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Clubes de vuelta

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Talleres de Córdoba, San Martín de Tucumán, Flandria, Excursionistas y El Porvenir consiguieron el ascenso en sus respectivas categorías, con trayectos diferentes, dísimiles respaldos económicos y un denominador común: el esfuerzo colectivo para vencer obstáculos y frustraciones.

Héroe. Guiñazú, en andas, junto a otros jugadores de Talleres, celebran el ascenso tras ganarle a All Boys en Floresta. (Télam)

 

Subir de categoría suele ser diferente a salir campeón, aunque en la temporada 2016 significó exactamente lo mismo: un ascenso para el campeón de cada categoría. Ascender es dejar atrás tiempos de sufrimiento, como en los casos de Talleres de Córdoba, San Martín de Tucumán, Excursionistas y El Porvenir, y también es entrar a una dimensión desconocida, como para Flandria. Los campeones cumplieron el objetivo a través de estilos de juego, apoyo económico y grados de incertidumbre diferentes y con historias que merecen repasarse.
Talleres regresó a Primera después de 12 años. En ese lapso, el gigante cordobés tocó fondo: jugó en el Federal A, la tercera categoría, lo que nunca le había sucedido en la historia. Sin embargo, en octubre de 2015, 62.000 hinchas vieron al equipo en el estadio Mario Kempes, un hito de convocatoria, y Talleres volvió a la B Nacional. Ahora, tres fechas antes de la finalización del torneo de la B Nacional, la T derrotó 2-1 a All Boys en Floresta, con un golazo de Pablo Guiñazú, y la pesadilla terminó. El capitán, Guiñazú –37 años, campeón con Independiente en 2002–, hacía casi 7 años que no metía un gol. Fue un pilar de Frank Kudelka, el entrenador que consiguió ambos ascensos. Otro fue el arquero Guido Herrera: se quedó con el récord de imbatibilidad en la historia del club (701 minutos). En los últimos 18 meses, entre el Federal A y la B Nacional, Talleres solo perdió dos partidos. Sí: ganó invicto la B Nacional. «Este título lo pongo por encima de todo. Acá hubo un grupo de gente que trabajó muchísimo para lograr el ascenso», marcó Guiñazú. En 2004, año que descendió a la B, Talleres entró en quiebra y comenzó con una sucesión de gerenciamientos que lo enterraron en el Federal A en 2009. Ese año apareció Andrés Fassi, un argentino con pasado como preparador físico, en representación del Grupo Pachuca, empresa mexicana administradora de clubes. Con Talleres en crecimiento, en noviembre de 2014 se realizaron elecciones luego de 19 años y 10 de gerenciamiento: se impuso Fassi con el 78% de los votos.

 

Trabajo a pulmón
Pero no siempre la historia se escribe con dineros empresariales y héroes reconocidos en ciudades cabeceras. El título de Flandria, club de Jáuregui, un pueblo de Buenos Aires cercano a Luján, es la contracara de Talleres. Flandria dejó la B Metropolitana con la austeridad como escudo. El Carlos V, su cancha, tiene una sola tribuna para 5.000 personas y detrás de un arco, más de una vez, los caballos fueron espectadores de lujo de los partidos. En 2014, la imagen del Carlos V ilustró los diarios nacionales: estaba bajo el agua –literalmente– después del temporal que azotó a la zona. Por entonces jugaba en la C. Un año y medio después, Flandria accedió a la B Nacional, aunque ya había participado de la segunda división entre 1973 y 1979. En los dos ascensos, la dupla técnica Sergio Gómez-Favio Orsi comandó al equipo. Con 11 victorias, 4 empates y 4 derrotas, sumó 37 puntos, dos más que Atlanta, al que enfrentó en la última fecha en Villa Crespo. Si Atlanta ganaba, ascendía. Con mantener el cero, Flandria ascendía. Fue 0-0. A Flandria solo le convirtieron 9 goles, y 10 de los 11 partidos que ganó fueron por 1-0. El arquero Leonardo Griffo, de 38 años, y los zagueros Mario Mussón, de 34, y Williams Riveros, un paraguayo de 23 años que con 3 anotaciones fue el goleador del equipo, fueron los pilares del grupo. «Desde que arranqué en el fútbol –contó Mussón–, esto es lo más importante. Salir campeón en la C era algo pendiente. Esto no lo creo».

