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De manos fuertes

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La estadounidense, máxima ganadora de Grand Slam, sigue liderando el tenis femenino en base a un estilo potente que modificó la forma de jugar. El recorrido junto a su hermana Venus y la lucha por los derechos de la comunidad afroamericana.


Vigente. En el abierto de Australia de 2017 recuperó la cima del ranking al ganar el torneo. (Ling/BPI/Rex/Shutterstock/Dachary)

Cuando a mediados de los 90 las hermanas Venus y Serena Williams irrumpieron en el circuito femenino de tenis (WTA), el impacto fue inmediato. Sus triunfos, su forma de jugar y su color de piel llamaban la atención. Pero las Williams no fueron las primeras tenistas negras. Althea Gibson, en los 50, fue la primera en derribar la barrera que no les permitía disputar torneos de Grand Slam en los Estados Unidos. Gibson luchó, logró ser aceptada y ganó cinco torneos grandes.
Seis décadas más tarde, otra tenista negra hizo historia, convirtiéndose en la mujer con más títulos de Grand Slam (23 trofeos) en la era profesional. A esa cifra llegó Serena Williams luego de coronarse en el Australian Open, disputado en enero de este año, tras vencer en la final justamente a su hermana mayor, Venus, eterna rival y compañera. Por sus logros y desempeños, se las conoce como las hermanas Williams, una marca registrada del circuito femenino. Desde 1999, entre las dos conquistaron 33 títulos de Grand Slam individuales y otros 14 en dobles, formando pareja entre ellas. El dominio sobre sus colegas fue pocas veces desafiado, en especial en el caso de Serena.
A fuerza de potencia y un juego muy agresivo, la menor de las Williams reinó en la WTA (Federación Internacional de Tenis Femenino) desde 2002 casi de manera ininterrumpida hasta el día de hoy. Algunas tenistas lograron desbancarla de lo más alto del ranking durante breves períodos (entre otras Kim Clijsters, Justin Henin, Maria Sharapova, Ana Ivanovic, Jelena Jankovic, Victoria Azarenka y Angelique Kerber), pero solo en momentos en que Serena estaba lesionada o participando menos del circuito.
Si bien Venus también tiene un juego muy potente, Serena desde sus inicios doblegó a sus rivales con fuerza y un estilo muy directo que generó cambios en la competencia de mujeres. Mientras que en el circuito predominaba el juego elegante de tenistas como Martina Navratilova, Steffi Graf y Gabriela Sabatini, la llegada de Serena sorprendió al ambiente de la WTA. Tan importante fue su impacto que hoy todas las tenistas juegan como ella, priorizando el saque, la potencia de los golpes y la velocidad y precisión desde la línea de fondo.

Profesionalismo y compromiso
Serena, de 35 años, es una fanática del fútbol y de la moda, que supo sobrellevar muy bien su carrera jugando los torneos justos y necesarios, cuidando su físico y logrando controlar las exigencias de sus auspiciantes a base de profesionalismo y títulos. Con más de 84 millones de dólares de ganancia en su carrera, la menor de las Williams ya se ubica como la tenista más ganadora de torneos de Grand Slam al triunfar en Australia y, no conforme con este logro, podría enaltecer aún más su carrera. Entre otras cosas porque la norteamericana se muestra vigente y posiblemente dispute Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, los otros tres torneos más importantes del calendario de 2017.  
Por otra parte, Williams sigue el legado de Althea Gibson y de Arthur Ashe –el mejor tenista negro de la historia– en el ámbito social, convirtiéndose en un ícono para la comunidad afroamericana en Estados Unidos cuya lucha por la igualdad de derechos continúa aún hoy, y que parece haber retrocedido en los últimos años.
En 2016, y luego de varias muertes de ciudadanos negros a manos de la policía estadounidense, Serena publicó una carta en su cuenta de Facebook: «¿Los ciudadanos negros no hemos pasado ya por suficientes cosas, abriendo tantas puertas, impactando a millones de vidas? Me he dado cuenta de que no se trata de lo lejos que hemos llegado, sino de cuánto nos queda por recorrer todavía. Como dijo Martin Luther King: “Llega un momento en que el silencio es traición”. No voy a quedarme callada». Serena juega fuerte, dentro y fuera de la cancha.

 

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