En su mejor actuación en el exterior, el deporte argentino conquistó 101 medallas y finalizó sexto en la tabla general. El rol del Enard y la ausencia de figuras de otros países, claves en el balance. Demandas de los atletas y desafíos a largo plazo.
23 de agosto de 2019
Natación. Pignatiello, de 19 años, en la prueba de 400 metros libres que le dio otro metal dorado a su carrera y a la delegación albiceleste. (Pardo/AFP/Dachary)Los Juegos Panamericanos de Perú entraron en la historia deportiva de Argentina como los de mejor desempeño fuera del país. En concreto, Lima 2019 se ubica por detrás de Buenos Aires 1951 y Mar del Plata 1995, donde se sumaron 154 y 159 medallas, respectivamente. En esta oportunidad, fueron 101 el total de medallas conquistadas: 32 de oro, 35 de plata y 34 de bronce. Y hubo un plus, el sexto puesto en el medallero general le aseguró la clasificación a 86 deportistas argentinos a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La acumulación de medallas, se sabe, muchas veces no expone la realidad deportiva de un país. Pero sirve al menos para comenzar a ver una imagen del contexto. Pese a que subsisten problemas dirigenciales serios y demandas públicas de los deportistas, la continuidad del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD), creado hace una década, y la reciente organización de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, ayudaron para conseguir tantos metales y en variadas disciplinas.
Que Argentina haya redondeado la mejor performance en unos Juegos Panamericanos organizados en el exterior después de México 1955 (80 medallas: 27 de oro, 33 de plata y 20 de bronce), fue producto de la combinación de deportes colectivos, más habituados a los éxitos, con los individuales, siempre excepcionales. El hockey sobre césped, con las Leonas y los Leones, ganaron con autoridad la medalla dorada. El vóley masculino y femenino también sobresalió al defender el oro y conseguir el bronce. Otras disciplinas como el fútbol y el handball, con dos oros para los varones y dos bronces para las mujeres, dieron la nota y abren grandes expectativas para el futuro. En básquet, los varones cumplieron con el oro y las Gigantes se ubicaron en el quinto puesto después de una desprolijidad inédita: no se presentaron con las camisetas del color acordado, el rival Colombia pidió los puntos, y quedaron fuera de la pelea por el podio. En equipos, hubo primer lugar también en rugby seven y sóftbol masculino. Como se advierte, los deportes de conjunto más tradicionales dieron la talla. Incluso superaron las expectativas, como en el caso del vóley masculino, una disciplina que presentó suplentes dado que el entrenador decidió priorizar el Preolímpico de este año.
Las actuaciones individuales fueron otra de las grandes noticias para el deporte argentino. Allí emerge la figura de la nadadora Delfina Pignatiello, abanderada en la ceremonia de cierre, quien ganó medallas doradas en las pruebas de 800, 400 y 1.500 metros libres. La joven de 19 años, de sostenida evolución, fue el rostro de un deporte en pleno desarrollo. Sin ir más lejos, la natación, en total, aportó cuatro oros, al igual que el canotaje. Fueron los deportes más exitosos en la cuantificación de oros, seguidos de la pelota vasca, que no estuvo en la edición pasada de Toronto 2015, y el remo, que entregaron cada uno tres doradas. Con un agregado para nada menor: muchos de los atletas clasificaron a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 con atributos para cumplir una gran tarea. Además de Pignatiello, se trata de Julia Sebastián y Santiago Grassi (natación); Fernanda Russo, Melisa Gil y Alexis Eberhardt (tiro); María Victoria Travascio y Sol Branz (clase 49er FX de vela); José María Larocca (salto de equitación) y Sergio Ali Villamayor (pentatlón). «Los números de Lima 2019 son superiores a las 15 máximas preseas conseguidas en Toronto 2015 y a los “más de 20” que adelantaban los pronósticos más optimistas», dice Tomás Rodríguez Couto, periodista especializado en deportes olímpicos, presente en la capital de Perú, y agrega: «Semejantes resultados les dan voz a los reclamos de los deportistas de cara a Tokio 2020, muchos de los cuales pretenden mejores condiciones y, en casos como el del vóley, se mantienen deudas por premios de la temporada 2018».
Causas de fondo
En el desglose y análisis del medallero panamericano también intervienen factores externos. El récord de Argentina no solo se explica por el propio mérito. Estados Unidos y Canadá siempre acuden a los Juegos Panamericanos con equipos de segundo orden, a los que se sumó Brasil, que presentó delegaciones alternativas por apuntar a otras competencias como Mundiales o Preolímpicos. A ello se suma que en Lima 2019 también otras naciones disminuyeron el nivel. Cuba, segundo desde Cali 1971 a Toronto 2015, no cumplió con el objetivo de igualar o superar las 36 medallas de oro y cayó al quinto lugar. Colombia no continuó con el crecimiento y se acomodó por debajo de Argentina, séptima. En tanto Venezuela, inmersa en problemas sociales y económicos, sufrió la caída más fuerte: quedó en el puesto 12. «Se deberá darle la real dimensión a cada logro, teniendo en cuenta que, en muchos deportes, los mejores exponentes ni siquiera concurrieron a Lima», reafirma Rodríguez Couto.
Existe otra causa, de gran relevancia, vinculada con la política deportiva. Osvaldo Arsenio, ex director nacional de la entonces Secretaría de Deporte de la Nación y actual secretario de la Comisión Técnica de la Federación Internacional de Natación, analiza la actuación Argentina en Lima en perspectiva. «El surgimiento del ENARD le dio una inyección presupuestaria y los Juegos de la Juventud significaron un envión para muchos deportes y deportistas. Pero también, dentro del balance, pesó el hecho de que se haya dispuesto una meritocracia, que si no obtenés resultados no tenés beca. Obró como “acicate”, porque casi todos carecen de otros ingresos. La mayoría son deportistas amateurs», le dice a Acción. Y agrega: «De ahí que haya sido una satisfacción. Pero lo importante es tratar de mantener a todos estos deportistas, y no perder a los que incluso no estuvieron en Lima. Hay que seguir invirtiendo, no solo por el deporte de alto rendimiento, sino por el de desarrollo y el deporte social. Si no hilás bien estas tres partes, lo masivo, el desarrollo y el alto rendimiento, no tenés posibilidades de seguir, porque la gente no llega o no tenés recambio».
El horizonte del deporte argentino, en este plano, no solo deberá mirar a Tokio 2020. Así lo sugiere el proceso que se inició desde hace diez años con la creación del ENARD, hoy plasmado en el crecimiento que exhiben varias disciplinas y atletas. De ahí que la inversión en el deporte de base, y no solo de alto rendimiento, se erige como un tema central. Es, al cabo, asumir la responsabilidad que trae un éxito que combinó planificación con el esfuerzo de un grupo de deportistas argentinos. El resultado en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 se presenta, por esta razón, como un desafío.