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Con Scola y Campazzo como abanderados, el seleccionado buscará en el Mundial de China mejorar el 11º puesto obtenido hace cuatro años. Cuenta con un plantel renovado y de jerarquía inspirado en la Generación Dorada. Las pruebas superadas.

La Rioja. Formación del equipo albiceleste antes del duelo contra México correspondiente a las eliminatorias de la Copa del Mundo, en diciembre. (Gentileza Cabb)

Tres fechas antes del cierre de las inéditas Eliminatorias para China 2019, el mundial que comenzará el 31 de agosto, la selección argentina de básquet ya había concretado el objetivo, una señal más que auspiciosa. Fundamentalmente porque fue la primera selección sudamericana en conseguirlo. Y, también, porque significó otro punto de crecimiento para un equipo que solo conserva a Luis Scola como integrante de la Generación Dorada, subcampeona del mundo en Indianápolis 2002 y oro olímpico en Atenas 2004. Sucede que aquel equipo comandado por Emanuel Ginóbili –apodado luego como «El Alma» por su carácter y su espíritu deportivo– transmitió un legado en el básquet nacional. Por eso ahora, con Sergio Hernández como entrenador, Facundo Campazzo como líder en el juego y Scola como abanderado, Argentina intentará superar en China el undécimo puesto conseguido en el Mundial de España 2014. Será cabeza de serie en su grupo, un plus. Su participación, además del desafío que representa defender el prestigio en la disciplina, le permitirá sacar conclusiones rumbo al gran objetivo: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
El gran recambio generacional, es cierto, comenzó en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Ese nuevo plantel sumó experiencia sobre la base de su continua presencia en prestigiosos torneos: el Preolímpico de México y las giras por Estados Unidos de aquel año, los Juegos de Río de Janeiro 2016, la AmeriCup 2017 y las recientes Eliminatorias. «Es un poco lo que se habla en el grupo: que se mantiene un legado respecto de hábitos y costumbres de la Generación Dorada. Se respira sentido de pertenencia, querer y cuidar la camiseta, jugar en equipo. No está escrito en ningún lado, pero se palpa, está instalado», dice Silvio Santander, uno de los asistentes técnicos de Hernández, a Acción. Y agrega: «Ya existe una renovación con las progresos de Brussino, Deck, Vildoza, Garino, sucesores de otros ya más curtidos como Campazzo y Laprovittola. Hay momentos de maduración de ese grupo como equipo, propio de la edad y las experiencias, por lo que están haciendo en Europa y en la Liga Nacional. Hoy está mejor que uno o dos años atrás».

Identidad compartida
Sellado el retiro de casi todos los integrantes que protagonizaron el mejor ciclo del básquet nacional, conviene familiarizarse con esos nuevos nombres mencionados por Santander. Y existen fundadas razones para ilusionarse. Campazzo y Gabriel Deck juegan en Real Madrid, el actual campeón de la liga española. Vildoza y Garino lo hacen en Saski Baskonia, el subcampeón. Nicolás Laprovittola y Marcos Delía son piezas clave de Joventut de Badalona, mientras que Lucio Redivo y Nicolás Brussino representan a Breogán y Tenerife, respectivamente. La armada argentina en España, de alguna manera, tiene un lugar casi asegurado en el Mundial y, además, sugiere con sus rendimientos que es posible vencer a las potencias del Viejo Continente. Laprovittola (San Antonio Spurs), Brussino (Dallas Mavericks y Atlanta Hawks) y Garino (Orlando Magic), además, vivieron experiencias en la NBA. Otro factor importante se vincula con la juventud. El promedio de edad de los herederos de Ginóbili y compañía es de 25 años. «Veo cosas parecidas a lo que fue el inicio de la Generación Dorada», se aventuró a decir Scola, pero, rápido, aclaró: «Eso no significa que dentro de seis meses estaremos jugando la final del mundo».
Para muestra de la identidad compartida, vale recordar lo que pasó el 23 de febrero de 2018. Argentina disputó el segundo partido de las Eliminatorias y perdió de local 88-83 ante Uruguay, lo que cargó de incertidumbre la clasificación para el Mundial. Pero esa derrota es ahora vista en perspectiva como una prueba superada, otro mojón de la evolución, a tal punto que después el equipo clasificó en la segunda fase por detrás de Estados Unidos. La caída ante Uruguay fue un aprendizaje made in Generación Dorada. «Lo importante de todo esto es que mantiene esa identidad que tanto tiempo costó forjar. Campazzo es el líder, Scola va a acompañar y Laprovittola tiene su mejor campaña histórica. A China van a ir a demostrar que la nueva camada tiene con qué pelear», dice Martín Núñez, periodista argentino abocado a la NBA y que cubrió mundiales.

Afuera y adentro
La nueva generación no solo se conmovió por los desempeños de la Generación Dorada en la cancha. En 2014, Ginóbili, Nocioni y Prigioni impulsaron la salida de Germán Vaccaro, entonces presidente de la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB), investigado por «administración fraudulenta». En su lugar, luego, fue ratificado como presidente de la CABB, con el aval de los jugadores, Federico Susbielles. Y en 2017, por ejemplo, se lanzó el «Método CABB, manual para el entrenador formador», con los objetivos de unificar conocimientos, ordenar la competencia y trabajar en la investigación. Santander y Seigorman, además de asistentes de Hernández, encabezan las selecciones juveniles y coordinan el trabajo de 24 técnicos distribuidos en todo el país para descubrir talentos. En 19 años, Argentina tuvo tres técnicos: Rubén Magnano (2000-2005), Sergio Hernández (2005-2010), Julio Lamas (2010-2014) y otra vez Hernández.
La Liga Nacional también le aporta sangre renovada a la selección, con Máximo Fjellerup, Juan Pablo Vaulet, Javier Saiz y Agustín Caffaro. Algunos de ellos podrán ir al Mundial. Restan pocos lugares en la lista de 12 de Hernández. «Argentina es un equipo tremendo. Hay que darles todo el crédito», dijo Jeff Van Gundy, entrenador de Estados Unidos, en diciembre pasado, después de que la selección le ganara a un tercer equipo estadounidense. En febrero, ante un rival mejorado y de visitante, perdió por un doble agónico, 84-83. En las grandes citas, como Mundiales y Juegos Olímpicos, suele predominar el factor físico y el juego de las potencias. Pero no siempre: la Generación Dorada fue el primer equipo en vencer a una selección NBA, en 2002. Y fue en un Mundial, como el de China 2019, el torneo en el que el básquet argentino busca seguir escribiendo capítulos de gloria.

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