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Sortilegio

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Juan Ignacio Babino

Mandrake y Los Druidas
Bizarro Records

En un jardín sembrado de cables, bajo un plenilunio. Allí parece haber encontrado refugio Alberto «Mandrake» Wolf junto a su nueva banda, Los Druidas. Porque luego de la celebración de los 25 años de Primitivo, aquel primer disco en solitario, un trabajo más bien despojado y acústico, el músico uruguayo se recostó en el sonido eléctrico. Y Sortilegio echa más leña a ese fuego. En parte resuena algo de su histórica banda Los Terapeutas, pero aquí todo es más sucio, más valvular. Hay algunas líneas que se dibujan rectas hacia la década del 70, aunque a diferencia del primer trabajo junto con Los Druidas, en este hay cierto reposo instrumental. Lo que se dice una maduración en el sonido, una cuestión orgánica que se palpa en el aire, con una formación clásica: dos guitaras, bajo, batería y Mandrake en la voz. Simple la ecuación, contundente la impronta. Sortilegio, además, reafirma a Wolf como un letrista dueño de una jerga personal. Una pequeña muestra: «Voy atravesando mis recuerdos/ llenos de lluvia y autocompasión/ Los jazmines y las madreselvas/ flores secas de un entierro/ Estoy prendiendo los espirales/ sin saber que ahuyentaré» («Cabeza Amarga»). Además, un guiño a Eduardo Mateo en «Por la calle fantasía», donde cita a «Por ejemplo». Y la hermosa «Fetal», con letra de Jorge Nasser. Ahí están entonces Mandrake y los suyos, danzando con los viejos espíritus alrededor de un fuego propio.