Delirio. Festejo de Flandria en el vestuario. (Télam)

 

En la línea de Talleres, San Martín de Tucumán –un equipo con gran respaldo popular– volvió a la B Nacional. En la final se impuso ante Unión Aconquija de Catamarca: 1-0 en La Ciudadela y 3-2 en Andalgalá. El 26 de junio los hinchas de Unión aplaudieron a los jugadores de San Martín, exactos cinco años después de que cayera al Federal A. Había empezado mal bajo la dirección técnica de Sebastián Pena. Diego Cagna, su reemplazante, enderezó el barco: logró 28 de los 36 puntos que restaban y el título, apoyado en la experiencia del arquero César Taborda y en la potencia de la dupla de ataque, Gonzalo Rodríguez-Ramón Lentini. «Siempre dije que este equipo no podía estar en la tercera categoría. Fuimos superiores y cumplimos –dijo Cagna–. Ahora la intención es llegar a Primera».

 

Maleficio y revanchas
Para Excursionistas, que abandonó la C después de 21 años, concretar el ascenso fue romper una maldición. Había caído en esa categoría en 1995, enfrentando a Defensores de Belgrano, clásico del barrio. En aquel equipo jugaba Guillermo el Búfalo Szeszurak. Después de lograr dos ascensos con Deportivo Riestra y uno con Argentino de Quilmes, Szeszurak lo consiguió con Excursionistas, el club del que salió. Excursio se quedaba en la puerta de la B Metro en forma repetida. En 2001 ganó el Clausura de la C, pero la reglamentación marcaba que el título le daba un lugar en la semifinal del Reducido, que perdió con Laferrere; en 2006, jugó la Promoción ante Cambaceres y tampoco pudo ser; en 2010, lideró el campeonato con Barracas Central, jugaron un desempate y, en el tercer minuto de descuento, lo perdió. La desdicha era patrimonio. Hasta que explotó Leonardo Cachete Ruiz, goleador de la categoría, con 16 tantos. Lo logró en la última fecha, en el Bajo Belgrano, ante Sacachispas. A los 66 minutos, Ramiro Montenegro colocó el 1-0. Tenía que ganar para no depender del resultado de Italiano, su escolta, ante Sportivo Barracas. A los 78, Italiano sacó la diferencia. Si Sacachispas le empataba a Excursio había desempate. En el minuto 90, Alejandro Ayala marcó en el arco local. Muchos pensaron otra vez en la maldición. Hasta que vieron al juez de línea que anulaba el gol por posición adelantada.
Lo de El Porvenir en la D, en cambio, resultó la consumación. Fue el primer ascendido de todos los equipos del fútbol argentino luego de 15 fechas. En 2013, El Porve cayó a la quinta y última categoría por primera vez en su historia después de una cascada que comenzó en 2006, cuando descendió a la B Metropolitana. Esta vez, en la anteúltima fecha quedó libre. Ituzaingó le ganó 1-0 a Argentino de Rosario, su perseguidor, y El Porvenir se consagró. Horacio Montemurro, ayudante de campo de Ricardo Caruso Lombardi, fue el entrenador de la vuelta a la C. Un día antes de la última jornada –caería 1-0 de visitante ante Ituzaingó–, los jugadores de El Porve salieron a su cancha de Gerli a pesar de que se había suspendido el festejo por la constante lluvia. Se celebró en el barro entre los jugadores y el cuerpo técnico.
El ascenso supone que hay algo más arriba: un nuevo desafío, más competencia. Invita a la idea de que primero hay que saber descender, y después ascender. Lo corroboraron Talleres, Flandria, San Martín, Excursionistas y El Porvenir. Y, a la vez, certificaron que no hay camino inequívoco, seguro, para volver a ser.

 

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