19 de agosto de 2022
A cincuenta años del crimen de dieciséis militantes políticos cometido por la Marina, un repaso de los libros y las películas que indagan en la historia.
Documentos. La foto histórica de Emilser Pereira (Foto: Emilser Pereira-Diario Jornada/ANM), una escena de la película de Arruti (Foto: Trelew, película) y los libros de Eloy Martínez y Muzzopappa.
Desde el 22 de agosto de 1972, cuando un grupo de oficiales y suboficiales de la Marina asesinó a dieciséis integrantes de organizaciones armadas en la base aeronaval Almirante Zar, la masacre de Trelew estableció una marca trágica en la historia nacional. Las conmemoraciones estuvieron signadas por la reivindicación de las víctimas y los reclamos de justicia y adquirieron una nueva inflexión a partir de 2012, con las condenas de tres responsables. La crónica periodística, los estudios históricos y el cine cumplieron una tarea decisiva en la búsqueda de la verdad y se actualizan como documentos a medio siglo de los sucesos.
La reedición de La patria fusilada, entrevista de Francisco Urondo a María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo René Haidar, sobrevivientes de la masacre y víctimas de la última dictadura, pone otra vez en circulación un texto vigente a pesar de haber sido pensado para la coyuntura de los años 70. «El libro sigue dando testimonio, sigue siendo una eficaz herramienta de memoria», dice el periodista Daniel Riera, a cargo de la edición, que incorpora prólogos de Ángela Urondo Raboy y Raquel Camps, además de apéndices con información sobre los procesos judiciales.
Después de fugarse de la cárcel de Rawson, el 15 de agosto de 1972, seis líderes de organizaciones guerrilleras abordaron un avión de línea en el viejo aeropuerto de Trelew, hoy Centro Cultural de la Memoria. Otros diecinueve militantes se rindieron y luego de ofrecer una conferencia de prensa ante los medios locales fueron conducidos a la base Almirante Zar.
Ni olvido ni perdón (1973), mediometraje de Raymundo Gleyzer, fue el primer documento sobre la masacre. Reclamo por el castigo de los culpables, la película recuperó para la posteridad el registro de la conferencia de prensa, tomada de un monitor con una cámara de 16 mm, y agregó descripciones de la fuga y de la represión compaginadas con fotografías e imágenes del «Devotazo», la movilización en apoyo a la amnistía de los presos políticos firmada por el presidente Héctor Cámpora el 25 de mayo de 1973.
Circunstancias y consecuencias
La iconografía se amplió significativamente con Trelew 72 (2014), recopilación de fotografías de la época provenientes del diario Jornada, de Chubut. La imagen emblemática de los presos políticos en el acto de entregar sus armas, tomada por Emilser Pereira, proviene de ese fondo, lo mismo que otros registros menos difundidos e igualmente reveladores, como los actos callejeros de repudio a la represión (narrados por otra parte en La pasión según Trelew, crónica de Tomás Eloy Martínez) y la presencia de integrantes de la Asociación Gremial de Abogados de Buenos Aires, que asumió la defensa de los detenidos.
La masacre fue «el huevo de la serpiente del terrorismo de Estado», según la definición de Eduardo Luis Duhalde, uno de aquellos abogados. «Conmocionó por la crueldad y también por la impunidad que la rodeó durante tantos años. Trelew significa una forma de accionar por parte de los militares que no estaba presente antes», dice la antropóloga Eva Muzzopappa, autora de Secreto en el Estado. Militares, justicia e inteligencia en Trelew (2018).
Muzzopappa parte de la causa por espionaje iniciada en 2006 alrededor de la Base Almirante Zar, que concluyó en 2015 con la condena de los jefes de la Armada. «Fue un momento significativo porque coincidieron iniciativas y Trelew apareció en el escenario ya no solo como conmemoración sino con decisiones vinculadas a la apertura de los juicios por la masacre y por el espionaje, y Mariana Arruti había realizado su película», recuerda la investigadora y profesora en la Universidad Nacional de Río Negro.
Trelew, la fuga que fue masacre (2006), la película de Arruti, reconstruye los hechos a partir de un conjunto extraordinario de entrevistas con expresos, abogados, vecinos y guardiacárceles. Las voces de Rubén Bonet y Mariano Pujadas en la conferencia de prensa se mezclan con sonido ambiente, como si retornaran con el viento patagónico, y están montadas en el comienzo del film sobre la imagen del aeropuerto abandonado. La realizadora se propuso «una historia contada por todas las fuerzas políticas», procedimiento que evoca la coincidencia de las organizaciones en la planificación de la fuga.
La película de Arruti movilizó la apertura del juicio sobre la masacre, considerada delito de lesa humanidad, y fue valorada como prueba. La carpeta 22AGO llevada adelante por la oficina de inteligencia de los marinos incluyó fotografías del estreno en Trelew además de informes sobre seguimientos de personas, organizaciones y partidos políticos. En Secreto en el Estado, Muzzopappa analiza esas tareas como proyecciones de la masacre. «A diferencia de la Justicia, que buscaba culpabilidades individuales, traté de investigar prácticas institucionales sobre la llamada inteligencia interior que se reproducían durante décadas, más allá de quienes estuvieran al frente de la Armada», destaca.
«Los aniversarios ayudan a reflexionar sobre los hechos, sus circunstancias y sus consecuencias», dice Daniel Riera a propósito de los cincuenta años de la masacre. La reciente condena en Estados Unidos del ex teniente Roberto Bravo, uno de los principales responsables, abre nuevas expectativas. «Esperamos que se conceda la extradición y tenga un juicio en la Argentina», agrega Riera. Cuando llegue ese momento, La patria fusilada será nuevamente de lectura obligatoria.