a sí mismo como social y cultural al margen del lugar que ha conseguido en el mercado, cuyo eje internacional es la comunidad Lomography (www.lomography.com). Como la Web permite conectar gente a una velocidad antes impensable, Quiroga explica que a través de la comunidad virtual Lomography busca permanentemente sumar fotógrafos de todas las geografías e incorporarlos a sus proyectos. «Junto con el importador oficial de las cámaras de Lomography (C41 photo) –ejemplifica la artista– estamos comenzando a realizar eventos oficiales donde hay muchos participantes y esperamos que puedan hacerse muy buenos eventos artísticos los próximos años».
Siguiendo la lógica de red, el austríaco Florian Kaps, parte del movimiento expansivo de la Sociedad Lomográfica, es uno de los fundadores del último sueño loco que se sumó a la ola: Impossible Project (http://the-impossible-project.com). La quijotada de Kaps es la responsable de haber salvado la última fábrica Polaroid, ubicada en Holanda, y de haber conseguido redesarrollar todo el proceso productivo de los materiales sensibles de lo que fue un fenómeno de marketing y luego un formato de culto.
Ezequiel Mazariegos, fotógrafo y docente, presentó en sociedad en 2012 Polaroides, un trabajo que se había iniciado hacía más de una década cuando compró su One Step 600. «Para mí cada foto polaroid es una obra en sí», dice Mazariegos. Así como el encarecimiento de los materiales y la paulatina desaparición de la empresa había ido llevando las cámaras al arcón de los recuerdos, Mazariegos señala que «desde que aparecieron las nuevas películas Impossible –empresa que aún no tiene sede en la Argentina–, se empieza a escuchar de personas que están sacando el polvo a sus equipos guardados para volver a divertirse».
Por su parte, la fotografía estenopeica es quizá la más romántica de las formas que vienen reinstalándose. Además, cada usuario puede construirse su propia herramienta. «Descubrí que el diseñar, crear y/o realizar las cámaras es un paso muy interesante, pero no es el medio siempre, sino, que a veces es el fin, es decir, la cámara se convierte en el hecho artístico, o por decirlo de otra forma es la obra en sí misma», explica Jorge Mónaco, fotógrafo y director de la Escuela Nacional de Fotografía (donde también es docente Mazariegos), así como uno de los fundadores del Grupo Opción Estenopeica Argentina (http://opcionestenopeica.blogspot.com.ar), que realiza encuentros bianuales en el Centro Cultural San Martín.  Basada en el principio de la cámara oscura, la fotografía estenopeica no sólo propone, como los otros movimientos, el acento en lo lúdico y la imaginación, sino que es también un retorno a los orígenes y a bajar la velocidad. Los tiempos de exposición son largos, de varios segundos, aunque Mónaco llegó a experimentar con meses.
Para Mónaco, «las cámaras estenopeicas son en el estadio evolutivo como los dinosaurios. Pero, ¿por qué el fotógrafo necesita como en el film Jurassic Park, de Steven Spielberg, revivir estos fósiles? Quizás esto me lleva a realizar un parangón y me pregunte por qué el hombre vuela en ala delta, práctica parapente o paracaidismo. Si quiere volar, cuenta con modernos y seguros aeroplanos». El fotógrafo, que impulsó el 1º Encuentro Nacional de Fotografía Estenopeica, ve en las nuevas tecnologías una oferta de calidad y eficiencia inédita, pero considera también que «la excesiva tecnología muchas veces nos paraliza, nos da miedo, vuelve frío y previsible el resultado o producto que surge de su utilización». Mónaco arriesga entonces una respuesta a sus preguntas, ligada con la vieja idea de volver a las fuentes: «Tendrá que ver con la libertad. Tendrá que ver con la memoria. Esta facultad de conservar las ideas anteriormente adquiridas. La memoria se conserva mediante el ejercicio».

Diego Braude

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