A los 36 años, Diana Taurasi suma nuevos logros a su laureada carrera, entre ellos, alcanzar una cifra récord de anotaciones en la WNBA estadounidense. Sus raíces argentinas y la lucha en defensa de los derechos de la mujer dentro y fuera de la cancha.
27 de agosto de 2018
Figura. La referente de Phoenix Mercury encabeza el ataque ante Connecticut Sun, en julio. (PETERSEN/GINA/AFP/DACHARY)
Greatest Of All Time significa, traducido al castellano, el mejor de todos los tiempos. La frase, impulsada desde Estados Unidos, se utiliza para referirse a grandes del deporte. Usain Bolt, Roger Federer, Muhammad Ali, Martina Navratilova o Michael Jordan, por citar algunos. Integrar esa nómina implica haber dejado una huella profunda. Es también el caso de Diana Taurasi, considerada la jugadora más importante del básquet femenino.
Nacida en California (Estados Unidos), hija de un exarquero italiano y de una rosarina, Taurasi viene haciendo historia desde su debut en el profesionalismo, en 2004, jugando para Phoenix Mercury, uno de los equipos que participan de la WNBA, la competencia estadounidense que –al igual que la NBA– congrega a los mejores del mundo. Allí, Diana sigue asombrando con su juego y también con sus logros. Sin ir más lejos, se coronó campeona en tres oportunidades, fue elegida como la jugadora más destacada en 2009 y consiguió liderar la tabla de goleadoras durante cinco temporadas. A ello se suman sus records: en 2017 se convirtió en la máxima anotadora del certamen, este año alcanzó los 8.000 puntos y superó la barrera de los 1.000 triples anotados, con la curiosidad de que apenas necesitó de 399 partidos para llegar a esa cifra. Para poner en contexto: solo tres jugadores de la NBA han llegado a ese número en menor cantidad de partidos.
Claro que la WNBA y la NBA tienen sus diferencias. Una de ellas es la extensión del torneo. Mientras la liga masculina se juega durante ocho meses, la femenina dura cinco. Esto permite a las basquetbolistas jugar para su equipo en la WNBA y continuar la temporada en Europa. Taurasi también se destaca en el viejo continente. Obtuvo seis títulos de Euroliga y siete en Rusia jugando para Spartak de Moscú y el UMMC de Ekaterimburgo. La cadena de triunfos se extiende a la selección: obtuvo con EE.UU. los últimos cuatro oros en los juegos olímpicos.
Otras batallas
La figura de Diana Taurasi excede los límites de la cancha. La jugadora de 36 años se destaca, además, por su lucha a favor de los derechos de sus compañeras de equipo y, sobre todo, contra la discriminación que sufrieron, y aún sufren, jugadoras como ella debido a su orientación sexual. Conviene repasar su historia. En 2016, Taurasi se casó con una excompañera de Phoenix, la australiana Penny Taylor. Este año tuvieron un hijo, Leo-Michael, en homenaje a Lionel Messi y Michael Jordan. «No mantuvimos nuestra relación en secreto, simplemente no queríamos que fuera un problema», dice hoy Diana y agrega que, si bien se avanzó mucho, aún subsisten prejuicios.
En ese plano, sobresale otra cualidad de Taurasi, su carisma para rebelarse ante situaciones conflictivas. «Siempre fui muy apasionada, Argentina me ayudó mucho con el carácter», señala la jugadora que vivió en Rosario durante parte de su adolescencia. Esa pasión y espíritu de lucha la acompañan a la hora de pelear por otras causas que considera justas. Basta consignar las negociaciones salariales con la WNBA, en julio pasado. Taurasi fue una de las primeras en llamar a un reclamo colectivo. Razones sobraban y sobran, teniendo en cuenta que la brecha salarial entre la NBA y la WNBA sigue siendo abismal. Para tener una idea, en 2017 había 95 basquetbolistas hombres que ganaban, cada uno, más que el total de los sueldos de las mujeres. Por esta razón, la mayoría de las jugadoras deben emigrar a otras ligas profesionales.
Así, frente a situaciones que se repiten, Taurasi decidió alzar la voz para que las mujeres reciban un trato más equitativo con la WNBA aunque, por el momento, no pudo convencer a sus colegas de endurecer las protestas. «Si no tenemos la voluntad de perderlo todo como jugadoras, realmente no tendremos nada que ganar», sostuvo en una entrevista. Una declaración fuerte, a tono con una atleta que se encamina a dejar su legado dentro y fuera del aro.