Cultura

Voz de un siglo

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Con más de 300 actividades, Chile conmemora el natalicio de la cantante, autora de «Gracias a la vida» y otros clásicos del cancionero latinoamericano. La Argentina también se suma a los homenajes. Este mes, además, se cumplen 50 años de su muerte.


Trovadora. Una muestra de fotos y manuscritos de Parra llegará a Buenos Aires en abril.

 

Morado y negro son los colores que me persiguen; flores moradas, botones negros… Un verdadero cuadro de morados y negros, mi reflejo en la luna del espejo quebrado», escribía Violeta Parra. El 5 de febrero se cumplen 50 años desde que la cantautora más universal de Chile se suicidó de un balazo.
En su país ya comenzaron los festejos por el «cumpleaños»: Violeta Parra 100 años se llama la iniciativa con la que el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) y la Fundación Museo Violeta Parra decidieron difundir la figura de esta mujer que, además de compositora y poeta, fue recopiladora folclórica, pintora, arpillista y ceramista.
Durante 2017 habrá más de 300 eventos: desde obras de teatro y conciertos, hasta homenajes a «Violeta artesana» y «mateadas» culturales, pasando por lecturas de sus textos y presentaciones de grupos como Inti-Illimani. El tributo traspasará fronteras, con una agenda que involucra a la Argentina y otros países.
«Queremos que los 100 años de Violeta sean un período en el que el mundo pueda descubrir los aspectos menos conocidos de su obra y su persona», dice Cecilia García-Huidobro, directora del Museo Violeta Parra. El edificio alberga una exposición permanente con sus arpilleras, óleos, documentos e instrumentos musicales. El lugar se convertirá en escenario de 80 recitales y de un ciclo de cine en torno de la artista, que es un referente para las nuevas generaciones. «Esa conexión es lo más sorprendente: la veneran», destaca García-Huidobro. Decidida, indómita, volcánica, Violeta Parra nació en el sur de Chile, en San Carlos, VIII Región. Su madre era una costurera aficionada a la música y su padre, un folclorista bohemio: tuvieron once hijos. De niña conoció la pobreza y las miserias. A los 6 años cantaba, por monedas; a los 9 compuso su primera canción; a los 12 musicalizaba los poemas de su hermano mayor, Nicanor Parra; y a los 17 se presentaba con su hermana Hilda en bodegones de Santiago. Recorrió su país de punta a punta para rescatar su música popular. Y llevó su canto y preocupación por los temas sociales a Europa, donde también se convirtió en la primera artista latinoamericana que expuso en el Museo del Louvre, en 1964.

 

Reconocimiento itinerante
Entonces creó canciones combativas, como «Qué dirá el Santo Padre» y «Arauco tiene una pena», pilares de la Nueva Canción Chilena, a la que adhirieron sus hijos Ángel e Isabel, y otros artistas como Víctor Jara. Antes de eso había conocido a Gilbert Favre, un musicólogo suizo 19 años menor que fue su gran y tortuoso amor, e inspiró temas como «Qué he sacado con quererte» y «Run Run se fue pa’l norte».
La exposición Yo canto la diferencia. Violeta Parra poesía y voz, de la Biblioteca Nacional de Chile, abarca esas facetas. «Trata de la artista como poeta y cronista de su tiempo, así como también de la mujer que ama y que se expresa poéticamente. Por supuesto que, igualmente, todo lo cruza la música, pero en función de una poesía cantada, es decir, trovadoresca», explica Patricia Díaz, jefa de Extensión Cultural de la biblioteca. Fotografías, manuscritos, recortes de prensa, vinilos y libros sobre ella, al igual que 24 canciones para escuchar, integran la muestra, que llegará a Buenos Aires en abril. Primero, al Centro Cultural Matta de la Embajada de Chile, y luego al Pabellón 9 de la Feria del Libro, según confirman los organizadores.
Este reconocimiento reafirma el lugar sustancial de Violeta en la cultura popular chilena, que le ha sido otorgado en los últimos años, hasta con una cátedra universitaria con su nombre. En su época, en cambio, el desdén de las instituciones y el dolor que le provocó la ruptura definitiva con Favre, minaron su ánimo, hasta que, intensa como era, decidió acabar con todo.

 

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