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Correr solo

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El correntino es tetracampeón argentino en la prueba de 100 metros, aunque la falta de apoyo del Estado condiciona su carrera en el alto rendimiento. Su trabajo paralelo como vendedor de ropa, la mirada sobre el atletismo hoy y sus nuevos objetivos.


Taipei. Robledo representó al país en los últimos Juegos Olímpicos Universitarios. (Prensa Matías Robledo)

Lo lleva tatuado a fuego: «La Vitesse» se lee en una de sus pantorrillas y significa velocidad. Lo lleva también en su piel: se tatuó el nombre de su primera hija, Alma, en uno de sus brazos y todavía le falta hacerse el de Mía, la segunda, quien está por nacer en poco tiempo. Matías Robledo, a los 27 años, es el atleta más rápido del país: tetracampeón nacional en los 100 metros desde el 2014, nadie puede alcanzarlo. No tiene, sin embargo, las mejores condiciones para entrenarse. Desde que se fue de Bella Vista, Corrientes, con la ilusión de dedicarse al atletismo, nunca tuvo apoyo: ni una beca de la Secretaría de Deportes de la Nación ni del Enard: solo cuenta con una ayuda de la Lotería de su provincia. Así, pese a ser el campeón nacional y el mejor velocista en la actualidad, tiene que trabajar diariamente como vendedor «especialista en running» en el local de ropa de Nike en el Alto Palermo para poder vivir y seguir dedicándole su vida al atletismo.
«En el local me dicen que no pueden creerlo. A veces, mis compañeros les dicen a los clientes que soy atleta de alto rendimiento, pero se ríen. Trabajo todos los días a la tarde y a la noche y me entreno a la mañana en el cEnard. Sé que no es bueno estar tantas horas parado y vendiendo, pero nunca bajo los brazos», le cuenta Robledo a Acción. Parte de su realidad y la falta de apoyo económico tienen que ver con que para lograr una beca es necesario alcanzar un podio sudamericano. «No nos podemos comparar con Brasil porque tienen una estructura y un desarrollo en atletismo muy superior al nuestro. Allá hay 15 Matías Robledo pero uno siempre sigue. Cuando te caés, te levantás y seguís remándola», explica.
Desde chico Robledo tuvo muchas condiciones para los deportes: llegó a jugar al fútbol y a fichar en Arsenal, pero como extrañaba decidió volverse a Corrientes. Fue ahí cuando empezó a dedicarse más al atletismo y su velocidad empezó a llamar la atención en torneos regionales. A los 14 años ganó en salto en largo en unos Juegos Evita y, desde ahí, empezó su camino en competencias sudamericanas hasta que, a los 18 años, llegó al cEnard para entrenar y estudiar el profesorado de Educación Física en el Romero Brest (se recibió el año pasado).

Largo camino
Su mejor marca es 10,52 y entre sus objetivos está poder meterse en el top ten histórico de la prueba en la Argentina: necesita marcar 10,48 para ingresar entre los más rápidos de la historia. El récord argentino de 100 es compartido por Carlos Gats y Gabriel Simón con 10,23. Tras participar en los Juegos Universitarios en Taipei, el correntino ya piensa en su futuro. En su calendario para el año que viene, además de defender el título nacional (de lograrlo sería su quinto campeonato), participará de los Juegos Odesur en mayo en Cochabamba, Bolivia, y en agosto del Iberoamericano de Atletismo en Trujillo, Perú.  
A la vez, como Robledo es un velocista muy explosivo en los primeros metros, también proyecta nuevos desafíos. En febrero viajó a España para competir en el Mundial Indoor de 60 metros y quiere volver a competir en esa prueba poco común. «El año que viene es el Mundial Indoor en Birmingham, en marzo, es difícil pero no imposible. Aún no sé a qué torneo iré a buscar la marca mínima, pero si consigo apoyo, intentaré hacer una gira por España o Bélgica. Buscaré romper el récord argentino de 6,69, actualmente tengo 6,83. Siempre digo que hay que soñar…», se ilusiona.
Su historia de sacrificio y entrega es una de las tantas del deporte amateur nacional, donde la falta de apoyo que sufren muchos atletas les impide desarrollarse. Hoy el panorama no cambió tanto según Robledo: «Hay algunas disciplinas que tienen más referentes y otras que todavía no. Quizás habría que ver el crecimiento de los chicos y esperemos que en los Juegos Olímpicos de la Juventud, que se hacen en el país el año que viene, surja un semillero interesante. Veo una etapa de recambio en el atletismo, pero en velocidad a nivel internacional y sin desarrollo y competencia, es complicado». Como a él, como a tantos, a veces, el camino es el más largo.

 

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