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El camino de la reconstrucción

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Alejandro Duchini

Nadia Podoroska y María Lourdes Carlé lideran el resurgimiento argentino en el ranking. Las referentes Florencia Labat y Mercedes Paz explican el ambicioso proceso de trabajo que ya da sus frutos.

En ascenso. Podoroska en el Masters 1000 de Miami, disputado a fines de marzo de este año.

Foto: Getty Images

No es casualidad que después de 16 años Argentina vuelva a tener dos tenistas –Nadia Podoroska (27 años) y María Lourdes Carlé (24)– en el top 100 del ranking WTA. Detrás hay un proceso de trabajo iniciado en 2019, con el objetivo de reinsertar a las mujeres en competencias internacionales y ubicar a cinco entre las 200 primeras. Y eso se logró. Porque a Podoroska y Carlé se les sumaron Julia Riera (21), Martina Capurro Taborda (26) y Solana Sierra (19) entre las 200. A la vez, hoy son más de 30 las jugadoras las que están dentro del ranking profesional, varias menores de 18 años.
El proceso para hacer resurgir al tenis femenino es encabezado por la vicepresidenta tercera de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), Florencia Labat, y Mercedes Paz, capitana del seleccionado. Apuesta necesaria en un deporte que apuntaba al circuito masculino. Consultadas por Acción, dicen que lo conseguido no sería posible sin el esfuerzo de las tenistas y el apoyo de sus familias. «Desde la Asociación se hizo un seguimiento de todas las chicas que estaban compitiendo, y se organizaron torneos en el país, tanto de profesionales como de menores, para darles la posibilidad de competir en casa sin tener que viajar para jugar», explica Labat.
La competencia local permite la suma de puntos y evita gastos a veces imposibles de costear en viajes y hospedajes internacionales. Esa logística hace que muchas queden fuera del circuito, sin proyección y, por ende, sin futuro deportivo. Sabemos que el apoyo gubernamental al deporte es mínimo, sobre todo en estos tiempos. Algunas reciben invitaciones que les solucionan el problema económico, pero son una minoría. Lo que buscó la AAT fue trabajar desde las categorías menores disminuyendo costos pero sin relegar proyección.
«El gran acierto fue que la Asociación organizó durante los últimos cinco años torneos ITF (International Tennis Federation) en Argentina y eso permitió que las chicas compitan y saquen puntos acá. Ayudó muchísimo porque les dio la posibilidad de entrenar y de competir acompañadas de sus equipos técnicos y su familia. Pero el principal esfuerzo es de cada jugadora y su equipo de trabajo», agrega Paz.

De selección. Labat y Paz (primeras dos de la izquierda), junto a Gabriela Sabatini e Inés Gorrachetegui.

Foto: AAT

Desde la base
El año pasado hubo una participación femenina del 44% en torneos de iniciación. Y en los últimos cinco años, la participación creció un 108%. Además, 2023 marcó un récord de competencias profesionales en Argentina, con doce fechas del ITF Women’s World Tennis Tour. Compitieron 106 argentinas. «El 80% de ellas –dice Pedro Fermanelli, jefe de prensa de la AAT– no hubiera podido participar de un torneo profesional si no se jugaba en el país, por falta de recursos». El otro aliciente es que la mitad de estos torneos fueron ganados por jugadoras locales. Hay más: 37 argentinas alcanzaron un lugar en el ranking WTA en 2023, el doble de hace cinco años. Y para 2024 se proyectan al menos catorce torneos internacionales a nivel local, de los que ya se disputaron cuatro. La base del proyecto es el Programa Sub 10, dirigido por la también extenista profesional Romina Ottoboni.
«Estamos bien porque los objetivos planteados se van cumpliendo y el tenis femenino, de a poco, vuelve a tener referentes que son fundamentales para que las nenas que juegan y compiten puedan verse reflejadas y quieran imitarlas. Además, aquellas que ya compiten al más alto nivel se potencian entre ellas para seguir creciendo», dice Labat.
«Cinco jugadoras dentro de las 175 mejores del mundo y una camada excelente de chicas de entre 14 y 18 años nos permite pensar que Argentina tiene presente y también futuro», apuesta Paz. Y agrega: «Creo que una buena cosa que está sucediendo es que hay mucho más interés por el tenis femenino y ya se ven más equipos de trabajo dedicados a las chicas».

Plazos y paciencia
Este será un año movido. Con la capitanía de Mercedes Paz, desde el 9 al 13 de abril Argentina competirá en la Zona América I de la anhelada Billie Jean King Cup, en Bogotá, Colombia. «El objetivo es ascender al Grupo Mundial de esta competencia», explica Paz. El equipo argentino tendrá a Carlé, Riera, Capurro Taborda, Julieta Estable (26 años) y otras de las promesas, Luisina Giovannini (17). Podoroska y Sierra no participarán. Entre Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela clasificarán, tras un todo contra todos (por equipos, dos singles y un dobles, al mejor de tres sets), los dos primeros a los playoffs de noviembre y descenderán los dos últimos. Además, 2024 tiene otro condimento fuerte: los Juegos Olímpicos de París, del 26 de julio al 11 de agosto. «Con Florencia Labat nos propusimos, ya en el 2019, que para el 2025 tengamos seis tenistas compitiendo en los torneos Grand Slam. Estamos muy cerca de cumplir ese proyecto», agrega Paz.
«El camino es muy largo –advierte Labat– y hay que tener mucha paciencia y respetar los procesos para que las chicas se vayan formando y creciendo hasta transformarse en profesionales, si lo desean». «Lo bueno –añade Paz– es que las chicas empiezan a entender, viendo los resultados de sus pares, que se puede. Ahora creen porque ven que otras pueden. Y eso empieza a producir el efecto contagio».

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