Con Periscope, Snapchat y Twitch como puntas de lanza, en el mundo online crecen los contenidos audiovisuales producidos por los usuarios, que comparten sus gustos e intereses. Facebook, Twitter e Instagram buscan adaptarse. Las claves del fenómeno.
8 de febrero de 2017
En vivo. Imágenes registradas con cámaras profesionales o celulares son subidas a diario.
Mientras los medios tradicionales siguen intentando descifrar a los youtubers, hay toda una corriente de redes sociales que están haciendo del video en vivo un arma fundamental a la hora de sumar clics y adeptos. Con Periscope y Snapchat a la cabeza de esta nueva forma de entender el mundo online, también se suman otras redes sociales. Facebook ahora ofrece la opción de transmitir en vivo. Instagram era una red social de fotografía con pretensiones «artísticas» y hace un tiempo dio cabida a los registros audiovisuales.
En Internet existen los foros de discusión hace añares. Los blogs tuvieron su tiempo. Ambos mecanismos ahora terminaron subsumidos en los debates y posteos en Facebook y Twitter. Las exploraciones frente a cámara quedaron para YouTube, al punto que muchos entendían la actividad de los youtubers como una suerte de blog en formato video, a la que se denomina «vloging». Quizás para Periscope, Snapchat, Twitch e Instagram ahora valga la idea de micro-vloging, por su brevedad.
Videos cortos o largos, filmados con cámara profesional o con un celular, lo cierto es que la subida de contenidos audiovisuales por parte de los usuarios es un fenómeno evidente y en ascenso. Para la especialista holandesa Josephine van Dijck, autora del libro La cultura de la conectividad (Siglo XXI), este «es uno de los cambios más importantes de las redes sociales». Su libro data de 2012 y, desde entonces, las redes se transformaron muchísimo. «Esto cambiará la experiencia de los usuarios, que ahora pueden “grabar en vivo” su vida diaria», considera. No se trata solo de la demanda de una generación de nativos digitales. Para la profesora de la Universidad de Ámsterdam, son las propias empresas las que están alentando este cambio de comportamiento. «Les dan facilidades a los usuarios porque significa que pasarán más tiempo conectados», advierte.
La competencia ya tiene su primera víctima. La que bajó la persiana fue Vine, una plataforma para videos cortos que había comprado Twitter, que jamás encontró el modo de sacarle una tajada que justificara los recursos que le exigía y la cerró. Otras siguen en ascenso: Snapchat, por ejemplo, consiguió canalizar a casi 50 millones de personas durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, porque las principales cadenas estadounidenses lo usaron para acercarse a los espectadores más jóvenes.
En este sentido, algunos datos resultan apabullantes: en Estados Unidos Snapchat llega al 41% de las personas de entre 18 y 34 años. Además, a comienzos de año los usuarios de esa red social ya veían 10.000 millones de videos por día. Y en Facebook se ven otros 8.000 millones, un número «escueto» para sus 1.600 millones de usuarios netos.
Mercado y seguidores
Juan Ángel (39) es técnico televisivo y editor. Supo tener un fotolog y hoy es un usuario full time de Instagram, donde ya tiene su público y latiguillos por los cuales sus seguidores lo reconocen. Más allá de su propia producción, encuentra en lo efímero una clave para comprender el fenómeno. En Snapchat los videos duran «colgados» 24 horas. Luego se borran, junto con los comentarios que generaron. En Instagram pasa lo mismo, pero los diálogos quedan guardados como mensajes privados. «Algunos entienden cómo comercializar esto o saben generar una marca o un personaje que trasciende los modos de validación tradicionales, y se convierten en íconos solo por estar en las redes sociales. En la Argentina ya hay algunos trabajando de esto», señala.
Una de las plataformas más recientes es Twitch, donde los usuarios más populares suelen recibir el auspicio de empresas. Y aunque se destaca por la transmisión de partidas de videojuegos, Ignacio Agustín Estanga, jefe de gerentes para Hispanoamérica, cuenta que ya incluyen otras actividades. «Ahora hasta tenemos talk shows, secciones de social meeting donde la gente se junta “a comer” cámara por medio, es un cambio en el modo en que nos relacionamos», subraya Estanga. Este cambio, asegura, traerá eventualmente nuevas leyes. «En EE.UU. ya se está exigiendo que cuando haya una publicidad en una transmisión online, haya una marca de agua indicándola como tal. En la Argentina no está legislado aún, pero supongo que vamos en esa dirección».