Cultura | QATAR 2022 LLEGA AL CINE

Un mundial de película

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Alejandro Wall

Los documentales Elijo creer y Muchachos reconstruyen, desde distintos ángulos, la gesta deportiva que desató hace un año un verdadero estado de felicidad colectiva.

Voces conocidas. En Elijo creer y Muchachos los encargados de la narración son Ricardo Darín y Guillermo Francella, respectivamente. (Foto: Tato Pagano)

Lionel Scaloni va en el asiento de atrás de la combi. Le habla al jefe de prensa de la selección, Nicolás Novello. El tema es el partido con Arabia Saudita. Scaloni cuenta sobre una charla con los futbolistas, una búsqueda de respuestas sobre qué pasó entre el minuto 48 y 53 del partido, los instantes exactos de las piñas saudíes que todavía son un trauma para el equipo. El monólogo del director técnico exuda su obsesión. «Vos podés laburar lo que quieras –dice–, pero tenemos que estar acostumbrados a perder, boludo. Lamentablemente es lo que hay. Tenemos que saber que podemos perder. Forma parte del juego y forma parte del aprendizaje. La puta madre. Porque si no es muy fácil, nadie nunca va a jugar tranquilo».
La combi avanza por las calles de Doha. Scaloni sigue en su línea de ensayo, habla como si la cámara no existiera: sabe que el equipo tiene un camino. «Lamentablemente o positivamente, pasó», agrega. «Y si pasa por los puntos y nos reponemos, quedate tranquilo que vamos y competimos. Y cuidado, cuidado si nos reponemos. Porque si vos después de recibir este masazo te reponés, decís “aaamigo, ahora no hay quien nos pare”». 
Es un Scaloni inédito. Ese tono solo se le conoce en la intimidad. No será igual el que utilice en la conferencia de prensa previa al partido con México, que es hacia donde se dirige con la combi. La escena forma parte de Elijo creer, la película oficial sobre la Copa del Mundo que la Argentina ganó en Qatar. Todo lo que dice el entrenador resulta premonitorio un año después, cuando ya se sabe qué pasó. Luego de la derrota, de perder un invicto de 36 partidos, la selección Argentina iba a reponerse, a competir. Y ya no iba a haber quien la pare.
La escena es uno de los grandes momentos de un documental que se nutre de los testimonios de Lionel Messi, Ángel Di María, Rodrigo De Paul, Nicolás Otamendi, Emiliano Martínez y otros campeones del mundo. No está el de Scaloni (salvo por esa toma y otras apariciones en conferencia de prensa), pero sí el de Claudio «Chiqui» Tapia, el presidente de la AFA. Y también el de Mario De Stéfano, el utilero que antes de la final le pide a Messi hablarle al equipo. Messi, el capitán, le acepta el pedido. Y entonces Marito da una arenga arriba del micro. 
A partir del guion de Martín Méndez, Elijo creer avanza con el relato de Ricardo Darín. La búsqueda de la narración es el registro de Héroes, la película de México 86 que se tornó inolvidable. Dirigida por Tony Maylam, Héroes fue el film oficial de la FIFA y contó con una producción inglesa. A diferencia de Elijo creer, no tuvo testimonios. Su nombre en inglés fue Hero, héroe, en singular, porque aunque recorriera el Mundial entero el protagonista inevitable era Diego Maradona. En la versión original, la voz en off estuvo a cargo de Michael Cane, lo que acá se reemplazó por la locución de Ernesto Frith, un tono reconocible para los oídos argentinos. Héroes fue también el «Me das cada día más» de Valeria Lynch y una forma de recuperar en los cines lo que se había ganado en la cancha. 
Con producción de AFA, Grupo Octubre y Tronito, entre otros asociados, Elijo creer apela a ese recorrido emotivo con la voz de Darín. Empieza con Gonzalo Montiel a punto de patear el penal. No importa que sepamos cómo sigue, importa que otra vez te vuelven a atrapar los nervios. Pero el fuerte de la película está en tener la palabra de los protagonistas –la producción periodística estuvo a cargo de Pablo González– y, sobre todo, en algunas revelaciones. La de Scaloni, la de Marito y también la versión de De Paul sobre su lesión previa al partido con Países Bajos. «Me dicen de hacerme una resonancia y digo que no, porque podía salir una lesión y probablemente era quedarme afuera», cuenta el volante.
