11 de noviembre de 2015
Sergio Pujol lo hizo nuevamente. Su flamante biografía de Oscar Alemán, titulada La guitarra embrujada, se incorpora dócilmente a su obra bibliográfica previa como una pieza más de un puzzle apasionante: el de la ancha cultura popular. Docente e investigador, Pujol ya escribió libros como Jazz al sur – Historia de la música negra en la Argentina, Rock y dictadura, Historia del baile y las biografías de figuras de la talla de Atahualpa Yupanqui, Enrique Santos Discépolo, María Elena Walsh y, ahora, Oscar Alemán, como partes de un todo.
La guitarra embrujada se disfruta por sí misma, por la formidable historia de un chaqueño pobre que anduvo penando abandonado por las calles de Brasil y que llegó a hacerle sombra en Europa a Django Reinhardt, pero también por una necesaria trama contextual que tiene el estrépito de las bombas de la Segunda Guerra Mundial de fondo y también el rumor del primer peronismo, en aquellos años en los que en las milongas porteñas la opción era «la típica o la jazz». La vida de Alemán está atravesada por misterios y pasiones. Su carrera internacional en ascenso se truncó precisamente por la guerra, y debió empezar casi de cero en una Argentina rebosante de tango y de un folclore que se hacía fuerte en la gran ciudad debido a los movimientos migratorios que forzaba la industrialización. Vino como un ignoto héroe del estilo «swing con cuerdas», que había patentado el Hot Club de Francia.
El talento guitarrístico, más un carisma que incluía condiciones de showman, le abrieron paso entre la jungla de típicas y se impuso también en Buenos Aires. Lo hizo por medio de un desparpajo que ya había demostrado en sus versiones de la música brasileña (con un hit destacable como «Tico-tico no fubá»), o covers jazzeados de «Negra de cabellos duros» o «La cucaracha». El tema elegido fue un bolero recién editado, de una joven mexicana llamada Consuelo Velázquez. Se titulaba «Bésame mucho», y Alemán sorprendió a todos con un abordaje paródico, zumbón e irresistible, cantado y scateado.
Escribe Pujol: «Oscar jamás imaginó que la travesura de “Bésame mucho” se convertiría en su registro más célebre –quizás el único con el que hoy lo identifican los públicos menos interiorizados de su arte– sino también en una de las grabaciones más exitosas de toda la historia de la música en la Argentina, a la altura de “El rancho e’ la Cambicha” de Antonio Tormo o “El día que me quieras” de Carlos Gardel».
La guitarra embrujada tiene rigor investigativo y, también, ritmo narrativo. Hay muchos pasajes nebulosos de las peripecias de Alemán, zanjados por la consulta de revistas y diarios de la época y, sobre todo, por el testimonio de familiares y músicos que lo frecuentaron. Acercan luz en la bruma y ponen en foco a un artista tan grande como destratado por el canon de la música popular argentina.
Valga para dimensionarlo una pequeña anécdota que refulge, perdida, en el libro: el mismísimo Bob Dylan programó recientemente a Oscar Alemán en su emisión de radio satelital. Puso «Bye bye blues» (Blues del adiós), tema grabado por el quinteto de Alemán en 1942, en Buenos Aires. «Me produjo una gran emoción –cuenta Pujol– escuchar la voz áspera de Dylan contando brevemente la vida de Oscar, ese “true unsung hero of swing guitar”». Palabra de Pujol. Y de Dylan.
—Mariano del Mazo