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El portugués, galardonado como el mejor futbolista de Europa, sobresale por sus goles, pero también por un estilo controvertido que contrasta con el de Lionel Messi.

 

De selección. Ronaldo, pieza clave de Portugal, es una de las muchas estrellas que estarán en el próximo mundial. (Nackstrand/AFP/Dachary)

Me silban porque soy guapo, rico y buen jugador… Porque me tienen envidia. No tengo otra explicación». La frase, del propio Cristiano Ronaldo, sintetiza muy bien todo lo que es, dentro y fuera de la cancha, este portugués de 28 años (el 5 de febrero cumple 29) que acaba de ser consagrado con el Balón de Oro 2013 –el segundo que obtiene, el otro fue en 2008–, premio que se le entrega al mejor jugador de Europa cada año en una votación de la que participan periodistas, entrenadores y jugadores de todos los países. Soberbia, habilidad y una gran dedicación, el combo de este futbolista que poco tiene que envidiarle a Lionel Messi.
Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro nació en Funchal, la capital de la isla de Madeira, Portugal. Proveniente de una familia católica y muy creyente, el segundo nombre de Cristiano tiene un motivo un tanto curioso, que el mismo padre del portugués se encargó de aclarar más de una vez: «Ronaldo, por Ronald Reagan».
Desde muy chico Cristiano ya sabía que su futuro estaría vinculado con el fútbol. Su padre, Dennis Aveiro, trabajaba en el club Andorinha, y allí fue donde comenzó la historia de este jugador que a los 10 años ya era tentado por los dos clubes más importantes de Madeira: Marítimo y Nacional. Ronaldo recayó en este último, donde no paró de destacarse en las divisiones inferiores. Tan buena fue su performance que llamó la atención de los equipos grandes de Portugal, y en 2001 pasó al Sporting de Lisboa.
Ya en la capital del país, a Cristiano se le detectó un problema cardíaco que bien pudo haber terminado con su carrera. Una cirugía con láser en el corazón le permitió seguir jugando al fútbol y debutar en el primer equipo del Sporting meses después, en octubre de 2001, con apenas 16 años. El impacto del joven Ronaldo fue inmediato, y, dos años después, Alex Ferguson, histórico entrenador del Manchester United, puso sus ojos en él y se lo llevó al fútbol inglés.
Apenas llegado a Manchester, Ferguson advirtió las grandes cualidades de Cristiano, razón por la cual le entregó la camiseta número 7, que había dejado vacante recientemente nada menos que David Beckham, ídolo de los Diablos rojos que partía al Real Madrid. Así comenzaba la historia de CR7 (en referencia a sus iniciales y al dorsal de su camiseta, apodo que aún hoy matiene) en el fútbol grande.
En Manchester se cansó de meter goles (118 en 292 partidos), aun cuando en los primeros años el entrenador lo ubicaba como volante. Nueve títulos en 6 años fueron el legado que dejó Cristiano en el United, incluidas la Copa de Campeones de Europa en 2008 y el Mundial de Clubes del mismo año. También en 2008 el portugués se quedó por primera vez con el Balón de Oro al mejor jugador.
En 2009, el portugués fue transferido al Real Madrid en lo que fue el pase más caro de la historia hasta ese momento: 94 millones de euros. Si bien en el conjunto merengue «apenas» ganó tres títulos en 5 años, individualmente lo de Cristiano fue impresionante. Desde su llegada, lleva marcados 230 goles en 223 partidos, lo que da un promedio de más de un gol por encuentro.

 

Elogios y críticas
«Si Dios no agrada a todo el mundo, ¿cómo lo voy a conseguir yo?». Cristiano Ronaldo tiene tantos admiradores como detractores, y no hace falta más que escuchar esa frase, del mismo portugués, para entender el por qué. Dentro de la cancha, CR7 es una máquina, un superatleta que, encima, cuenta con una habilidad y una técnica muy depuradas. A eso le suma una gran dedicación y un biotipo privilegiado y muy entrenado. Es rápido, equilibrado, muy potente y tiene una capacidad de salto que impresiona y que le permite marcar una gran cantidad de goles con una de sus armas principales: el cabezazo.
La imagen de Cristiano señalándose a sí mismo de cara a las cámaras luego de hacer un gol es repetida, a la vez que en sus labios se dibuja la frase «Calma, calma, que aquí estoy yo». Y aquí, quizás, está la razón por la cual Ronaldo genera tanto rechazo en buena parte del público. Su soberbia, su necesidad de figurar, de hacerse notar, y hasta su individualismo no caen bien en los hinchas. En este sentido es lo opuesto a Lionel Messi, quien se caracteriza por su humildad y perfil bajo. Y es en este punto en que los dos se convierten en opuestos.
Más allá de su actitud pública, dentro del campo de juego o ante los micrófonos, lo cierto es que es difícil encontrar a un compañero o entrenador que hable mal de Cristiano Ronaldo. Pocas veces se lesiona, en los entrenamientos y partidos se entrega al máximo, y nunca se le escapa una crítica hacia otro jugador de su equipo.
Con el Balón de Oro en su bolsillo, luego de que Lionel Messi ganara cuatro consecutivos entre 2009 y 2012, Cristiano Ronaldo encara un 2014 con varios objetivos. Con el Real Madrd buscará destronar al Barcelona en la Liga española, a la vez que tratará de consagrarse en la Champions League, el torneo de clubes más importante de Europa. Pero a CR7 le espera un desafío aún mayor en junio: el Mundial de Brasil. ¿Podrá Cristiano ayudar a Portugal a conseguir su primera Copa del Mundo?

Germán Esmerado

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