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El reverso de la medalla

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Alejandro Duchini

A poco del cierre de los juegos, la delegación argentina apenas cuenta con los logros de las Leonas y el ciclista «Maligno» Torres. Falta de inversión y ausencia de estrategias para el alto rendimiento.

Marca registrada. Festejo del hóckey femenino tras vencer a Alemania y pelear, una vez más, por el podio.

Foto: Getty Images

Ahí están las Leonas, esa esperanza tan olímpica que siempre tenemos los argentinos. Este miércoles a las 9 (hora argentina) jugarán ante los durísimos Países Bajos por un lugar en la final del hóckey femenino sobre césped. Además, Países Bajos es el número uno del ranking; y el último campeón olímpico. Más allá del resultado, el equipo dirigido por Fernando Ferrara reafirma el legado iniciado por Sergio Cachito Vigil en los 90, cuya posta fueron tomando otros y otras, entre entrenadores y jugadoras de nivel internacional. Tres veces subcampeonas olímpicas (Sidney 2000, Londres 2012 y Tokio 2020), el oro siempre negado es un objetivo para este equipo que ganó todo lo demás. La clasificación de este lunes ante Alemania fue dramática como lo son las definiciones por penales. En un país caracterizado por sus buenos arqueros, el hóckey sumó a su referente: Cristina China Cosentino atajó dos penales y se convirtió en figura.

No son buenos estos Juegos Olímpicos para nuestro país, pero tampoco es que la situación sorprenda. Por estas horas, la dupla Mateo Majdalani-Eugenia Bosco va –con posibilidades– por una medalla en vela. En lo que resta de los Juegos, Elián Larregina sigue en los 400 metros del atletismo. Y apenas otros deportes, pero no mucho más. 

A poco del 11 de agosto, cuando terminan los Juegos, Argentina tiene una sola medalla (y es de oro), la de José Augusto Torres Gil, más conocido como «El Maligno», en Ciclismo BMX freestyle. Nacido en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, pero llegado al país con sus padres argentinos cuando tenía 11 años, Torres Gil movió el medallero argentino al ganar en una disciplina poco conocida, de las tantas invisibilizadas cuando no se desarrollan los juegos olímpicos.

Oro. Torres Gil, en la competencia de la final masculina de BMX freestyle.

Foto: Getty Images


Expectativas recortadas
«El Maligno» se formó en el deporte cordobés a través del programa social CBA X, impulsado por la Agencia Córdoba Deportes. No está mal tenerlo en cuenta en tiempos en que tanto se habla de privatizar al deporte argentino.

«Hay países que hacen una gran inversión en el deporte por propaganda, tradición o convicción. Esas inversiones están acompañadas por una estrategia y una planificación deportiva que indica en qué se invierte y por qué», le dice a Acción desde Munich, Alemania, el exdirector nacional de Deportes Osvaldo Arsenio. Y continúa: «En el alto rendimiento se establecen los deportes que por práctica masiva, adhesión popular, biotipo adecuado de la población o situación geográfica u oportunidad específica pueden y deben recibir los mayores apoyos. Por ejemplo, por razones climáticas Noruega privilegiará los de invierno antes que al fútbol. De la misma forma Jamaica privilegiará al atletismo por sobre las pesas, porque el biotipo mayoritario de ese país apunta a eso. Otros países poderosos económicamente y que quieren publicitar su marca país o un determinado régimen social y económico tratarán de volcarse a la mayor cantidad de deportes mediante la selección de talentos, como China, Estados Unidos y Rusia, que son líderes deportivos mundiales; y un escalón más abajo, Japón, Australia, Alemania y Francia, entre otros».

Entonces habla de Argentina: «Hay países que no tienen casi nada de lo anterior, que no invierten. Y si invierte es por privados y para deportes profesionales porque no tienen deporte social masivo ni estrategias para participar en unos Juegos Olímpicos. Entre esos países se encuentra Argentina».

También entrenador de natación y especialista en política deportiva, Arsenio agrega: «La actuación de Argentina en París dependía fundamentalmente de los deportes de equipo como fútbol, vóley y hóckey y algún imprevisto individual. Que en este caso se dio con la gran actuación y medalla de oro en BMX de Torres Gil, en una especialidad nueva de ese deporte. En los juegos de equipo el fútbol y el vóley quedaron eliminados y queda aún la posibilidad de una medalla en el hóckey femenino. No veo nada más en el horizonte».

Decepción. Tumulto entre los jugadores del seleccionado de Mascherano y Francia, tras la derrota por cuartos de final.

Foto: Getty Images

De derrota en derrota
El gran golpe de las últimas horas ocurrió con el fútbol. Sobre todo por la ilusión que se había generado. La eliminación del Sub 23 a manos de Francia (0-1) dará mucha tela para cortar cuando baje la espuma y llegue el momento de la reflexión. El futuro de Javier Mascherano como DT de un equipo lleno de figuras que no jugó bien será el tema a analizar. Los mundialistas no estuvieron a la altura: ni Julián Álvarez ni Nicolas Otamendi fueron relevantes. Los mejores, Thiago Almada, Luciano Gondou y Cristian Medina. Al Diablito Claudio Echeverri le faltó, tal vez, la confianza que da la titularidad. La temprana eliminación fue un mazazo al deporte argentino en general y al fútbol en particular. 

Lo mismo sucedió con el vóley, que pasó sin triunfos y quedó afuera temprano. Se termina una etapa: Facundo Conte anunció que no seguirá en el seleccionado y Luciano De Cecco –referente de la delegación olímpica argentina junto a la leona Rocío Sánchez Moccia– mantiene la duda sobre su futuro. Y el exitoso DT Marcelo Méndez (bronce en Tokio y único en clasificar a dos Juegos) también avisó su renuncia. En el handball los Gladiadores tampoco pudieron ganar un partido. El hóckey masculino sobre césped no tuvo la misma suerte que el femenino. El destino quiso que también Alemania aparezca en el camino. 

Bronce olímpico en Tokio, los Pumas Seven se despidieron a poco de iniciados los Juegos. Eran candidatos a más. «Al margen del séptimo puesto y de que el equipo no rindió como se esperaba, es quizás el mejor seleccionado que ha tenido el rugby argentino en su historia. Además, tiene un entrenador como (Santiago) Gómez Cora, que es un orgullo para el deporte argentino, al nivel de los grandes entrenadores, como Julio Velasco o cualquiera de la generación dorada del básquet. Incluso a la altura de Cachito Vigil. Y lo mismo digo de su asistente, Leonardo Gravano», resume el periodista especializado en rugby Jorge Búsico ante la consulta de Acción. Y agrega: «Lo que pudo haber pasado es que el equipo explotó antes. O quizá haya pesado que eran favoritos al oro. Pero si Gómez Cora se queda, como creemos, es posible que en Los Ángeles (2026) consigamos una medalla. El rugby argentino tiene que sentirse orgulloso de este seleccionado».

Para analizar y proyectar a futuro, Arsenio deja una reflexión sobre el magro balance, aunque con un dejo de resignación: «Será una actuación discreta, acorde a la pobre inversión previa y a la casi inexistente planificación estratégica de los últimos años. Tampoco debemos engañarnos con que si el fútbol obtenía otra medalla de oro eso significaría escalar 20 posiciones en el medallero. Es claro que los deportes profesionales no representan la realidad del deporte argentino. Poca inversión, clubes que desarrollan las disciplinas amateurs en retroceso o directamente en extinción, privatización y además una cultura deportiva cada vez más espectadora sintetizan esta realidad en la que esta actuación de París es apenas una anécdota».

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