Una ecografía determinó una distensión grado 1: era leve, pero necesitaba entre 10 y 15 días de recuperación. Pero De Paul habló con Scaloni, le pidió que lo deje decidir a él, que no le pregunte al doctor. «Yo te voy a decir la verdad», le prometió. «Vas a decidir vos», le dijo Scaloni. El riesgo era romperse. De Paul lo intentó: se puso hielo, se masajeó, hizo terapia y bicicleta, hundió los dedos en el músculo y probó con el preparador físico Luis Martín. Messi lo acompañó. «Como en Necochea», le dice uno de los profes a De Paul. «¿A dónde ibas vos de pretemporada?», le pregunta. «A Tandil», dice él. «Bueno, acordate de eso, como cuando eras pibe y arrancabas en Racing. Volá». Y De Paul vuela. Va a jugar contra Países Bajos. 
Si Elijo creer entrega esos instantes de intimidad, Muchachos, la otra película que se estrenó esta semana, se puede ver como el otro lado de la historia. Aunque sean rivales en las salas, quizás sean un complemento. Sin los testimonios exclusivos de los jugadores, su crónica se construye a partir de las imágenes de los partidos y las grabaciones caseras de los hinchas. Ahí está su gracia: es «la película de la gente». Producida por Pampa Films y Comunidad Orsai con participación de Disney, Muchachos camina sobre un texto de Hernán Casciari en la voz de Guillermo Francella.
Va de la cancha a las casas, de las casas a las calles, y todo es un cuento. El cuento del «nene zurdo» que nace en Rosario. El cuento de Messi y de los millones que sufrieron y celebraron. El de la familia que está a punto de ver los penales contra Países Bajos y se le corta la luz. El del nene que mira las lágrimas del padre. El del que se tatúa partido a partido sin conocer el final. El del villano Kylian Mbappé que hace que un hombre diga: «No doy más, me voy a dormir». Casciari le pone su sello y Francella le da su tono. Te reís, llorás, te palpita el corazón como si todavía no se pudiera entender todo lo que pasó en ese mes. 
La superposición de cada jugada y cada gol con las reacciones de los hinchas es un gran trabajo del director Jesús Braceras. Hay muchos guiños a las redes sociales, a esos momentos viralizables. Memeables. En todo también está el mérito de la ocurrencia futbolera, la que entrega la alegría y también la desazón, aunque más no sea momentánea. «Cheque Tapia», se ríe un pibe cuando a la Argentina le dan el penal contra Polonia. Puede resultar raro eso de filmarse durante todo el partido, pero es lo que permite ver esa especie de reverso. Después está lo intuitivo: alguien grabó al colectivo mientras escucha el partido cumpliendo sus horas de trabajo. Y lo más conocido: «Abuela, la la la la». Todo eso que pasó durante noviembre y diciembre de 2022 todavía, un año después, parece un cuento escrito de manera colectiva. 
Cuando no hay texto y no hay reacciones, Muchachos –como la canción que nos atravesó en esos días– también tiene sus trazos bellísimos. Como esa pelota que se desliza sobre el césped del Lusail para el gol perfecto de Ángel Di María en la final con Francia. «Silencio», escribe Casciari y dice Francella. «Silencio y una certeza que fue tomando forma en mi cabeza. Pensé: este será el peor recuerdo o el mejor recuerdo que este país tenga sobre cualquier mundial». Que caiga de un lado o de otro dependerá de los penales. Ahí estuvo Dibu Martínez.
El estado de felicidad colectiva que se vivió en esos días fue inigualable. Tal vez sea irrepetible. Elijo creer y Muchachos, cada una con lo suyo, cumplen la función del recuerdo, de dejar testimonio de esos días. De revivir a un equipo, de revivir lo que fuimos, de volver a estar ahí aunque sea por un rato. 

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