Cultura

Un mundo de sensaciones

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En el campo editorial destinado a los niños, muchas veces hay grandes hallazgos que enriquecen el corpus de libros que tienen como destinatarios a los lectores desde los 4 años en adelante. Es que los libros para niños no comienzan a ser útiles cuando los niños adquieren la lectura autónoma: sus inicios tienen lugar cada vez que un adulto lee con amor y dedicación, en voz alta, un cuento a un chico.
La literatura latinoamericana tiene a una gran escritora, nacida en Ucrania pero brasileña de alma, idioma y experiencia de vida, Clarice Lispector. La famosa autora de La pasión según G.H, Lazos de familia, La ciudad sitiada y Agua viva también escribió para niños. Y ahora V & R Editoras publicó tres de sus relatos: La vida íntima de Laura, Casi de verdad y ¿Cómo nacieron las estrellas? Una colección imperdible, para ubicar en un lugar preferencial de las incipientes estanterías de los cuartos infantiles o en bibliotecas públicas y privadas.


En todos los casos se trata de relatos que reproducen la oralidad, despojados de formalidades, relacionados con elementos de la naturaleza y con un juego brillante con los sonidos y significados de las palabras. Lispector recurre a historias sencillas en su apariencia, para ofrecer al pequeño lector temas existenciales profundos como el poder, la opresión y la lucha de los débiles, la supervivencia, la relación con los otros, la naturaleza del alma y la fantasía.
¿Cómo nacieron las estrellas? recopila 12 leyendas brasileñas, protagonizadas por los personajes folclóricos más disímiles. Cada una tiene como título un mes del año y responde a una pregunta etiológica, sobre el origen del mundo. La traducción de Alicia Salvi logra recrear la creatividad de la escritora y las ilustraciones de Raquel Cané amplían el universo de Lispector, lo dotan de color y formas tiernas y bellas.

Lectura. La escritora junto a su hijo.

En su última entrevista, Clarice contó sobre su afición a la lectura durante la infancia: «Cuando aprendí a leer devoraba los libros y pensaba que eran como un árbol, como un bicho, algo que nace. No sabía que había un autor detrás de todo. Luego descubrí que era así y dije: “Yo también quiero”». Ella era consciente de que sus relatos no respondían a las recetas tradicionales. «En el Diario de Pernambuco, los jueves, publicaban cuentos infantiles. Yo no me cansaba de mandar mis cuentos, pero nunca los publicaban, y sabía por qué. Porque los otros decían: “Érase una vez esto y lo otro…”. Y los míos eran sensaciones».

Nora Lía Sormani

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