Cultura

La épica alternativa de Arcade Fire

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Gabriel Plaza

WE
Arcade Fire
Columbia Records

Al grupo canadiense Arcade Fire, le llevó mucho trabajo escalar en la escena alternativa hasta convertirse en la nueva promesa de la música. Después de estar en la boca de todos en los últimos diez años –fueron bendecidos por David Bowie, ganaron su premio Grammy al mejor álbum del año por The suburbs (2011) y el músico James Murphy de LCD Sound System produjo su disco Reflektor (2013)–, la banda fue proclamada como la sucesora de Radiohead. Pero a partir de Everytinhg now (2017) todo se empezó a desmoronar. Aún con buenas canciones, el álbum en vez de impulsarlos creativamente los metió dentro del laberinto de la fama y generó un cortocircuito con su público por la campaña de marketing del disco, que hacía una crítica a las corporaciones y se anticipaba de alguna manera al uso de las fake news, a través de la utilización de falsas publicaciones sobre el grupo que generaron un efecto boomerang. Pero una banda demuestra la fortaleza de su música cuando no tiene nada que perder.
Después de seis años de silencio discográfico, WE parece ser un nuevo comienzo, el retorno a esa épica alternativa que los hizo grandes dentro del rock. El fuego sagrado de la banda aparece en estas diez nuevas canciones que suenan como una profecía de cambio de un hombre sabio llegado del futuro. 
En la nueva producción reaparecen los himnos pop con un gran poder emocional para vencer pequeñas batallas personales, y que buscan marcar momentos de las vidas de las personas. Escuchar un disco de Arcade Fire, es una experiencia tan vital como la de sus shows. En estos 40 minutos de música hay referencias a Bowie, Martin Luther King y al libro We (Nosotros, 1921), una novela distópica del escritor ruso Yevgeny Zamyatin, que inspiró el 1984 de George Orwell. El álbum se estructura en pequeños capítulos –Age of Anxiety, End of Empire, The Lightning, Unconditional– que diseccionan las obsesiones del grupo: la libertad individual, el despertar colectivo, la crisis de la mediana edad, las revelaciones, la alineación y la dictadura del consumo digital.
El sonido del álbum es poderoso y concentrado, pero mantiene ese color ecléctico como si fuera una banda nómade: hay sonidos de arpas, glam rock, synt pop, música disco y sonidos tribales con el aderezo de un invitado como Peter Gabriel en la canción «Race and Religion». La producción está a cargo de Nigel Godrich, conocido por su trabajo con Radiohead, que hace un trabajo de orfebrería con el audio del disco limpiando los surcos para que las canciones de la dupla compositiva de Win Butler y Régine Chassagne, creadas durante el encierro pandémico, lleguen a su centro emotivo. 
Solo basta con un ejemplo, «Age of Anxiety», la canción que abre el álbum, tiene ese carácter de himno, no con la euforia característica de obras anteriores, sino como la antesala de una revolución inminente: Win Butler va deslizándose por cada frase, montado sobre un colchón de teclados, un bajo insistente y su voz pendula entre los acordes menores de un piano melancólico y una guitarra con un riff de cuerdas al aire que abre la puerta de un clima más pop y brillante. «Las pastillas no me sirven de nada en la era de la ansiedad», dice Butler, antes de liberar toda su voz en la segunda parte de una balada que adopta un costado bailable y celebratorio. Es como estar en una rave dentro de una habitación. La voz de su compañera Régine Chassagne da vueltas sobre la melodía como si fuera un remolino agudo. Es el preludio de algo grande, el despertar de la bestia pop. 

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