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Djokovic en foco

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Roberto Parrottino

Con 20 trofeos de Gran Slam, el serbio alcanzó a Federer y Nadal y podría convertirse en el más ganador de la historia. Los gestos y polémicas en su carrera.

Golpe a golpe. El número uno del mundo, de 34 años, entró en el libro grande de la disciplina al ganar Wimbledon, en julio de este año.

(Kirk / AFP / Dachary)

n lo que va de 2021, Novak Djokovic ganó los Abiertos de Australia, Roland Garros y Wimbledon. Aún resta que se dispute el Abierto de Estados Unidos, último Grand Slam (GS) del año. Con los primeros tres títulos «grandes», Djokovic alcanzó su GS N°20, misma cifra que Roger Federer y Rafael Nadal. Son los máximos ganadores de este tipo de torneos en la historia del tenis. Y son contemporáneos. Porque el Big Three, como los llaman, sigue su curso. Pero si Djokovic, de 34 años, gana el US Open de EE.UU. no solo pasará al suizo y al español como el más ganador de «grandes»: el serbio conseguirá el Grand Slam, como también se denomina a conquistar los cuatro principales títulos en la misma temporada. Ni Federer ni Nadal lo lograron. Entre los hombres, de hecho, solo el estadounidense Don Budge (1938) y el australiano Rod Laver (1962 y 1969) lo lograron. En la era moderna del tenis, ya en el siglo XXI, Djokovic podrá dar el golpe, escalar su propio Everest. Y, desde ahí, reavivar una discusión: quién es el mejor tenista de todos los tiempos.
Es curioso: no hay ningún premio oficial, ninguna condecoración por ganar los cuatro torneos más importantes, pero se sabe que es el summum del tenis. Djokovic, actual número uno y dueño de ocho de los últimos doce GS, debutó en un torneo de los «grandes» en 2005, en el Abierto de Australia. En 2004, Federer se había consolidado como el mejor tenista del mundo: había ganado ese año tres GS, solo se le había escapado Roland Garros. En 2006 y 2007, Federer volvería a ganar otros de estos máximos certámenes en cada temporada. Pero al año siguiente, Djokovic comenzaría a edificar sus 20 títulos «grandes»: el serbio ganó nueve Abiertos de Australia, dos Roland Garros, seis Wimbledon y tres Abiertos de Estados Unidos. «Federer y Nadal son los jugadores más importantes de mi carrera, los que han hecho que haya llegado hasta acá –dijo Djokovic tras ganar el último Wimbledon–. Me empujaron a mejorar técnica, mental y físicamente. Ninguno de los tres vamos a detenernos. Es un tributo a ellos, que son leyenda». Una ventaja: el serbio es el único de los tres que ganó cada GS al menos dos veces.
Djokovic, de cualquier modo, ya tiene un récord: es el tenista que más semanas suma en lo más alto del ranking mundial (superó las 330 semanas y sigue sumando). Y, junto al estadounidense Pete Sampras, es el que más años terminó como número uno del mundo, seis veces, en 2011, 2012, 2014, 2015, 2018 y 2020. Djokovic también supera en el historial directo a Federer (40 años) y Nadal (35). El suizo no tiene definido su futuro: perdió en cuartos de final de Wimbledon y, el año pasado, se sometió a dos operaciones en la rodilla derecha. Además, Federer no gana un Grand Slam desde el Abierto de Australia de 2018. Nadal se salteó Wimbledon y los Juegos Olímpicos de Tokio para recuperarse de un dolor en el pie luego de perder en semifinales de Roland Garros ante Djokovic. «El litigio a tres bandas entra en un territorio desconocido, atractivo a más no poder: máxima igualdad, y todo vuelve al principio. O no –escribió Alejandro Ciriza, periodista especializado en tenis en el diario El País–. Djokovic aspira a la excepcionalidad, quiere ser único, y mientras degusta el éxito mira hacia el horizonte: en Nueva York podría desmarcarse y gobernar por primera vez en solitario, sentado él solo en el altar. Lo quiere todo. Así viaja Djokovic hacia el infinito, sin pisar el freno».

Otra cara
La senda triunfal de Djokovic sufrió un revés en los Juegos Olímpicos: el serbio perdió en semifinales ante el alemán Alexander Zverev y se quedó sin final en Tokio. Y, sobre todo, sin la chance de lograr el Golden Slam, o sea, sumarle la medalla de oro a los Grand Slam, lo que solo logró la alemana Steffi Graf con Seúl 1988. Pero en los Juegos de Tokio apareció la peor cara de Djokovic: perdió la medalla de bronce ante el español Pablo Carreño, revoleó una raqueta, rompió otra y, después, se bajó del partido también por la medalla de bronce en dobles mixto junto a Nina Stojanovic por una presunta lesión en el hombro. «Lamento no haber podido ganar una medalla para mi país. Estoy agotado física y mentalmente, pero por supuesto que no me arrepiento de haber venido a los Juegos. A este nivel, con la presión que supone, no supe qué hacer», dijo Djokovic, quien había asegurado un día antes que «la presión» era «un privilegio» en relación con el retiro de la competencia de la gimnasta estadounidense Simone Biles para preservar su salud mental. Demostró poca empatía. Fea actitud.

Sueño a sueño
La derrota olímpica de Djokovic, que logró la medalla de bronce en singles en los Juegos de Beijing 2008 y la Copa Davis con Serbia en 2010, no supone un obstáculo hacia el US Open, aunque quizá sí una luz de alerta. Lo extraordinario todavía está por delante. «Considero que soy el mejor y creo que soy el mejor. De lo contrario no hubiera llegado hasta acá ni estaría hablando de hacer historia ni de ganar Grand Slams», dijo tras la consagración en Wimbledon. Djokovic es también el máximo ganador de Masters 1000 junto con Nadal: ganaron, cada uno, 36. Y acaso Nadal, sediento de revancha, pueda ponerle un freno en Estados Unidos, título «grande» que ganó en 2010, 2013, 2017 y 2019. «Cuando ganás tres, podés ganar cuatro, sin ninguna duda –dijo Nadal acerca de Djokovic–. Ya ha completado el 75% del camino. Jugará, además, en pista dura, la que probablemente sea su mejor superficie. Lo que ha conseguido este año es algo increíble. Veremos. No sé, pero creo que él puede hacerlo, no tengo dudas».
Desde su infancia en Kopaonik, a cuatro horas de Belgrado, capital de Serbia, Djokovic soñaba con ganar el Grand Slam. Una raqueta y las canchas de tenis de polvo de ladrillo frente al restaurante de sus padres, Srdjan y Dijana, fueron el inicio. Allí se encontró con la extenista Jelena Gencic, su descubridora. «Ella me decía que tenía el talento para ser el número uno y yo le creía», le dijo Djokovic a The New York Times en 2013. En plena Guerra de los Balcanes, el pequeño Nole solía «entrenar» con Gencic hasta el momento de levantar el trofeo de Wimbledon. Después de ganar su primer Wimbledon en 2011, Djokovic le llevó el trofeo a Gencic, quien murió en 2013. Ahora, si ganara el US Open 2021, Djokovic obtendrá algo más que una copa: se elevará por encima de Federer y Nadal y, sobre todo, se reafirmará en la historia del tenis.

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