Cultura

Urbana y rural

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En medio de su regreso al país, la cantautora uruguaya reflexiona sobre sus comienzos y su presente. Detalles íntimos de la trilogía que la instaló en el panorama musical rioplatense, en la que combina la irreverencia pop con los aires folclóricos.

Impacto. La cantante logró abrirse camino y trascender con su propio repertorio. (Gentileza Ana Prada)
 

Creo que en las canciones siguen estando mis paisajes. Y creo, también, que nunca van a dejar de estarlo», dice la uruguaya Ana Prada desde Canelones, el lugar rural donde decidió mudarse. La cantautora nació en Paysandú, pero a los 18 años se mudó a Montevideo, donde se formó como artista y también se recibió de psicóloga. Del campo a la ciudad, entonces, y de la ciudad al campo. Una dialéctica a la que no le escapan sus canciones, que toman la irreverencia del pop, pero son folclóricas en su estructura.
Prada editó como solista los discos Soy sola (2006), Soy pecadora (2009) y Soy otra (2013), una trilogía que le dio la oportunidad de dedicarse plenamente a la música. «Cada disco tuvo un productor distinto. El primero fue Carlos Casacuberta; el segundo, Matías Chela; y el tercero, Ariel Polenta. Por lo tanto, los discos tienen también la impronta de ellos y de los músicos que tocaron», explica. La historia cuenta que Casacuberta la escuchó cantar en una reunión social. La animó para que le muestre las canciones que tenía guardadas en un cajón y luego le propuso un desafío: hacer un tema por semana. «Iba todos los viernes a la casa de Carlos, no podía desaprovechar esa oportunidad. Dejé mis temores de lado», cuenta. Así se gestó Soy sola, su primer álbum.
Prima hermana de los Drexler, colaboradora ocasional de Rubén Rada e integrante del cuarteto vocal La otra, Prada fluyó como torrente a partir de su debut solista. «No sé si yo en algún momento seriamente, o conscientemente, me había planteado vivir de esto», dice ahora, a la distancia. «Los tres discos son los pilares fundamentales que me permitieron decidir y tomar el riesgo de seguir el camino profesional de la música, que no es fácil en ningún lugar del mundo», explica Prada.
Sus canciones impactaron desde un primer momento. Antes de que Soy sola se editara, Liliana Herrero ya había decidido incorporar «Tierra adentro» a su trascendental disco Litoral. Formada intelectualmente en el under montevideano, las canciones de Prada bucean en un contexto musical folclórico con un filo irónico y urbano. Había una mezcla, inevitable y consecuente, entre el campo y la ciudad. «Suena raro decir que soy una persona irónica. A veces, uno asocia a la persona irónica como alguien malo. En los shows, entre canción y canción, no puedo dejar de narrar situaciones que tienden siempre al chiste. Un poco me gusta ir en contra de la solemnidad que se le da al arte. Me río mucho de mí misma y quizás ahí esté la ironía», asegura.
Luego de la vorágine de la trilogía discográfica, se dedicó a fortalecer su territorio de acción y a sus nuevos vínculos. De esta manera realizó Y qué más (2013) junto con Teresa Parodi y durante el año pasado, llevó adelante el espectáculo Canciones yeguas junto con Pata Kramer. Durante los últimos años, la creación musical aminoró. «Tuve un parate grande después de Soy otra. Viví momentos personales difíciles. Y a veces, cuando una está atravesando un proceso de duelo, no quiere bucear en las emociones porque tiene todo desacomodado. Cuando estoy componiendo, estoy en una etapa muy adrenalínica, súper feliz, pero también lloro y me pasan cosas. Cualquier proceso creativo es muy movilizador. Entonces estos años de duelo me recluyeron», aclara.
En estos meses vuelve a presentarse de este lado del Río de la Plata, primero en City Bell (ya lo hizo, el 8 de abril) y, más tarde, en mayo en la Ciudad de Buenos Aires. Respecto a su actualidad como compositora, dice que siente un cambio a la hora de pensar nuevas canciones. «La vida con los animales y la naturaleza me está haciendo cambiar el foco», cuenta. Y, mientras sigue reflexionando, Prada envía algunas fotos de su espacio en Canelones: aparecen algunos caballos en primer plano y un burro detrás. De fondo podría estar sonando su canción «El tero», justo en el verso en el que asegura: «Usted me llama señora porque no me ha visto montar».

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