23 de agosto de 2025
Con su elenco inestable de terceros en discordia, la telenovela que parece transcurrir en tiempo real suma episodios tan bizarros como intrascendentes que se viralizan en las redes.

Factura. La publicidad de maní protagonizada por Wanda, un ejemplo absurdo de las derivaciones del caso.
Foto: Captura
Si algo le faltaba al culebrón virtual que protagonizan Wanda Nara, Mauro Icardi y su elenco inestable de segundos y terceros en discordia era convertirse en materia prima de una publicidad de maní.
No es una novedad, tampoco un chiste: en el ex Twitter el aviso protagonizado por Wanda se abordó desde todas las ciencias blandas posibles. ¿Pero cómo fue que llegamos a esta cima del absurdo? ¿Qué sucedió para que la comedia de enredos batiera su propio récord en el ranking de lo bizarro e intrascendente? Una modelo uruguaya presumiblemente llamada Natasha Rey habría filtrado un video que no vimos ni vamos a ver en el que Icardi, desnudo, parece recién salido de una pileta con el agua muy, pero muy fría. De ahí a que una marca de pasta de maní saliera a hacer campaña con una especie de «orgullo manicero», y que Wanda aceptara la recompensa por ser su cara visible, había solo un par de tuits de distancia. Evidentemente, hay muchas formas de entender el estribillo que nos legó Shakira: «Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan».
Este cronista se internó en la profundidad de las redes en busca de «lo último» de Wanda e Icardi, pero cómo hace uno para inmovilizar bajo el microscopio algo que coletea de esa manera. Uno persigue desde adentro ese hito reciente, lo acecha a un search de distancia, pero el monstruo se expande muy por fuera de los límites de lo racional. Buscás una vez y es la pelea de una expareja. Buscás otra vez y resulta que se sumó al zumbido de fondo la actual de él, el ex de la actual de él, el que tuvo un arrime con ella post separación pero ya no corre más y volvió con su señora, la señora en cuestión, Maxi López riéndose bajito en las sombras. Una tercera exploración y siguen floreciendo los personajes periféricos: la hermana de Mauro, un senegalés que juega en el Monza de Italia (?), influencers, abogados, jueces, el 3 de Boca. Hasta la intensidad del tema fluctúa: uno cree estar investigando una pavada alegre, a lo sumo algún cuerno suelto, y de repente se encuentra con crisis psiquiátricas, demandas de custodia o de cuota alimentaria, intervenciones del Ministerio Público Tutelar o de un Juzgado Civil.
La nueva grieta
No hace falta decir que lo que genera esta multiplicidad y este flujo constante en el caso es la voracidad con la que el público consume cualquier cosa que lleve el nombre de los protagonistas, más todavía si implica conflicto. Hay un hambre colectiva que necesita ser saciada, una oferta que prolifera porque la demanda siempre la pasa y la acarrea para adelante como con una linga. Cosa que tiene un costado pintoresco porque de alguna manera subvierte el concepto de comunicación noticiosa: no se cuenta un hecho sucedido, sino que se hace suceder un hecho para poder contarlo. Y cada nuevo elemento que se suma a esa trama infinita e infernal no tiene entidad ni características propias en el momento de ser enunciado: se lo construye después, a medida. Así, a Wanda e Icardi les terminan pasando cosas de las que no necesariamente se enteraron ellos primero. No se necesita en lo más mínimo que Wanda e Icardi hagan algo para comunicar algo que hicieron Wanda e Icardi: el muñequeo hábil de un like descontextualizado de la ex de un ex de la China Suárez, o la nada misma, sirven igual para concebir una de esas «últimas noticias» coexistentes y elusivas que alimentan este interminable boletín informativo.
Ya es difícil en la cobertura mediática «formal». Por ejemplo: mientras esto se escribe, lo último del caso parecería ser una nota sobre Moria Casán expresando su admiración por Wanda que se publicó hace una hora en un diario de La Plata, pero la misma noticia aparece en una revista de chusmerío con dos horas de antigüedad, y en un canal de noticias con siete. Y mientras se ventilan las cuestiones de tamaño mencionadas más arriba, en un programa radial se comenta la cifra millonaria que el futbolista debe de obra social y cuota alimentaria de sus hijas, además del reencuentro de ella con L-Gante. Todo esto lo toma la televisión y lo regurgita en forma de discusiones de paneles que se convierten, a su vez, en noticias por sí mismas: una emboscada movilera a Benjamín Vicuña (implicado por el lado de la China) se analiza desde las repercusiones en redes y se llega a la conclusión de que hay trolls pagos (!) operando por uno y otro bando. Qué época maravillosa para estar vivo.
Realizar el mismo rastreo en X es todavía más decepcionante, aunque a la vez fascinante. Al multiverso que genera el conglomerado mediático hay que sumarle las tramas secundarias que nacen en conversaciones, peleas, especulaciones, delirios y mentiras de usuarios de mayor o menor estabilidad emocional, que ponen mucho, muchísimo de sí en debatir la vida ajena. Acá un caso testigo: foto hecha con IA, 800 seguidores y monedas, autoproclamada «defensora de la verdad y enemiga del mal», la usuaria @monibastidas7 deja su impresión sobre aquella vez en la que Wanda y L-Gante supuestamente «le pusieron los cuernos a Mauro Icardi y a Tamara Báez», a cuestionar la calidad de la paternidad ejercida por Vicuña y decirle sin gran conflicto a la mismísima Nara que «la felicidad real es ver a nuestros hijos crecer sanos de cuerpo y mente, sin traumas, sin daños psicológicos, con valores y contención. Algo que vos, Wanda, ni conocés». Cada uno de esos tuits abre una frondosa discusión con otra gente igual de involucrada para uno y otro lado. Porque, además de todo lo anterior, esta telenovela que parece transcurrir en tiempo real a la vista de todo el mundo generó una nueva grieta, que llegó para quedarse.