Cultura

Teatro de la resistencia

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A un año del adiós al notable actor, dramaturgo, director y psicoanalista, el Centro Cultural de la Cooperación le rinde tributo con una retrospectiva de sus obras y una serie de conferencias. El recuerdo y la admiración de sus colegas y amigos.


Presencia. El recordado autor e intérprete en Asuntos pendientes, en el CCC. (Prensa CCC)

 

Una gran verdad desliza Jorge Dubatti, crítico, docente e investigador, al expresar que «cuando se muere un gran actor nace un mito». A un año de su muerte, la figura de Eduardo Tato Pavlovsky, hacedor de un teatro de resistencia, cobró otra dimensión, otro relieve. En el mundo intelectual se reconoce su obra como una bisagra: marcó un antes y un después en la historia del teatro latinoamericano.
El Centro Cultural de la Cooperación, donde trabajó entre 2003 y 2015, lo homenajea con una retrospectiva de sus piezas más significativas, como Potestad; Hombres, imágenes, muñecos; Dirección contraria – artesanía teatral y Cámara lenta, cuyas readaptaciones se verán en la Sala Tuñón desde el 8 hasta el 29 de octubre. Y otras salas como Onírico, Taller del Ángel y El Damero se plegarán a la propuesta, con la exhibición de El señor Galíndez, El cardenal y La espera trágica.   
«El homenaje a Tato Pavlovsky tiene una serie de significaciones, que se asocian fuertemente con su figura como intelectual y como artista. La inauguración del CCC se realizó con su actuación en La gran marcha, que fue una adaptación que el propio Pavlovsky había hecho sobre Coriolano, de Shakespeare», señala Juano Villafañe, director artístico del CCC, que amplía: «Desde entonces, Tato nos acompañó con su trabajo hasta los últimos días de su vida. Por eso está entrañablemente unido a esta institución y el homenaje es el resultado natural de este vínculo».
Profundo conocedor de su vida, autor de Teatro completo de Eduardo Pavlovsky, Dubatti recuerda la primera vez que lo vio actuar: «Fue en 1985, en Potestad, y me quedé hipnotizado. La sensación que tuve fue la de estar frente a un titán de la escena, a un gigante de la ética del teatro independiente, de ese teatro que tiene que ver con la pasión, con el hacer y el decir; no con lo material ni con la expectativa mediática».
En este mes de evocaciones, habrá mesas redondas y charlas con figuras de renombre como Ricardo Bartís, Norman Briski, Susy Evans, Mirta Bogdasarian y Elvira Onetto, quien conocía muy bien al teatrista, médico y psicoanalista. «Somos primos segundos. Creo que Tato es un referente, por su coherencia en la vida y en su labor como actor-autor, que es casi como una forma de resistencia o militancia en relación con la libertad de decir, los no condicionamientos, la sinceridad en la actuación, el hecho vivo de cada función y la conexión con sus compañeros».
Christian Forteza, por su parte, se dará el gusto de dirigir tres versiones de obras de Pavlovsky. «Es raro, tengo un sentimiento de alegría y tristeza a la vez, pero la verdad es que nada mejor que recordarlo con sus textos. Y es una suerte para mí poder ser parte del encuentro y poner en escena tres obras suyas (Potestad, Cámara lenta y La muerte de Marguerite Duras). «Tato definía su poética como un teatro de estados, es decir, de poco recorrido, de pocos movimientos, pero de mucha intensidad interpretativa».
Norman Briski también dirá presente. «Para mí era un sabio, un capocómico en términos de la estética que usaba para desplegar la escena, pero sobre todo era un amigo entrañable con quien de pibe íbamos a nadar», recuerda. Además de faro artístico, Briski rescata sus vivencias compartidas y su particular «vínculo matutino», que los llevaba a charlar por las mañanas «sobre la creatividad, las invenciones y cómo pensar otra manera de ver la realidad».
Sin obsecuencia, desde el sentimiento más profundo, todos destacan la calidad humana de Pavlovsky. «Fue un gran amigo, solidario siempre y de gran apoyo en los momentos tristes de la vida», dice Onetto. «En 2013 le hice un homenaje con mi propia versión de Potestad, y antes de la función se me acercó y me transmitió la mejor onda», cuenta Forteza. Rupturista, Briski trae a la memoria una anécdota del día de la despedida de los restos de Pavlovsky: «En medio del bajón, se generó en el entierro una discusión «woodyallenesca» sobre si Tato era más escritor que actor, o más actor que hincha de Independiente».
   

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